Vasa de porfido rosso. Ejemplares de Hispania*
Porfido rosso vases. Pieces from Hispania
Virginia García-Entero**
UNED
Raúl Aranda González,
Simona Perna
Institut Català d’Arqueologia Clàssica
RESUMEN: Presentamos las evidencias de recipientes de porfido rosso documentadas en Hispania, en los yacimientos de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) y Carranque (Toledo), poniendo en contexto la elaboración y usos de estas piezas en el ámbito romano.
Palabras clave: porfido rosso, recipientes, Hispania, aristocracia, estatus.
ABSTRACT: We present the evidence of porphyry vases documented in Hispania, at the sites of Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) and Carranque (Toledo), putting into context the production and uses of these pieces in the Roman sphere.
Keywords: porfido rosso, vases, Hispania, aristocracy, estatus.
* Este trabajo se inscribe en el marco de los proyectos de investigación «Arqueología e Historia de un paisaje de la piedra: la explotación del marmor de Espejón (Soria) y las formas de ocupación de su territorio desde la Antigüedad al siglo xx» (PGC2018-096854-B-I00 y SULMARE PID2019-106967GB-I00) financiados por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades/AEI/FEDER, EU y «Circulación de bienes, hábitos de consumo y estrategias de aprovechamiento de los recursos naturales en la villa romana de Carranque (Toledo) (siglos iii-v d.C.)» (Exte. SBPLY/19/180801/000040) financiado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. El trabajo se enmarca en el proyecto de investigación TECHNET. Technological Innovation and Knowledge Networks: a Multidisciplinary Approach to Greco-Roman Stone Vases (2020-2022) financiado por H2020-MSCA-IF-2019 (Grant Agreement: 895286). El trabajo se inscribe, asimismo, en la producción científica de los Grupos de Investigación de la UNED «Paisajes, arquitecturas y cultura material en la Iberia antigua-IBERIARQ» y «Arqueometría y Producciones Artísticas-ArPA» del Grupo 2017 SGR 00970 MIRMED-GIAC del ICAC, con financiación de AGAUR/Generalitat de Catalunya. Queremos agradecer al Museo de Santa Cruz de Toledo las facilidades dadas para poder estudiar el material que se halla depositado en sus fondos.
** Correspondencia a / Correspondence to: Virginia García-Entero, Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Geografía e Historia, UNED, c/Senda del Rey, 7 (28040 Madrid) – vgarciaentero@geo.uned.es – http://orcid.org/0000-0002-4871-2942.
Cómo citar / How to cite: García-Entero, Virginia; Aranda González, Raúl; Perna, Simona (2024), «Vasa de porfido rosso. Ejemplares de Hispania», Veleia, 41, -111. (Vasa de porfido rosso. Ejemplares de Hispania*).
Recibido: 13 enero 2023; aceptado: 30 abril 2023.
ISSN 0213-2095 - eISSN 2444-3565 / © 2024 UPV/EHU
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Introducción
El estudio de vajilla elaborada en piedras semipreciosas, cristal de roca y marmora —incluyendo el porfido rosso— tiene una larga tradición que arranca en los primeros inventarios surgidos a raíz del coleccionismo que desde el siglo xvi reunió importantes ejemplares en Gabinetes y Wunderkammern de las cortes europeas y cuyo origen y procedencia están cargados de incertidumbre. El hecho de que estas piezas fueran objeto continuo de reutilización, reelaboración, atesoramiento y coleccionismo desde la Antigüedad en adelante hace que su estudio esté muy condicionado por la vaguedad de la información cierta existente sobre buena parte de los objetos y por la dificultad para acceder a piezas convertidas en mobiliario litúrgico, relicarios o simplemente objeto del coleccionismo privado, limitaciones ya manifestadas por C. Gasparri en su trabajo de 1975 como comentario al de H. P. Bühler de 1974. El estudio de ejemplares de cronología romana cuenta con una larga tradición historiográfica, si bien, en el caso de los recipientes elaborados en mármoles y rocas ornamentales, su análisis ha estado muy condicionado, entre otras cuestiones, por la falta de contextos que ha motivado su tradicional adscripción a obras helenísticas elaboradas en talleres de Alejandría de Egipto (síntesis en Perna 2021). No obstante, como una de nosotros (S. Perna) ha tenido ocasión de analizar, la elaboración de recipientes de marmor protagonizó un momento álgido entre finales del siglo i a.C. y época julio-claudia, convirtiéndose su posesión en icono del lujo para unas élites que transmitieron, a través del uso de estos recipientes marmóreos, mensajes materiales, ideológicos y socioeconómicos de prestigio y estatus, y en los que la dureza del material, el color y el brillo de la piedra y el tamaño y virtuosismo del tallado de los recipientes jugó un papel fundamental (Perna 2021).
