La capacidad unificadora de una teoría científica es un rasgo usualmente contemplado a la hora de evaluar su adecuación. Kitcher ha elucidado satisfactoriamente tal noción mediante su enfoque de los patrones explicativos. Sin embargo, su perspectiva adolece de ciertas carencias. Concretamente, sostendremos que el requisito de rigurosidad de los patrones para evaluar la capacidad unificadora debe ser repensado, pues atenta contra la heterogeneidad característica de las diferentes aplicaciones de teorías unificadoras. A su vez, mostraremos cómo estas dificultades bien pueden ser subsanadas desde el marco del estructuralismo metateórico sin por ello resignar ninguna de las acertadas intuiciones de Kitcher.
Kitcher has satisfactorily explicated unification using his particular approach to scientific explanation. However, we believe that his perspective has certain problems, which have been inherited by more recent approaches to the topic. Specifically, the requirement of stringency of patterns that Kitcher proposes to determine the unifying power of an explanatory pattern undermines the typical and peculiar heterogeneity we can find in different applications of unifying theories. We will show how this topic can be better addressed by the perspective built by metatheoretical structuralism without sacrificing any of Kitcher’s correct intuitions.
Uno de los valores que juegan un rol en la evaluación de las teorías científicas es su capacidad unificadora. Suele afirmarse, como casos típicos, que tanto los enfoques de Darwin como los de Newton fueron aceptados en parte por su capacidad de dar cuenta de fenómenos heterogéneos a partir de un marco explicativo único. En este trabajo se intentará colaborar con las discusiones respecto de cómo elucidar dicha capacidad. Con este fin, se tomará, como punto de partida y contrapunto, el trabajo realizado por Philip Kitcher (1981, 1989, 1993), quien considera que la unificación es la virtud más importante que puede predicarse de un enfoque, y que es la clave en la comprensión de qué es una explicación científica. Sin asumir ni negar esto último, nuestro trabajo procura complementar y discutir la elucidación realizada por Kitcher de la capacidad unificadora, apelando para esto al estructuralismo metateórico.
Nuestra estrategia consistirá en dar respuesta a una serie de críticas que se han realizado al aporte de Kitcher, lo cual implica revisar sustancialmente puntos centrales de su punto de vista respecto de la unificación. Cada enfoque al tema de la explicación afronta problemas específicos. Por ejemplo, los enfoques que apelan a la virtud de la unificación como índice de la explicación, suelen tener que dar cuenta del problema de la unificación espuria. Este tipo viciado de unificación sería el que proporcionan teorías o explicaciones que dan cuenta de muchos casos por ser versátiles al punto de la trivialidad («ocurrió x porque un dios lo quiso»). Kitcher afronta este problema apelando a la noción de rigurosidad (la presentaremos más adelante). Por nuestra parte, procuraremos mostrar que dar adecuada cuenta de la capacidad unificadora se hace al costo de sacrificar esta idea de rigurosidad, pues el enfoque de Kitcher falla, justamente, porque sus patrones son demasiado poco versátiles (demasiado rigurosos) para dar cuenta de lo heterogéneas que son las aplicaciones de las teorías unificadoras, cuestión que él mismo quería capturar. Asimismo, consideramos, siguiendo los trabajos más recientes de José Díez (2002, 2014) sobre explicación desde el estructuralismo, que una forma más adecuada de evadir las unificaciones espurias es apelar a la noción de red teórica. La respuesta de Díez al problema de la unificación espuria esconde la clave para la cuestión que nos ocupa: ¿en qué consiste la capacidad unificadora de una teoría?
En la sección 1 presentaremos un panorama de las ideas de Kitcher y brindaremos algunos ejemplos de análisis realizados por él. En la sección 2 introduciremos algunas de las críticas aludidas. En la sección 3 presentaremos brevemente al estructuralismo metateórico, acotándonos a aquellos puntos especialmente pertinentes para el abordaje de la temática de la unificación. En la sección 4 compararemos ambos enfoques, mostrando tanto las características en común como las ventajas relativas del estructuralismo sobre la propuesta unificacionista de Kitcher. En la sección 5, y a partir de lo desarrollado, discutiremos la noción misma de unificación, y finalmente, en la sección 6 ofreceremos al lector las conclusiones.
