Mencionar a Anita Brenner en España sería hacer una referencia a una figura polifacética apenas conocida en nuestro país, así como en la historiografía —el historiador Gabriel Jackson es el único que la ha mencionado en su estudio sobre corresponsales extranjeros en la Guerra Civil—. Nacida en México en 1905, fue una de los muchos corresponsales presentes en España en la década de 1930, periodo marcado por la proclamación de la II República y su posterior derrumbe a causa de la Guerra Civil Española. Si bien nunca renunció a su mexicanidad, desarrolló gran parte de su trayectoria vital a intelectual en Estados Unidos, y sus escritos sobre España pueden relacionarse, como sugiere Eduardo San José Vázquez, editor de este libro, con otros testimonios coetáneos de autoras mexicanas como Memorias de España, 1937 de Elena Garro y España, 1937, de Lini M. de Vries.
Hoy las barricadas es un compendio de medio centenar de textos redactados por Brenner entre 1933 y 1941, todos ellos vinculados o relacionados con los sucesos acontecidos en la España de aquel periodo. Eduardo San José Vázquez, profesor de la Universidad de Oviedo y especialista en literatura hispanoamericana, ha editado críticamente, introducido y traducido este conjunto de crónicas, reportajes, entrevistas, artículos de fondo, notas, cartas a los editores y reseñas de publicaciones de la corresponsal mexicana sobre España, escritos originalmente en inglés para publicaciones como The New York Times o The Nation. San José dedica un apartado a la explicación de los criterios que han guiado la selección de los textos —algunos de ellos inéditos—, su ordenación y traducción, especificando que en esta edición no se han considerado piezas de temática artística y literaria que hubieran excedido los límites del presente libro. Además, el editor incluye un apartado final, denominado «Personas del drama: diccionario de nombres propios», con breves apuntes biográficos de aquellas personas mencionadas por la autora mexicana, desde periodistas estadounidenses a políticos o líderes sindicales españoles.
Brenner relató la situación en España en base a su experiencia en el país —estuvo varios meses en 1933 y regresó en 1936— y a las noticias recibidas en Nueva York por sus contactos en España, vinculados a la izquierda poumista catalana, hecho que sin duda marcó la evolución observada en sus escritos. El editor remarca cómo el interés de Brenner no se limitó a narrar o describir los acontecimientos de aquel momento, dedicándose a reflejar «sobre el papel grandes dialécticas y movimientos colectivos de honda gravitación», superando la crónica fenomenológica propia de los corresponsales «de los que suelen acordarse las antologías y estudios» (p. 20).
Las crónicas de Brenner son destacables por diversos motivos. Uno de los más destacables es el empleo del término Revolución Española para definir el periodo iniciado con la proclamación de la República en 1931 y que utilizará también en la etapa de la Guerra Civil. Sus primeros escritos, de 1933, destacan por sus análisis históricos —su particular definición de Isabel II y de los acontecimientos de 1868 que terminaron con su reinado son más que matizables, incluso erróneas— sobre la situación social, económica y política de España, dedicando gran parte de ellos a explicar el conflicto entre en el nacionalismo español y los denominados nacionalismos periféricos, destacando su visión sobre los catalanes, a quienes considera «étnica y económicamente autosuficientes, como si fueran una pequeña nación» (p. 85). Sitúa su objetivo en el problema de la tierra y la vinculación de éste con la Iglesia —señalando a los jesuitas— y los terratenientes; en la situación de los obreros de las ciudades —especialmente los de Barcelona—; en las diferencias entre las regiones —toma como modelos a vascos y andaluces—; o el papel de los Hombres de la República, con especial interés en Azaña y, en menor medida, en Alcalá-Zamora. Influenciada por la experiencia de la Revolución Mexicana y su posterior institucionalización, no solo estableció paralelismos entre ambos procesos, sino que fue muy crítica con el rumbo político de la República, señalando que era una democracia en la teoría y una dictadura en la práctica.