El uso del porfido rosso para la elaboración de recipientes
Como es bien sabido, el uso del porfido rosso egipcio para la elaboración de elementos de escultura arquitectónica y estatuaria está bien atestiguado desde época julio-claudia, a raíz del «descubrimiento» de las canteras del Mons Porphyrites producido con anterioridad al año 18 d.C., cuando Caius Cominius Leugas dedicó una estela de porfido nero a Pan y Serapis, identificándose a sí mismo como el descubridor de estas canteras junto a las de otras rocas de color no identificadas (Van Rengen 1995). No obstante, no será hasta época neroniana cuando el uso de este material alcance verdadera notoriedad en Roma tras una utilización previa restringida[1]. Antes de época romana, las canteras del porfido de Gebel Dokhan, ubicadas en el desierto oriental egipcio (Peacock & Maxfield 2001), parecen haber sido prácticamente desconocidas, si bien la existencia de algunos objetos elaborados en este material en época predinástica e inicios del Imperio Antiguo (amuletos, cuentas, vasos) y esculturas y otros elementos atribuidos —no sin debate— al período ptolemaico, permiten suponer una explotación puntual de bloques erráticos en esas cronologías[2].
Entre los objetos elaborados con esta roca se hallan, como hemos indicado, elementos de decoración arquitectónica, escultura, placas y crustae de revestimiento parietal y pavimental, sarcófagos, mobiliario, coticula y vajilla de formas y tamaños muy diversos fechables desde el periodo julio-claudio. El uso del porfido rosso tuvo desde los reinados de Trajano y Adriano en adelante —con la extracción de grandes bloques monolíticos— momentos excepcionalmente álgidos como expresión, junto a otros marmora de color, de la publica magnificentia por su vinculación como símbolo mismo del poder y de la dignidad imperial[3]. El porfido rosso se convirtió en la roca característica de la Tetrarquía y durante el período constantiniano, ya que las canteras reabiertas de Mons Porphyrites bajo Diocleciano proporcionaron grandes bloques para la elaboración de columnas, revestimiento de paredes y suelos para los palacios, arcos, templos, baños y edificios públicos de este período así como para los sarcófagos de la familia imperial (Peacock & Maxfield 2007, 424-426). En el período bizantino, el pórfido fue definido por los bizantinos «λίθος Ρωμαίoς» (piedra romana) debido al uso extensivo que los romanos habían hecho de él, llegando a simbolizar el poder de la propia Roma.
Si centramos nuestra atención en los recipientes de porfido rosso, su elaboración desde época julio-claudia pone de manifiesto que los experimentados artesanos —para los que se ha propuesto un origen egipcio o de Asia Menor[4]— optaron por trabajar este duro material al que dotaron de multitud de formas según los gustos y modas de las elites romanas en el marco de la importancia que los objetos de marmor adquirieron entre estas como símbolo mismo de estatus. Los ejemplares conocidos permiten identificar la presencia de una amplia variedad de formas entre las que se encuentran cuencos, cubiletes, copas, vasos canopos, sítulas, ánforas, cráteras, platos, fuentes, platos para cosméticos, cistas funerarias, urnas y morteros. Empleadas para usos funerarios —urnas—, ceremoniales —cultuales y rituales— y como vajilla en eventos sociales —banquete—, algunas piezas elaboradas en porfido rosso parecen haber tenido, a través del color púrpura, vinculación con ceremonias de consumo de vino y, por extensión, con Baco, razón que podría haber inspirado la adopción de formas como cráteras, sítulas, ánforas y copas y la presencia de motivos dionisíacos en algunas de las piezas conocidas, incluso reutilizadas como urnas funerarias cuya nueva función se veía reforzada a través de su mensaje escatológico (Perna 2021, 59 y 70-72).
Los recipientes de vajilla elaborados en porfido rosso en época romana son muy limitados en número[5] si los comparamos con ejemplares realizados en otras rocas, piedras semipreciosas y cristal de roca, estando su atribución cronológica y estudio tipológico muy determinados por la propia naturaleza de la piedra, cuya extrema dureza impuso la simplicidad de formas y decoraciones, así como por la excepcionalidad de unos objetos vinculados con la comitencia imperial y la alta aristocracia. A estas dificultades para el estudio de los vasos de porfido rosso elaborados en el mundo clásico, debemos sumar el hecho de que desde el siglo xvii en adelante la fabricación de recipientes en este material fue frecuente en diversos talleres que abastecieron de estos productos de lujo a las cortes europeas utilizando en su ejecución bloques y piezas procedentes de contextos antiguos[6] que fueron entonces reutilizados y reelaborados empleando diseños, técnicas y herramientas muy similares a las utilizadas por los artesanos antiguos[7]. Buena prueba de ello es la incierta atribución cronológica de una parte significativa de los ejemplares hoy conservados en distintas instituciones eclesiásticas, museos y colecciones privadas y las discrepancias existentes en las valoraciones que los investigadores que se han ocupado de estos objetos exponen sobre su cronología, circunstancia extensible al de la vajilla elaborada en rocas duras, piedras semipreciosas y de cristal de roca cuya atribución cronológica, a falta de contextos arqueológicos claros, se ha basado durante décadas exclusivamente en el criterio comparativo, no falto de arbitrariedad dado el conservadurismo de algunas formas y las dificultades técnicas impuestas por la dureza de ciertos materiales que condicionó tanto la forma como la decoración.