Rechazando por diversos motivos el modo en que los filósofos clásicos intentaban reconstruir teorías, Kitcher propone una nueva concepción (Kitcher 1981, 1989, 1993). Siguiendo la idea de Michael Friedman (1974) de que nuestra comprensión del mundo se incrementa cuando disminuimos el número de supuestos requeridos en la explicación de los fenómenos naturales, y solucionando algunos de sus problemas, propone una elucidación del concepto de «explicación científica» apelando a la noción de
Un
Los
La idea de Kitcher es que los razonamientos que permiten generar explicaciones científicas legítimas son aquellos que permiten una mejor sistematización del conjunto de creencias aceptadas en determinado momento (
Para determinar este poder unificador, es necesario sopesar la cantidad de enunciados de
En esta contribución no disputaremos detalles acerca de la corrección histórica de los análisis de Kitcher, ni acerca de si sus elucidaciones y reconstrucciones representan adecuadamente los respectivos constructos escogidos, ya que tales tópicos, aunque interesantes en sí mismos, no son relevantes para nuestra argumentación general.
En cambio, nuestra alegación se limita a recoger brevemente cuatro de los casos estudiados por Kitcher: la dinámica de Newton, la selección natural, la ascendencia común y la genética clásica de Morgan. Debido a la capacidad unificadora de los dos primeros, éstos se han constituido en los ejemplos paradigmáticos de su posición.
Kitcher no pretende dar una reconstrucción exhaustiva de la dinámica newtoniana, más bien, lo que pretende es volver más intuitiva su noción de «patrón explicativo». Así, restringe su análisis únicamente al patrón básico utilizado para tratar sistemas que contienen un solo cuerpo (como un péndulo o un proyectil). El argumento esquemático en este caso sería el siguiente (Kitcher 1981, 517):
(1)La fuerza sobre
(2)La aceleración de
(3)Fuerza = masa · aceleración.
(4)(Masa de
(5)
Con el patrón de razonamiento propuesto para la selección natural simple, Kitcher pretende responder a: ¿por qué (prácticamente) todos los miembros de
(1)Los organismos en
(2)Entre los miembros de
(3)Poseer
(4)Para cualquier propiedad
(5)Todas las propiedades
(6)No surgieron nuevas variantes de
(7)En cada generación del linaje que lleva de
(8)El número de generaciones en el linaje que va de
(9)Todos los miembros de
Este esquema argumentativo subyace, según Kitcher, a las explicaciones seleccionistas más sencillas dadas por Darwin (como la rapidez de los lobos o la excreción de líquidos dulces por parte de algunas plantas). La selección natural simple serviría para dar cuenta de la formación final de un rasgo o una estructura anatómica (como un ala), pero habría casos más complejos en Darwin en donde se seguiría la historia evolutiva de un rasgo. Tras estas explicaciones más complejas subyacería un patrón más complejo formado por la concatenación de los patrones de selección natural simple (Kitcher 1993, 28-29).
Otra explicación darwiniana es la del origen, o ascendencia, común. Ésta permite dar cuenta de la presencia de ciertos parecidos o semejanzas, como la que existe entre el ala de un murciélago, la mano de un bonobo y la aleta de un delfín. La manera en que Kitcher reconstruye estas explicaciones, que se confrontan con preguntas de la forma «¿Por qué los miembros de
(1)
(2)Casi todos los organismos en
(3)
(4)
(5)
(6)Casi todos los miembros de
Kitcher analiza tres teorías supuestamente sucesivas pertenecientes a la genética clásica, que denomina «[1] Mendel (1900)», «[2] Mendel refinado (1902?-1910?)» y «[3] Morgan (1910-1920)». Según él, si bien todas estas teorías pretenden resolver la misma familia de problemas, lo hacen a través de distintos patrones de resolución o patrones de argumento. Aquí nos limitamos al último caso (Morgan 1910-1920), cuyo esquema explicativo o patrón refinado es como sigue (adaptado de Kitcher 1989, 440-441):
(1)Existen
(2)Los individuos que son
(3)Los genotipos de los individuos en el
(4)Para cualquier individuo
(5)La transmisión de genes en loci diferentes es probabilísticamente independiente. Las relaciones de enlace entre loci son dadas por las ecuaciones
(6)La distribución esperada de los genotipos de la descendencia en un cruce entre
(7)La distribución esperada de los fenotipos de la descendencia en un cruce entre
Otros ejemplos brindados por Kitcher son los ya mencionados Mendel (1900) y Mendel refinado (1902?-1910?), lo que denomina «Watson-Crick» (Kitcher 1989, 441-442), la selección neodarwiniana (Kitcher 1993, 46-47), las trayectorias genéticas de Fisher, Haldane y Wright (Kitcher 1993, 44-45) y la teoría del enlace químico o Dalton (Kitcher 1989, 446-447). A nuestros fines, basta con concentrarnos en los cuatro ejemplos aludidos.