En esta edición, además, encontramos diversos testimonios inéditos de figuras políticas de primer orden, procedentes de entrevistas realizadas por la corresponsal mexicana, destacando los de Margarita Nelken y su concepción de los anarquistas como «la chusma de la sociedad» (p. 319) a exterminar; Gil-Robles asegurando que si a Hitler le había llevado catorce años estar en el poder, ellos lo harían en menos de la mitad de tiempo; o Largo Caballero y su «carnaval de abogados» (p. 161) en referencia al primer gobierno republicano y a las Cortes Constituyentes. La crónica que mejor plasma la calidad de Brenner es la que describe la sesión celebrada en el Congreso de los Diputados el 20 de diciembre de 1933, correspondiente a la cuestión de confianza a Lerroux y su gabinete ministerial, en la que el lector consigue, gracias a la riqueza de dicha crónica, visualizar lo allí acontecido.
Las crónicas de 1934 —realizadas desde Nueva York— continúan en la misma línea, aunque observamos ciertas discrepancias de Brenner con partidos de izquierda como el PSOE y su estrategia. En estos escritos, Brenner refleja la visión de una España polarizada, en constante tensión y al borde del colapso, vaticinando el recrudecimiento de este conflicto latente. Al mismo tiempo, describe al conjunto del pueblo español como una sociedad capaz de decidir su futuro, criticando la revolución desde arriba emprendida por los dirigentes de la República.
Las crónicas de 1936, 1937 y la de 1941 evidencian un mayor posicionamiento político de Brenner en la situación española al identificarse con la izquierda antiestalinista, centrando sus argumentos en criticar a los integrantes del ala derechista del PSOE —«no pueden actuar en consecuencia con sus doctrinas porque […] no tienen confianza en las capacidades e inteligencia de la clase obrera» (p. 274)—; al PCE —«el cual chantajea a los republicanos renuentes […] con la amenaza de la retirada de la ayuda soviética» (p. 312) o su defensa del «statu quo económico de la República capitalista»—; y a las medidas represivas tomadas por el gobierno republicano contra todos aquellos grupos izquierdistas y anarquistas críticos con la URSS y Stalin. En sus escritos, denuncia las torturas y desapariciones de militantes y dirigentes de estos grupos, como el POUM, señalando a los vínculos entre la GPU soviética y el SIM republicano a raíz de las Jornadas de Mayo en la Barcelona de 1937. Además de las cuestiones internas, una parte de sus crónicas están destinadas a criticar las decisiones tomadas en París y Londres con participación de Moscú, todas ellas encaminadas a frenar los progresos de los obreros organizados que «causaron grave preocupación en las capitales extranjeras» (p. 327).
Fue en este periodo cuando Brenner empleó el término guerra para hablar de guerra de clases en la España republicana —título de uno de sus textos de septiembre de 1937—, refiriéndose a la Guerra Civil como una «guerra de clases nacional e internacional» (p. 363), señalando la persecución que padecían las fuerzas revolucionarias en el bando republicano —desprestigiadas internacionalmente por los medios como los bolcheviques rusos en 1917— y defendiendo la lucha de los trabajadores revolucionarios españoles. Esta edición cierra con un escrito de la periodista mexicana en el que denuncia la situación del exilio republicano, afectado por las luchas internas y por las influencias soviéticas. Dirige sus ataques a Juan Negrín al aludir, en diversas ocasiones, a la cuestión del oro republicano y la URSS —pero no da referencias ni fuentes para sustentar sus afirmaciones sobre esta cuestión—; a los comunistas, tildándolos de infames; y a Stalin y la GPU, acusándolos de usar al exilio español como «tapadera para sus actividades» (p. 394) en América Latina.
En conclusión, los textos de Brenner incluidos en Hoy las barricadas son de especial interés para trabajos de investigación histórica sobre la II República y la Guerra Civil, ofreciendo un material que permite profundizar en las visiones e interpretaciones de España de la década de 1930 desarrolladas por los corresponsales. La edición de Eduardo San José de estas crónicas constituye un compendio más que interesante de fuentes primarias de una figura poco conocida en España, pero de gran importancia para muchos exiliados republicanos en México y Estados Unidos.
Eric Milán García