Así, en la más reciente catalogación de objetos elaborados en porfido rosso a lo largo de la historia, D. del Bufalo recoge ciento noventa evidencias de recipientes realizados en esta roca de los que apenas treinta y dos pueden ser atribuidos con cierta seguridad a cronología romana (siglos i a v d.C.). Si centramos nuestra atención en los morteros, del catálogo conformado por cincuenta y cinco piezas, apenas once son considerados romanos, mientras que, en el caso de las tazas de labra, de los treinta y un ejemplares catalogados por este autor, veintitrés son atribuidos a época romana (Del Bufalo 2018). Si descartamos las piezas antiguas que son atestiguadas en contextos medievales y aquellas procedentes del mercado anticuario, apenas siete ejemplares proceden de contextos arqueológicos conocidos, aunque, como veremos, mayoritariamente poco concretos, lo que dificulta sobremanera cualquier intento de establecer una cronotipología para el estudio de los recipientes de porfido rosso. Dada la importancia de estas piezas procedentes de contextos arqueológicos, nos detendremos brevemente en su descripción (fig. 1).
A este limitado grupo pertenece un pequeño cubilete (fig. 1.1) procedente de excavaciones no especificadas llevadas a cabo en catacumbas de Roma y datado de forma genérica entre los siglos i a iii d.C.; la pieza, que D. Del Bufalo recoge como inédita[8], se conserva en los Museos Vaticanos (Del Bufalo 2018, 137 n.º V4).
En este mismo amplio marco cronológico se fecha la extraordinaria urna funeraria con tapa (fig. 1.2) hallada en 1776 en el mausoleo de Tour de l’Horloge en Aix-en-Provence, actualmente conservada en el Museo Granet de esta localidad francesa[9]. La urna se hallaba en el pedestal del
Figura 1. Recipientes de porfido rosso citados en el texto, diferentes escalas. 1.1: Cubilete procedente de las catacumbas de Roma (de Del Bufalo 2018, 137 n.º V4); 1.2: Urna de Aix-en-Provence (de Malgouyres 2003, 55), 1.3: Plato de «cosméticos» procedente de Pompeya (de Delbrueck 1932, Abb. 111) .4: Cuenco procedente de la habitación n.º 13 del área II de Kapicî (Begram, Afganistán) (de Del Bufalo 2018 140, V23); 1.5: Vaso procedente de la habitación n.º 13 del área II de Kapicî (Begram, Afganistán) (de Del Bufalo 2018 140, V24); 1.6: Fragmentos de plato procedentes de las excavaciones en Piazza Marconi de Cremona (de Slavazzi 2008); 1.7: Plato conservado en el Altes Museum de Berlin (de Mielsch 2002); 1.8: Fragmentos de recipientes de la colección Gorga (de Gasparri 1999); 1.9: Fragmentos de recipientes procedentes del santuario de Minerva en Breno (de Slavazzi 2010).
monumento funerario construido para conmemorar a Sextius Iulius Verus, laticlavius que murió antes de asumir su cargo. El contenido del interior de la urna, sellada hasta finales del siglo xviii, permite datar su contexto de uso en la primera mitad del siglo ii d.C.[10]. La urna es parte de un número muy limitado de contenedores funerarios tallados en rocas ornamentales con doble asa con tapa, remate y pie que se utilizan entre la elite romana y provincial entre fines del período augusteo e inicios del ii d.C. con un punto álgido en su producción en el período julio-claudio y de su difusión provincial en el período flavio y antonino (Perna 2014, 2019 y 2021 58, 70-73). Mayoritariamente talladas en alabastro de calcita, cuatro de estas urnas, incluida la que ahora tratamos, fueron elaboradas en porfido rosso[11].
A una fecha anterior al 79 d.C. pertenece un pequeño recipiente identificado por R. Delbrueck como vaso para cosméticos (fig. 1.3), procedente de las excavaciones de Pompeya y que este autor refiere conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles[12]. Si bien se desconocen las circunstancias y lugar del hallazgo, su presencia en la ciudad constituye un dato cronológico de gran interés a la hora de valorar las formas y técnicas de elaboración de estas piezas en un contexto cronológico más concreto.