Por supuesto, es posible separar la discusión relativa a las reconstrucciones particulares que Kitcher ofrece de la cuestión (más general) relativa a las prácticas explicativas que se pretenden reconstruir bajo su enfoque. Como dijimos, aquí no estamos tan interesados en presentar discusiones puntuales acerca de reconstrucciones individuales como en analizar críticamente algunas cuestiones generales acerca de su marco.
Concretamente, veremos tres críticas importantes relativas a la capacidad de este enfoque para dar cuenta de la capacidad unificadora de las teorías científicas (o de los patrones explicativos). Las dos primeras son señaladas por Stathis Psillos, mientras que la tercera es insinuada por el propio Kitcher.
La primera crítica consiste en el señalamiento de que el «modelo» (unificacionista) de explicación propuesto por Kitcher no exige que las explicaciones sean nomológicas, por lo que puede prescindir del análisis de las leyes naturales, cuando no parece posible dar con explicaciones genuinas sin apelar a ellas, pues «al ser genuinamente legaliformes, estos enunciados pueden asegurar el poder que tienen algunos esquemas de ser empleados repetidamente en explicaciones de eventos singulares» (Psillos 2007, 140).
Así, no está claro cómo puede renunciar al empleo de leyes a la hora de mostrar cualquier virtud epistémica de una explicación, incluyendo el poder unificador. De hecho, usualmente se ha sostenido que la presencia de regularidades nómicas es condición necesaria de toda explicación científica genuina. Más adelante, y en consonancia con Psillos, intentaremos mostrar el sentido en el cual consideramos que la apelación a leyes (en un sentido específico que explicitaremos) sí es importante para dar cuenta adecuadamente de la capacidad unificadora.
La segunda crítica subraya que los patrones de argumento resultan incompletos, ya sea en los argumentos esquemáticos o en las instrucciones de llenado. Psillos se apoya aquí en la mecánica clásica. El patrón de argumento ofrecido en la reconstrucción de Kitcher no logra capturar el papel que juega el concepto de fuerza en las distintas aplicaciones de la teoría. Dice Psillos:
Cada aplicación específica de la ley de Newton requiere, como lo han acentuado repetidamente Cartwright [y, añadiríamos nosotros, los análisis estructuralistas de la mecánica clásica], la especificación previa de una función fuerza adecuada. […] Qué funciones fuerza son aplicables no es parte del argumento esquemático. Ni puede esto ser añadido a las instrucciones de llenado, simplemente debido a que las funciones fuerza pueden ser demasiado diversas, o pueden estar no especificadas por el momento. (Psillos 2007, 140-141)
Sin mayores especificaciones al respecto de la/s fuerza/s involucrada/s en el fenómeno a explicar, no está claro cómo podríamos estar frente a una explicación satisfactoria. Nuevamente, se necesita más. Para el caso de la mecánica newtoniana, por ejemplo, se deberán especificar las fuerzas involucradas en cada caso específico. Volveremos sobre este punto más adelante.
Es el mismo Kitcher quien señala un sentido en el cual su propio enfoque no logra dar cabal cuenta de la capacidad unificadora de las prácticas explicativas que intenta tratar. Al pensar la dinámica newtoniana, Kitcher reconoce el contraste entre el amplio espectro explicativo de ésta y el modo en que su propuesta refleja tal amplitud utilizando patrones que no son completamente diferentes, «ya que todos ellos proceden usando el cálculo de ecuaciones explícitas de movimiento como un preludio a posteriores inferencias» (Kitcher 1981, 521).
Puesto que la mecánica clásica consiste en un conjunto heterogéneo de patrones explicativos, para lograr realmente dar cuenta de su poder unificador no bastaría apelar a tal concepto, sino que deberíamos tener alguna herramienta para tratar con semejanzas entre patrones explicativos. La propuesta de Kitcher es programática y no señala claramente en qué consiste lo común a todos estos patrones explicativos heterogéneos, ni proporciona herramientas para reconstruir este patrón común ni para analizar las relaciones entre patrones.
Este es el triple desafío que enfrenta el planteamiento de Kitcher. En las siguientes dos secciones mostraremos cómo el estructuralismo puede lidiar con este multifacético reto sin lesionar por ello ninguno de los logros atribuibles al planteamiento aludido.
Las tres críticas expuestas en el apartado anterior (la no inclusión de leyes, la incompletud de los patrones de argumento y la inexistencia de un patrón común) pueden ser afrontadas desde el instrumental estructuralista.