Entre los ejemplares más destacados y mejor conocidos hallados en contexto arqueológico, se encuentran el cuenco (fig. 1.4) y el vaso (fig. 1.5) de porfido rosso procedentes de las excavaciones realizadas en 1937 y 1939 en la habitación 13 del área II de la ciudad de Kâpicî (Begram, Afganistán), una de las capitales del reino centroasiático de Kusham. Las excavaciones fueron realizadas por J. Hackin y su equipo en el marco de la expedición de la Delegación Arqueológica Francesa en Afganistán (Hackin 1954). Estos dos vasos fueron hallados junto a un extraordinario conjunto de centenares de objetos (marfiles tallados, recipientes y cajas lacados, utensilios de bronce y cobre, recipientes de vidrio, moldes de yeso con decoración en relieve, recipientes tallados en cristal de roca y en alabastro, etc.) procedentes de China, India, Asia occidental y central y el ámbito Mediterráneo que, recuperados en las habitaciones 10 y 13, fueron datados por su excavador en los siglos i-ii d.C. (Hackin 1954, 14), si bien el minucioso análisis realizado recientemente por L. Morris permite ubicar dichos objetos entre mediados del i a.C. y mediados del iii d.C., fecha esta última a la que pertenecen parte de las monedas documentadas (Morris 2021). Los objetos de este extraordinario conjunto se conservan en el Museo Nacional de Afganistán en Kabul[13] y en el Museo Guimet de París. Las carencias metodológicas durante el proceso de excavación, el desarrollo de estas en el marco del estallido de la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de documentación y la trágica desaparición del matrimonio Hackin en 1941, han condicionado sobremanera el estudio del conjunto del que apenas se conoce el contexto, habiéndose centrado la investigación posterior en la datación y lugar de fabricación de los objetos, dando lugar a diversas teorías. Los dos recipientes de porfido rosso[14] fueron localizados en el centro de la estancia 13, a ca 2,50 m de profundidad (Hackin 1954, 294 y figs. 154 y 154bis). Mientras que el vaso fue recuperado completo, el cuenco estaba fragmentado lo que ha llevado a plantear que la pieza hubiera sido depositada ya inutilizada como ocurre con buena parte de los objetos documentados (Morris 2021, 281-282). En relación con la cronología, y ante la falta de paralelos en porfido rosso, la datación de estos dos recipientes se ha establecido a partir de la comparación con ejemplares vítreos (Ising 29 y 34 para el vaso e Ising 1, 18 y 19 para el cuenco) datados en el siglo i d.C.[15]. Estos dos recipientes se suman a tres vasos de alabastro y un cántaro de cristal de roca para los que se ha propuesto una fabricación en Egipto entre finales del i a.C. y el ii d.C. (Morris 2021, 279-283), si bien cabe indicar que el análisis detenido de algunos de los recipientes lapídeos recuperados en este extraordinario conjunto permite apuntar su fabricación a inicios del i d.C. a partir de paralelos en Montpellier y en un taller de Memphis. La naturaleza y significado de este depósito de piezas ha dado lugar a diferentes explicaciones que entienden el ocultamiento como un tesoro palatino escondido por la presión de la invasión sasánida o un depósito mercantil a la espera de su distribución, acumulado, según algunos investigadores, en calidad del cobro de los derechos de aduana recaudados por el paso de las caravanas por la ciudad. En la más reciente interpretación del conjunto, L. Morris propone que se trata de una colección de objetos valiosos acumulados a lo largo de varias generaciones por parte de la elite de la ciudad y depositados en una estructura de difícil interpretación —¿residencial? ¿cultual?— bien por razones utilitarias —para su posterior recuperación— bien por razones rituales en un momento datable a partir de mediados del siglo iii d.C., coincidiendo con el colapso de la organización social de la ciudad y la salida de sus élites urbanas (Morris 2021).
Entre las piezas más recientemente recuperadas en contexto arqueológico se hallan hasta once fragmentos pertenecientes a un único plato documentado en las excavaciones llevadas a cabo en 2005 en la Piazza Marconi de la ciudad italiana de Cremona (fig. 1.6). Los fragmentos fueron recuperados en una lujosa residencia de época augustea de la colonia romana, si bien el plato de porfido rosso procede de niveles de abandono de la domus fechados en el 69 d.C.; el plato ha sido datado por F. Slavazzi en época neroniana o incluso anterior[16] (Slavazzi 2007). Este contexto arqueológico es de gran importancia, dado que permite confirmar que se elaboraron platos de esta dimensión, calidad técnica y forma en época julio-claudia, constituyendo un paralelo formal al plato conservado en el Altes Museum de Berlin (n.º inv. Sk2008) para el que se habían propuesto cronologías del siglo ii (Delbrueck 1932, 195, Taf. 97, Abb. 98) y del siglo iv d.C. (Mielsch 2002) a partir de paralelos en vajilla metálica (fig. 1.7), dataciones que el ejemplar de Cremona permite retrasar. La pieza de Cremona es también un paralelo formal para los dos pequeños platos recuperados en el siglo xix durante los trabajos de dragado y drenaje del Tíber que formaron parte de la colección Gorga (fig. 1.8), que desde 1977 se hallan conservados en el Museo Nazionale Romano[17] y que actualmente se fechan en el siglo i d.C.
También de un reciente contexto arqueológico proceden los ejemplares de vajilla de porfido rosso recuperados en el Santuario de Minerva, en Breno. Se trata de dos pequeños fragmentos (fig. 1.9), recuperados en la unidad estratigráfica 1077, correspondientes a sendos platos[18]. Los dos recipientes, según F. Slavazzi, formaron parte de la vajilla litúrgica del santuario remodelado en época flavia y cuya presencia en dicho contexto podría responder a una ofrenda por parte de personajes de la elite o de la propia familia imperial (Slavazzi 2010).
Evidencias de vajilla de porfido rosso en Hispania
A estos ejemplares de recipientes de porfido rosso documentados en distintos contextos arqueológicos, podemos sumar, ahora, las evidencias atestiguadas en Hispania. Se trata de un fragmento documentado durante las excavaciones desarrolladas en 2022 en la domus del peristilo de la ciudad romana de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) y de una veintena de fragmentos vinculables, al menos, a cuatro recipientes elaborados en porfido rosso procedentes de las excavaciones en el edificio palacial de Carranque (Toledo).
Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza)[19]
Del yacimiento romano de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza), identificado con la antigua Tarraga/Tarraca ubicada en la vía que unía Caesaraugusta con Pompelo (Andreu Pintado 2012 ed. y 2022), procede un fragmento de recipiente de porfido rosso hallado durante las excavaciones de 2022 (fig. 2). El fragmento fue recuperado en el Sector Domus D del yacimiento, en un nivel superficial que, según sus excavadores, podría vincularse a la remoción del último nivel de ocupación de la denominada domus del peristilo, rica residencia ubicada en el sector norte del enclave[20] y cuyo abandono pudo producirse, a falta del estudio estratigráfico en curso, a finales del siglo ii o inicios del iii d.C. Se trata de un pequeño fragmento de 3,5 × 2,5 cm que se corresponde con parte de un borde de un recipiente de perfil plano y borde recto, si bien las dimensiones del fragmento impiden conocer si se trata de un pequeño plato (el diámetro estimado de la pieza es 12 cm) o de otro tipo de perfil. La pieza tiene un grosor de 0,3 cm y presenta dos pequeñas molduras en el borde de la superficie inferior y tres pequeñas molduras a 1,2, 1,4 y 1,6 cm del borde en la superficie superior. Ambas superficies están pulidas y se pueden observar las marcas del pulimento en forma circular.
Figura 2. Localización, planimetría del yacimiento de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) (Andreu 2022), planta del Barrio Residencial Altoimperial (Diego Gaspar, Arqueocad) y fragmento de recipiente de porfido rosso hallado en 2022 (dibujo y montaje V. García-Entero a partir de fotografía de Equipo de Investigación Los Bañales).
La presencia de mármoles blancos y de rocas ornamentales de color se ha atestiguado en distintos puntos del yacimiento. Destaca el programa escultórico y la decoración arquitectónica del foro, de donde proceden decenas de fragmentos de una escultura toracata imperial elaborada en mármol de Luni-Carrara (Romero Novella 2015 y 2022). En otros puntos del enclave se han localizado molduras realizadas en mármol de Luni-Carrara y lumachella oriental y placas de revestimiento realizadas en lumachella oriental, rosso antico, giallo antico, mármol gris y bandeado de Saint-Beat y campan verde y rosa (Lapuente et alii 2012), circunstancia que permite contextualizar la presencia del fragmento de recipiente de porfido rosso en el marco de la llegada al yacimiento de marmora de ámbito mediterráneo y pirenaico, identificación realizada a partir de una sólida base arqueométrica.
Carranque (Toledo)
El yacimiento de Santa María de Abajo (Carranque, Toledo) se halla situado en el centro de la península ibérica y cuenta con una larga trayectoria desde su descubrimiento en 1983. Durante la primera etapa en su investigación desarrollada entre 1985 y 2003 bajo la dirección de D. Fernández-Galiano, se exhumaron una serie de edificios y estructuras que permitieron atribuir todo el conjunto a una rica propiedad rural que tuvo un momento de especial relevancia durante época teodosiana (AAVV, 2001). La reanudación de la investigación arqueológica, ya con sólidas bases estratigráficas, desde 2004 bajo la dirección de uno de nosotros (V. García-Entero), ha permitido conocer y concretar diversos aspectos sobre este importante enclave cuya ocupación arranca en un momento altoimperial aún por definir y que, tras importantes transformaciones acontecidas a finales del siglo iv d.C., se mantuvo de forma ininterrumpida hasta finales del siglo xix[21]. Esta larga y continuada ocupación se hace evidente en el edificio palacial ubicado en el sector norte del yacimiento (fig. 3). Excavado entre 1988 y 2003 sin metodología estratigráfica, el estudio de los materiales recuperados durante esas intervenciones y el desarrollo de excavaciones puntuales en ciertos sectores —trabajos que abordamos en 2009 y 2010—, nos han permitido conocer las características de este palacio construido a finales del siglo iv d.C. y en el que la arquitectura, la decoración marmórea y la cultura material permiten afirmar que su erección constituyó un verdadero gesto de poder[22].
La revisión, clasificación y estudio del material marmóreo recuperado durante las excavaciones (1988-2003) del edificio palacial, nos ha permitido conocer un excepcional conjunto de marmora procedentes de las principales canteras de ámbito mediterráneo y peninsular y que alcanza ca de 60.000 piezas y fragmentos que fueron utilizados en la decoración interior de los espacios del palacio como columnas, pilastras, placas de revestimiento parietal y pavimental, crustae parietales y pavimentales y elementos moldurados[23].
De este amplio elenco de materiales queremos ahora destacar cuarenta y tres fragmentos procedentes de varios recipientes de vajilla marmórea realizada en porfido rosso y mármoles blancos de diferentes calidades[24]. El material ahora estudiado es inédito, si bien cabe indicar que tres fragmentos de porfido rosso y uno de mármol blanco fueron incluidos en el catálogo de piezas que acompañó la exposición Carranque. Centro de Hispania romana celebrada en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid y el Museo de Arqueología de Cataluña-Barcelona en 2001
Figura 3. Localización y planimetría del yacimiento de Carranque y planta del edificio palacial con superposición del sistema de cuadrículas empleado durante su exhumación entre 1988 y 2003. © Equipo de Investigación de Carranque.