Considérese el problema que el propio Kitcher ve en su enfoque (la tercera crítica de sección anterior). ¿Qué tienen en común los diferentes patrones explicativos subyacentes a las prácticas explicativas de los científicos newtonianos? La respuesta intuitiva parece ser: todos ellos apelan a la mecánica clásica de partículas. Sin embargo, la naturaleza metateórica de esta teoría no ha constituido un tema sencillo de desentrañar. La renuncia de Kitcher a enfrentar la cuestión apelando a la noción de teoría, y a hacerlo en cambio a partir de la noción de explicación, tiene que ver, al menos en parte, con la persistencia de los intentos fallidos de pensar la mecánica desde las concepciones clásicas de teoría. Sin embargo, y este es nuestro punto, es factible elucidar satisfactoriamente las teorías empíricas presuponiendo nociones de teoría diferentes de las clásicas. Particularmente, apelaremos a la noción de
Según Kuhn, en teorías altamente unificadas hay algunas generalizaciones que no son «leyes específicas», sino «esquemas» que pueden adoptar formas específicas a la hora de tratar problemas específicos:
[…] generalizaciones [como
Esta idea kuhniana ha sido elaborada en detalle por el estructuralismo con las nociones de
Es importante señalar que el estructuralismo no es un enfoque acerca de la naturaleza de las teorías que se sostenga
La relación de arriba hacia abajo en esta jerarquía no es de implicación o derivación, sino de
De este modo, las leyes fundamentales actúan como principios-guía desde la cúspide de la estructura en tanto que «programáticas» o heurísticas en el sentido que nos dicen el tipo de cosas que debiéramos buscar si queremos explicar un fenómeno específico. Pero tomadas de manera aislada, sin sus especializaciones, dicen muy poco del mundo, al punto que han sido consideradas como «empíricamente irrestrictas» (Moulines 1978).
Si bien el marco conceptual estructuralista propone muchas otras herramientas a la hora de reconstruir teorías, estas nociones bastan para los fines de este trabajo.
Antes de tratar de mostrar cómo el estructuralismo puede colaborar con el enfoque de Kitcher para brindar una elucidación más satisfactoria del poder unificador de teorías del estilo de las apuntadas como ejemplos en la sección 2, es importante señalar que no existe incompatibilidad intrínseca alguna entre la perspectiva estructuralista y los patrones de razonamiento. De hecho, y por el contrario, es posible subrayar (al menos) dos semejanzas relevantes.
En primer término, se parecen en lo que niegan. En la concepción clásica o heredada de las teorías, para reconstruir una teoría había que identificar las leyes fundamentales a partir de las cuales—suponiendo las hipótesis subsidiarias adecuadas—se dedujeran todas las consecuencias observacionales verdaderas, es decir, todas las aplicaciones de la teoría. Como la deducción no es ampliativa, todo el contenido empírico (que no proviniera de las hipótesis subsidiarias) debía encontrarse en aquellos principios fundamentales. Pero la reconstrucción de teorías científicas desde el planteo clásico estricto ha probado ser precisamente (aunque no exclusivamente) por esta razón una tarea extremadamente dificultosa. Evidencia de ello es que bajo tal enfoque o bien no se han realizado reconstrucciones completas de teorías sustantivas, o bien que los intentos que sí tuvieron éxito resultaran en estructuras muy extensas y complejas—lo que, a su vez, no ayudaba a la realización del ideal de que tales reconstrucciones sirvieran a la enseñanza y comunicación de la ciencia, objetivos fundamentales de los empiristas lógicos, marco bajo el cual surgió esta concepción (Hahn et al. 1929)—e incluso que a la postre se resignaran los propios lineamientos del enfoque clásico (Hempel 1970).
En segundo lugar, y en parte como consecuencia de lo primero, existe una semejanza respecto de la estrategia reconstructiva. Tanto el patrón explicativo en el enfoque de Kitcher como la ley fundamental en el del estructuralismo (y en el de Kuhn) pretenden aportar una estructura en común para las diversas aplicaciones de la teoría.
Los patrones explicativos permiten obtener aplicaciones, pero no deducirlas. En ambos casos, la pregunta metateórica clave no es «¿de qué principios se deducen todas las aplicaciones de la teoría?», sino «¿qué es lo que todas las aplicaciones de la teoría tienen en común?». Responder esta pregunta, es una tarea no sólo realizable, sino que además permite obtener reconstrucciones mucho más sencillas, contribuyendo a la deseable clarificación de las teorías involucradas.
Por otro lado, la misma posibilidad de que el enfoque de Kitcher pudiera ser traducido a los marcos conceptuales semanticistas, ya había sido considerada por él mismo (Kitcher 1993, 18-19, n. 22).