y 2002[25]. El análisis de estas piezas está muy condicionado por la extrema fragmentación que presentan —fruto de la intensa y continuada ocupación del enclave— y por las propias circunstancias de su recuperación dado que las excavaciones realizadas en el yacimiento entre 1985 y 2003 se hicieron, como hemos indicado, sin metodología estratigráfica que permita conocer los contextos en los que aparecieron los elementos de la cultura material entonces recuperados[26]. No obstante, las excavaciones puntuales que hemos podido realizar en ciertos sectores del edificio en 2009 y 2010 nos han permitido conocer la larga secuencia de ocupación instalada sobre el palacio desde mediados del siglo v d.C. —ya en ruinas— en adelante. Nuestro conocimiento de la ocupación del lugar fruto de la secuencia establecida a partir de bases estratigráficas nos permite plantear la hipótesis de que los recipientes marmóreos ahora analizados pudieran proceder, una vez amortizados, de diferentes contextos de rellenos de fosas de época tardoantigua y tardoemiral, así como de remoción de tierra producida durante la construcción y uso de la necrópolis visigoda (siglos vi-vii) o de las estructuras generadas en época medieval cristiana vinculadas con el monasterio de Santa María (siglo xii), contextos a los que se asocian miles de fragmentos de marmor recuperados durante las excavaciones de 2009 y 2010 (García-Entero et alii 2014, 2017c, 2017b y 2017c). En este sentido debemos entender el hecho de que hasta cinco fragmentos de recipientes marmóreos fueran recuperados durante la excavación de muros asociados a las fases post-romanas identificadas en el edificio. Por otra parte, es necesario incidir en el alto grado de fragmentación y dispersión de las piezas de vajilla marmórea halladas en el espacio del edificio palacial como evidencia el que seis fragmentos de un mismo cuenco de porfido rosso (Vaso 1) aparecieran a lo largo de cuatro campañas de excavación (1995, 1996, 1999 y 2001) en hasta cuatro cuadrículas diferentes (Q47, P47, R46 y S46) (fig. 4).
De las excavaciones en el palacio (1988 y 2001) proceden veintidós fragmentos de recipientes elaborados en porfido rosso, ocho de ellos se conservan actualmente en el Museo de Santa Cruz de Toledo[27], mientras el resto —trece fragmentos— se halla en los depósitos del Parque Arqueológico de Carranque.
Como hemos mencionado, las piezas presentan un altísimo grado de fragmentación, lo que dificulta la reconstrucción de los perfiles completos y conocer a cuántos recipientes pertenecen estos fragmentos. De su análisis minucioso se desprende que, al menos, pertenecen a cuatro recipientes distintos: un cuenco, un recipiente con decoración vegetal en relieve, uno con protoasa o pico vertedor y un labrum. Estas piezas, a raíz de los pequeños fragmentos conservados, son compatibles con las características macroscópicas que presentan los materiales extraídos en las áreas de Lykabettos, Rammius y el distrito noroeste de las canteras de Gebel Dokhan[28].
Vaso 1
El único recipiente del que conocemos el perfil completo es un cuenco semiesférico de 7,5 cm de altura, 21,6 cm de diámetro en la boca, de borde apuntado y base plana (fig. 5). El grosor de la pieza oscila entre 0,2 cm que presenta en el borde y 1 cm en la base. Las superficies interior y exterior están pulidas. Esta pieza está conformada, al menos, por seis fragmentos que ha sido posible unir[29] permitiéndonos reconstruir el perfil completo, sin que podamos descartar que otros fragmentos de galbo (3) y borde (2), de grosores comprendidos entre 0,4 y 1 cm, pudieran haber formado parte, como veremos a continuación, de esta misma pieza. Parte de los fragmentos de este cuenco aparecen en el catálogo de piezas ya aludido (AAVV 2001, 163 n.º 6) donde se consideró que formó parte de un único recipiente con otros fragmentos que veremos más adelante, circunstancia que podemos descartar.
Figura 5. Vaso 1. Cuenco hemiesférico procedente de Carranque y fragmentos de borde y galbos pertenecientes a un cuenco. © Equipo de Investigación de Carranque.
A esta misma pieza pudieron pertenecer otros dos fragmentos de borde apuntado cuyo grosor oscila entre 0,2 y 0,5 cm y cuya fragmentación impide conocer el diámetro del cuenco al que pertenecieron[30]. Las superficies de estas piezas están también pulidas. A este mismo cuenco pudieron asimismo pertenecer tres fragmentos de galbo cuyos grosores oscilan entre 0,6 y 1,1 cm[31] y cuyas superficies presentan el mismo pulido interior y exterior.
El único paralelo formal al cuenco de Carranque es el ejemplar hallado en Begram (Afganistán), datado, como se ha visto, en el siglo i d.C. a partir de paralelos de recipientes vítreos (vid supra), si bien el ejemplar de Carranque carece de ómphalo en el interior.
Figura 6. Vaso 2. Recipiente con decoración vegetal en relieve. © Equipo de Investigación de Carranque.