Como ya afirmamos, varios de los constructos tematizados por Kitcher efectivamente han sido discutidos y elucidados utilizando las herramientas estructuralistas:
—La mecánica clásica. Una teoría que si bien ya había sido pensada desde el semanticismo por Patrick Suppes (McKinsey
—La teoría de la selección natural (Ginnobili 2010, 2012, 2016; Díez y Lorenzano 2013);
—La teoría del origen en común (Blanco 2012); y
—Diversas teorías de la genética (Balzer y Dawe 1997; Balzer y Lorenzano 2000; Casanueva 2003; Casanueva y Méndez 2005, Lorenzano 1995, 2000, 2002, 2014).
En todos estos casos aparecen leyes fundamentales, a la vez que se sugiere la aplicación a través de leyes especiales en el sentido desarrollado en la sección anterior.
Como veíamos, Kitcher mismo admitió que sus patrones son demasiado limitados para el caso de la mecánica clásica. Creemos que lo mismo puede decirse para el resto de los constructos que analiza. Consideramos, además, que la solución, como el mismo Kitcher sugería, viene de la mano de una noción de teoría más adecuada. La noción de ley especial no requiere la conservación de exactamente la misma estructura matemática para cada caso, a la vez que proporciona un sustrato legal a la explicación a través de sendas leyes específicas. Las diferentes leyes especiales, si bien preservan el marco conceptual y mantienen relaciones semejantes entre los conceptos, pueden asumir formas matemáticas peculiares.
Así, es posible encontrar vínculos entre aplicaciones que de otro modo aparecerían como inconexas entre sí: la unificación se produce no sólo por la cantidad de cosas de las que se da cuenta, sino también por lo heterogéneas que son esas cosas, justo lo que el propio Kitcher exigía de su propia propuesta (cf.
Por último, la impotencia del enfoque de Kitcher para dar cuenta satisfactoriamente del poder unificador de las teorías se relaciona específicamente con la segunda de las críticas de Psillos. Las instrucciones de reemplazo en el enfoque de Kitcher no son lo suficientemente elaboradas o sofisticadas como para mostrar que los conceptos más abstractos—representados por las
En las siguientes dos subsecciones desarrollaremos más pormenorizadamente estos dos puntos, para mostrar cómo la noción estructuralista de red teórica cubre todos los logros alcanzados por la propuesta de Kitcher a la vez que se libera de los defectos apuntados contra ésta. Pero esto implicará, como veremos, repensar la propuesta de Kitcher como una de las variables a sopesar en la determinación de la capacidad unificadora: la rigurosidad o lo estricto de los patrones de razonamiento. Es interesante señalar que estos dos problemas, que parecen diferentes por el modo en que Kitcher los presenta, en realidad se encuentran intrínsecamente relacionados. La solución desde el estructuralismo viene dada, en ambos casos, por la apelación a las nociones de red teórica y especialización.
Los patrones explicativos asociados a una teoría son mucho más versátiles de lo que la propuesta de Kitcher considera.
En el cálculo de la capacidad unificadora de una sistematización, la rigurosidad es un factor con el que aquélla varía de manera directamente proporcional. La rigurosidad del patrón se evalúa adoptando una combinación de dos factores: los patrones son estrictos si sus instanciaciones contienen estructuras lógicas similares y sus instanciaciones contienen vocabulario no lógico similar en lugares similares (Kitcher 1981, 527). Trataremos en este apartado, específicamente el primero de los componentes de la rigurosidad. Cuanto más semejantes en estructura lógica sean las instanciaciones de un patrón, más unificador es éste. Si bien, como veíamos antes, Kitcher considera que este requisito es algo simplista, porque los patrones asociados a la mecánica clásica tienen diferente estructura, es interesante señalar que la diversidad en estructura explicativa es presentada por Kitcher como yendo en detrimento de la capacidad unificadora. Lo que se puede ver, en los análisis estructuralistas de las teorías con las que estamos tratando, es que la divergencia en estructuras explicativas podría ser vista, al contrario de lo sostenido por Kitcher, como un síntoma de capacidad unificadora. Esto se debe a que ésta no sólo está determinada por la amplitud del campo de aplicación empírica, sino por la heterogeneidad de tales aplicaciones.
Ejemplifiquemos el punto señalado con la teoría de la selección natural. El primer sentido en el que los patrones de Kitcher aparecen como demasiado rígidos queda evidenciado sencillamente cuando se ven los diferentes modos en que puede utilizarse la teoría para dar cuenta de sus diversos
En todos estos casos, la estructura lógica de las diferentes aplicaciones de la selección natural no se conserva, las instanciaciones de los patrones serían poco similares. Como veíamos, Kitcher es consciente de esto, al menos en el caso de la mecánica clásica. Pero entonces, si las teorías unificadoras no tienen instanciaciones con la misma estructura lógica, ¿por qué poner la rigurosidad como un requisito de la unificación? Volveremos sobre esto en la sección 5.
La noción de red teórica del estructuralismo metateórico permite capturar una intuición que Kitcher señala y que toda metateoría desearía conservar: en qué sentido podemos decir que nos encontramos en el seno de una y la misma teoría a pesar de reconocer heterogeneidades en ella.
El enfoque elucidatorio debería ser lo suficientemente dúctil como para permitir «seguir» las heterogeneidades propias de la teoría en cuestión, y eso incluye casos de teorías en los que las aplicaciones concretas varían entre sí de un modo ostensible. En resumen, los límites de esa diversidad no están atados a un abanico común para todas las teorías de la empresa científica, por lo que la herramienta reconstructiva debe ser lo suficientemente flexible como para poder atrapar todo ese espectro de variabilidad que nos ofrecen tales teorías. Es lo amplio de ese abanico lo que demanda una metateoría elástica en desmedro de una rígida.
Nótese, por ejemplo, que en la reconstrucción estructuralista de la mecánica clásica de partículas distintas especializaciones exhiben (muy) distintas leyes que dictan regularidades sobre las respectivas porciones de la naturaleza a la cual se aplican. De hecho, si hubiera coincidencia en el rango de aplicación empírica de todas las leyes, no habría necesidad de pensar en una estructura jerárquica, pero ese no es el caso de ninguna de las numerosas teorías que han sido reconstruidas hasta ahora, y es justamente esto lo que permite un análisis sistemático en un sentido dependiente de la estructura global, pero también, en otro sentido—limitado, pero genuino—, por separado de ella.
Como hemos venido afirmando, es la apelación a la
En la genética clásica, dicha estructura, y la de los patrones explicativos asociados, puede variar dependiendo del número de pares de alelos/factores/genes involucrados (sea uno o varios), del modo en que dichos alelos/factores/genes se relacionan con las características (fenotipos) (ya sea dominancia completa o incompleta, codominancia o epistasis) y de la manera en que los alelos/factores/genes paternos son distribuidos en la descendencia (con combinaciones de genes equiprobables o no).
Para el caso de la teoría del origen en común, nótese que las variantes en la estructura de los patrones explicativos se da al menos por notables diferencias en los
Hasta ahora nos enfocamos sólo en el primero de los requisitos de la rigurosidad, que tiene que ver con la estructura lógica de las diferentes instanciaciones. Sin embargo, el elemento más interesante de la rigurosidad tiene que ver con las instrucciones de reemplazo. Nos ocuparemos de ello en el siguiente apartado.
Las instrucciones de reemplazo instancian de manera directa las
Ilustremos este punto con el caso de la teoría de la selección natural. De un modo análogo a lo que ocurre con la mecánica clásica de partículas, en donde la red teórica surge de la especificación que recibe el concepto de fuerza, uno puede pensar la teoría de la selección natural como una red teórica que surge de las diferentes especificaciones que recibe el concepto de aptitud o
En el caso de la genética clásica (de transmisión), la red teórica surge de la especificación que recibe el concepto de genotipo (Lorenzano 1995, 2000, 2002). Las diferencias en las distribuciones específicas de características (fenotipos) en la descendencia se debe a la presencia en los progenitores de factores/genes (genotipos) específicos que «producen»/«determinan» las características y se combinan probabilísticamente y transmiten a la descendencia en la reproducción, de modo tal que las distribuciones de factores/genes (genotipos) «concuerdan» (de manera específica y más o menos aproximada) con las distribuciones de características (fenotipo). En cada caso específico se deben buscar genes específicos, sus efectos fenotípicos específicos y la manera específica en que se distribuyen dichos genes de modo de poder dar cuenta de la distribución específica de las características en la descendencia. Las distintas maneras en que puede ser aplicada la genética clásica (de transmisión) vienen dadas (son especificadas) por las distintas leyes especiales de la teoría.
Una analogía similar puede identificarse en la teoría de ascendencia en común: distintos patrones en la configuración de homologías se explican a partir de diferentes distancias parentales, concretizando la ley general que supone irrestrictamente un origen en común para los portadores de cualquier semejanza de ese tipo. A pesar de lo heterogénea de la biodiversidad, la teoría, vía su ley fundamental, pretende encontrar vestigios de ancestría en común en virtualmente todas las formas de seres vivos de la historia. Ante cada caso concreto, las distancias parentales son especificadas vía leyes especiales.