Vaso 2
Un fragmento de recipiente elaborado en porfido rosso pertenece claramente a otra pieza[32]. Se trata de un fragmento de galbo de un recipiente globular cuyas paredes tienen un grosor que oscila entre 0,5 y 0,8 cm y que presenta decoración en relieve en la parte externa de la pieza donde el fragmento alcanza un grosor de 1,4 cm (fig. 6). Se trata de un elemento vegetal muy esquemático y de forma acorazonada con dos tallos que surgen, simétricos, a ambos lados del vástago central y que se pliegan sobre sí mismos en forma de volutas. Este ejemplar es uno de los que aparecen en el catálogo de la exposición aludida líneas arriba[33] donde erróneamente se considera formó parte de un mismo recipiente con los fragmentos que, como acabamos de ver, se vinculan al cuenco de perfil completo. De este fragmento destaca la presencia de marcas del torno utilizado en la confección del vaso y perfectamente visibles en la parte interna de la pieza. Este hecho invalida la pertenencia a esta misma pieza de los tres fragmentos de galbo ya mencionados y que carecen de las marcas de esta herramienta. Sin embargo, la presencia de marcas de torno en el interior permite plantear la posibilidad de que el fragmento CA99/U47/Sup perteneciera a este mismo vaso. Su grosor oscila entre 0,8 y 1 cm, siendo compatible con la pieza ahora descrita.
El elemento más característico de nuestra pieza es la decoración vegetal en relieve que presenta, para la que no hemos hallado paralelo en otros recipientes de porfido rosso.
Vaso 3
A un tercer ejemplar, creemos, perteneció un fragmento[34] de la parte superior de un recipiente del que solo conservamos un apéndice a modo de protoasa o pico vertedor con decoración grabada en los laterales (fig. 7). El grosor de este fragmento oscila entre 1,6 y 3,6 cm y las superficies del vaso están pulidas. Ninguno de los ejemplares romanos documentados presenta esta forma en el borde, por lo que no podemos establecer un paralelo formal con piezas conocidas.
Figura 7. Vaso 3: Recipiente con pico-vertedor o protoasa. © Equipo de Investigación de Carranque.
A estos fragmentos vinculados como hemos visto, al menos, con 3 recipientes, podemos sumar cuatro fragmentos de base asociados, al menos, a dos recipientes: uno de base curvada y otro con pie anular (fig. 8). No podemos descartar que estas bases pertenecieran a la parte inferior de los vasos 2 y 3. Como decimos, uno de los fragmentos pertenece a un recipiente de base plana al interior y ligeramente curvada al exterior cuyo grosor oscila entre 0,7 y 1,2 cm y cuyas superficies están pulidas[35]. Otros tres fragmentos[36] pudieron pertenecer a un mismo recipiente globular con un pequeño pie anular en la base, apenas remarcado, y umbo en el interior, si bien únicamente dos de los fragmentos han podido ser unidos[37]. La pieza a la que pertenecieron presenta un grosor de 0,8 cm en la parte inferior, alcanzando el pie un grosor de 1,9 cm.
A estos fragmentos descritos debemos sumar otros tres que pudieron pertenecer a algunos de los vasos ya mencionados o a otros recipientes, sin que el estado fragmentado permita hacer mayores valoraciones[38].
Figura 8. Fragmentos de bases. © Equipo de Investigación de Carranque.
Labrum
Uno de los fragmentos recuperados en Carranque pertenece a un recipiente de mayores dimensiones que los hasta ahora descritos. Se trata de un fragmento de la taza de un labrum[39] del que apenas conservamos 14 cm de longitud y 14 cm de anchura y cuyo grosor alcanza 3,6 cm en la parte que, consideramos, puede ser la base (fig. 9). Las superficies interior y exterior de la pieza están pulidas.
La dimensión del fragmento conservado (14 × 14 cm) nos impide conocer el diámetro original del labrum. Conocemos apenas una veintena de tazas de labra elaboradas en porfido rosso atribuidos con certeza al período romano[40]. Se trata de piezas de grandes dimensiones datadas mayoritariamente en los siglos ii y iii d.C. cuyo diámetro oscila entre 90 cm y los 4,76 m que alcanza la pieza conservada en los Museos Vaticanos procedente del Foro romano. Estas piezas fueron empleadas como fuentes, pilas de recogida de agua o simples objetos ornamentales que se instalaron en edificios y espacios públicos y privados entre los que destacan las termas, ninfeos, jardines y atrios de residencias privadas de especial riqueza, incluidas las residencias imperiales, habiéndose vinculado los ejemplares de porfido rosso con la propia comitencia imperial[41]. La presencia en Carranque de un ejemplar de labrum de porfido rosso ha de ser considerada, creemos, como excepcional[42].
Figura 9. Fragmento de taza de labrum. © Equipo de Investigación de Carranque.
El estudio de la vajilla marmórea de Carranque está, como hemos visto, muy condicionado por la gran fragmentación de las piezas, motivada a su vez por la intensa y continuada ocupación del lugar desde finales del siglo iv d.C. —momento de construcción del palacio— hasta el siglo xix, y por la falta de metodología estratigráfica en la excavación del edificio entre 1988 y 2003, que nos impide conocer los contextos a los que se asocia la aparición de los fragmentos ahora analizados. A pesar de estas dificultades podemos considerar que los recipientes de porfido rosso —también los de mármol blanco mencionados— hallados en la excavación del palacio llegaron al yacimiento en un momento avanzado del siglo iv d.C. coincidente con la construcción de este importante edificio en cuya decoración se emplearon decenas de miles de piezas marmóreas procedentes de las principales canteras del Mediterráneo[43] y de la propia península Ibérica (mármoles de Estremoz y calizas de Espejón, entre otros) como ha demostrado un sólido protocolo analítico[44] (fig. 10).