Como se puede ver, los dos problemas señalados por Psillos en realidad son consecuencias de una misma carencia del enfoque de Kitcher. La heterogeneidad estructural de la que hablábamos en el apartado anterior se relaciona, justamente, con las diferentes especificaciones que reciben los conceptos fundamentales de la teoría. Una reconstrucción adecuada de las prácticas explicativas en un área disciplinar específica, debe reconocer las diferencias estructurales y conceptuales que existen entre las diversas y heterogéneas aplicaciones de una teoría. La evaluación de la capacidad unificadora de una teoría debe atender, entonces, a la heterogeneidad de casos en los que se aplica, a través de la heterogeneidad de las diferentes estructuras explicativas asociadas a la teoría, y a las diferentes especificaciones que reciben los conceptos de la teoría. Los dos apartados anteriores tratan con la rigurosidad propuesta por Kitcher (la similaridad estructural entre las diferentes instanciaciones del patrón, y que las instanciaciones tengan vocabulario no lógico similar en lugares similares) que como veíamos es una de las propiedades que debemos evaluar para juzgar la capacidad unificadora: la capacidad unificadora se incrementaría al incrementarse la rigurosidad. Lo que procuramos mostrar es que este modo de encarar la cuestión es inadecuado, no solo en su planteamiento específico, sino en la dirección en la que se enfrenta la solución al problema de la unificación espuria. Pues la heterogeneidad estructural y la forma heterogénea en las que los conceptos fundamentales de una teoría pueden reemplazarse, más que ir en desmedro de la capacidad unificadora, parece, al menos, un síntoma suyo. Volveremos sobre este aspecto en el siguiente apartado.
Como vimos, Kitcher intentó, en la misma línea de Friedman (1974), dar cuenta de la explicación a través de la noción de unificación. Nuestro interés no estaba en discutir tal vínculo, sino en lograr una mejor caracterización de la capacidad unificadora por sí misma. Sin embargo, no es nuestra meta dar una caracterización final y cerrada de dicha capacidad. Nuestro objetivo, menos ambicioso, es, sin embargo, doble. Por una parte, mostrar que los síntomas de capacidad unificadora planteados por Kitcher no sólo son inadecuados, sino que van en la dirección incorrecta para lidiar con los problemas que él mismo plantea. Por otra parte, que la presentación de la estructura fina de una teoría brindada por el estructuralismo es más adecuada para reflejar tal capacidad unificadora.
Recapitulemos lo ya señalado respecto del primer punto. Resulta bastante intuitivo,
Después de todo, insistimos, que una teoría sea unificadora no depende sólo del número de aplicaciones pretendidas exitosas sino de lo heterogéneas que sean tales aplicaciones. Efectivamente, la aserción «todos los cuerpos tienen masa» no es más unificadora que «la sumatoria de las fuerzas actuando sobre una partícula coincide con el producto de la masa de esa partícula por su aceleración», aunque tal vez se aplique a más cosas. Lo que hace unificador al segundo principio es que se aplica de modos diferentes a diferentes tipos de porciones de la naturaleza; porciones que, antes de Newton, no estaba en modo alguno claro que estuvieran relacionadas. En resumen, estas interrelaciones entre distintos elementos teóricos permiten verlos como partes de «algo unitario». En otras palabras: la relación de especialización y de red teórica parece un garante de cohesión más adecuado, y permite entender mejor en qué consiste la valiosa unificación de las teorías
Newton es unificador no tanto porque su teoría se aplique con éxito a muchas cosas, sino porque detectó que diversas aplicaciones respondían a un mismo patrón explicativo. Kitcher elucida la capacidad unificadora considerando sólo la generalidad, la cantidad de enunciados que son conclusiones de los patrones y la rigurosidad de tales aplicaciones. Pero mayor cantidad no garantiza mayor heterogeneidad. Otra vez: el mayor mérito del aporte de Newton no es que ponga bajo el mismo paraguas numerosas aplicaciones, sino que lograra integrar en un hasta entonces solapado patrón común, disimilitudes antes consideradas independientes. Más genéricamente: una teoría incrementa su potencia unificadora no tanto por incremento en el
Lo que un acercamiento al tema del poder unificador de la ciencia debe lograr no es sólo mostrar cómo se incorporan más casos de los ya conocidos, sino más bien la asociación en un mismo marco de parcelas del mundo diferentes. Allí es, insistimos, donde reside el verdadero poder unificador de las teorías, y es eso mismo lo que la elucidación metateórica debe reflejar con la mayor fidelidad posible. Eso implica repensar, y tal vez abandonar, la noción misma de rigurosidad planteada por Kitcher. La rigurosidad no es una forma adecuada de pensar la cohesión de una teoría.
Así como la capacidad unificadora cuenta como virtud epistémica a la hora de escoger entre teorías en conflicto, la competencia para elucidar precisamente ese mérito bien puede contar a su vez como criterio virtuoso de selección de enfoques reconstructivos de tales teorías. Concretamente: prefiérase aquella perspectiva que capture con mayor claridad tanto las distintas aplicaciones de una teoría como aquello que todas aquéllas tienen en común.
Fuera de sus innegables virtudes, el enfoque de Kitcher exhibe algunas dificultades que obstaculizan su objetivo, y esto por dos razones. Por una parte, los patrones que ofrece son demasiado rígidos y, en consecuencia, limitados, en el sentido de que no logran explicitar la estructura común de todas las aplicaciones de las teorías en cuestión, sino sólo algunas de ellas. Por otra parte, las instrucciones de llenado son demasiado sencillas: únicamente permiten reemplazar las
Las nociones de red teórica y especialización del estructuralismo (que elucidan y elaboran sistemáticamente algunas sugerencias kuhnianas) no sólo permiten conservar las conquistas de la perspectiva de Kitcher, sino que además la aventajan solucionando los tres problemas que se le han endilgado. Esto se hace, además, de un modo semejante al pretendido por Kitcher, en donde no se intenta presentar un cálculo axiomatizado del cual se deduzcan todas las aplicaciones de la teoría, sino explicitando la estructura común a las diferentes aplicaciones desde un marco nómico coincidente (la ley fundamental), pero también con otras leyes más restrictivas (dependientes en algún sentido de aquella ley fundamental, aunque no derivadas deductivamente de aquélla) que valen sólo para dominios más restringidos y específicos.
Por último, reconocemos que hemos dejado de lado una cuestión que pudiera considerarse importante. Kitcher pretende reconstruir
Para terminar, señalaremos lo siguiente. Morrison, por ejemplo, plantea la cuestión de cómo dar cuenta de la cohesión en un ámbito en el que se apela a modelos heterogéneos (Morrison 2000, 206-209). Más allá de la solución que brinda, que no discutiremos por cuestiones de espacio, la misma pregunta puede sugerir que la unificación de la mecánica clásica y de teorías biológicas debiera pensarse de un modo diferente. La apelación a las redes teóricas estructuralistas para asegurar la cohesión de las aplicaciones empíricas de una teoría unificadora, y por lo tanto, heterogénea en sus casos de aplicación, además, tiene el beneficio pretendido por Kitcher de brindar un mismo tipo de enfoque acerca de la unificación que se aplique transdisciplinariamente. La razón por la cual la mecánica clásica de partículas, la teoría del origen común, la genética clásica o la teoría de la selección natural, son unificadoras, es la misma: constituyen cada una de ellas una colección de elementos teóricos que tratan casos heterogéneos subsumiéndolos en alguna línea de especialización de su red teórica, que es el «desarrollo multidireccional» de un principio-guía común.
Esta investigación fue financiada por los siguientes proyectos: PICT-2014-1741 (ANPCyT, Argentina), 32/15 255 (UNTREF, Argentina), FFI2012-37354 /CONSOLIDER INGENIO CSD2009-0056 (España) y FFI2013-41415-P (España). El orden de los autores no refleja el tiempo dedicado ni las contribuciones realizadas al trabajo, sino que es estrictamente alfabético. Agradecemos los valiosos comentarios a versiones previas del trabajo de José Díez y dos evaluadores anónimos.
La presentación más acabada de esta perspectiva sigue siendo (Balzer
Los problemas al enfoque de Kitcher señalados en la literatura no se agotan en los tematizados en esta contribución. En particular, queda fuera de consideración en este trabajo el análisis de las críticas de parte de aquellos que consideran que la explicación está estrechamente relacionada con la
Como dijimos, aquí sólo presentamos rudimentos de algunos aspectos del arsenal ofrecido por esta metateoría según la pertinencia para el tópico que nos ocupa.
Véase Ginnobili y Blanco (2017) para una comparación entre las versiones de Darwin y Wallace, que considera, justamente, la mayor capacidad unificadora de la primera respecto de la segunda.
Si bien el hecho de que la heterogeneidad aplicativa no ha sido tomada en cuenta como positiva en la discusión acerca de la unificación, sí ha sido considerada como un