La presencia de elementos en porfido rosso está muy bien atestiguada en el yacimiento donde destaca su uso en crustae parietales y pavimentales (3063 piezas) documentadas en el palacio, lo que constituye el 5,27% del material marmóreo recuperado en el edificio, junto al magnífico soporte de mensa con forma de pata de felino hallado en 1986 en la Casa de Materno (García-Entero et alii 2022). A esta concentración de materiales suntuosos se deben sumar las piezas de marfil y hueso tallado recuperadas en el edificio palacial y cuyo estudio se halla en proceso[45]. Junto a estos elementos suntuarios, otras evidencias de la cultura material recuperada en el edificio palacial, confirman que el enclave de Carranque estaba plenamente inserto en las dinámicas de intercambio comercial a larga distancia de los siglos iv-v d.C.; así debemos entender también la presencia de recipientes anfóricos oleícolas procedentes del norte de África y el Levante mediterráneo así como la vajilla de mesa norteafricana (TSA D y lucernas) recientemente analizados (García-Entero et alii 2023).
Conclusiones
Como hemos tenido ocasión de apuntar, el estudio de los recipientes elaborados en rocas ornamentales, semipreciosas y cristal de roca está secularmente condicionado por la propia durabilidad de la piedra y el alto valor de unas piezas que, vinculadas con la elite, han sido objeto de coleccionismo y atesoramiento desde la misma Antigüedad, siendo apreciados y conservados en contextos posteriores. Por otro lado, la propia dureza del material determinó el conservadurismo en las formas y decoraciones que adoptaron estos recipientes y las técnicas y herramientas empleadas en su elaboración, dificultando, dada la ausencia generalizada de contextos originales, el establecimiento de cronotipologías que permitan conocer las datas concretas de fabricación y uso. No obstante, y a pesar de estas dificultades, los recipientes hallados en contextos arqueológicos permiten ir perfilando a partir de sólidas bases analíticas los entornos de producción y uso de unos objetos que se encontraban en el centro de las prácticas de intercambio de obsequios como parte de relaciones diplomáticas para reforzar lazos socioeconómicos y políticos. Los recipientes de porfido rosso elaborados, como hemos visto, desde época julio-claudia, constituyen ejemplares singulares por su excepcionalidad que permite explicarlos como iconos de prestigio y estatus de la elite romana. Desconocida hasta ahora su presencia en Hispania, los ejemplares analizados procedentes de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) y Carranque (Toledo) permiten conocer cómo estos objetos de lujo estuvieron también presentes en contextos urbanos y rurales de las elites hispanorromanas, si bien su presencia en niveles superficiales y post-romanos impiden establecer mayores precisiones. No obstante, como reliquias adquiridas por sus propietarios o regaladas a ellos, las piezas son indicativas de su elevado estatus, prestigio y riqueza, requisito previo fundamental para poder adquirir ejemplares tallados en esta piedra valorada y costosa, cuya propiedad, si no excluye el estatus imperial, ciertamente habría garantizado y significado un elevado rango social.
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[1] Parece claro que la acción de Leugas fue la culminación de una larga campaña que comenzó durante los últimos años del reinado de Augusto, probablemente por orden del propio emperador, como parece sugerir un pequeño capitel con relieves que representan elefantes en los Museos Vaticanos, fechado por H. von Hesberg (1982, 44) en época augustea. Con posterioridad, está atestiguado el empleo de pequeñas crustae de porfido rosso en el pavimento de la nave 1 de Nemi recuperado por E. Borghi en 1895 (Ucelli 1940, 219-225) y recientemente (marzo 2021) recobrado por el Estado Italiano y expuesto en el Museo delle Navi Romane de Nemi. La indicación de Plinio sobre el procurador de Egipto en el reinado de Claudio, Vitrasio Pollio, que llevó a Roma algunas estatuas de porfido que fueron entonces poco apreciadas, se ha entendido en el marco de la escasa notoriedad que tuvo el uso de este material hasta el reinado de Nerón (NH XXXVI, 57) —vid infra—.
[2] Delbrueck 1932, 34-38; Malgouyres 2003, 26-27; Del Bufalo 2018, S1-S5; H1, H3, H4; Ghisellini 2018.
[3] Delbrueck 1932; Lucci 1964; Malgouyres 2003; Bradley 2010; Del Bufalo 2018.
[4] Lucci 1964, 233-237; Slavazzi 2007, 150, y más recientemente Perna 2014, 2015a-b, 2021.
[5] Véanse, principalmente, los recipientes catalogados por R. Delbrueck (1932, 193-211) y D. del Bufalo (2018, 137-160; 203-207; 212-214, 238-242), a los que cabe sumar los ejemplares de la Colección Gorga procedentes del drenaje del Tíber recogidos por C. Gasparri (1979; 1999, 1999b y 2013), los fragmentos de plato procedentes de la excavación de la Plaza Marconi de Cremona analizados por F. Slavazzi (2007) y los fragmentos de platos procedentes de las excavaciones en el santuario de Minerva en Breno estudiados por este mismo autor (Slavazzi 2010) —vid infra—.
[6] Las canteras de Gebel Dokhan fueron explotadas entre inicios del siglo i y mediados del v d.C. cuando su explotación resultó definitivamente abandonada. No fue hasta 1822 cuando J. Burton las redescubrió realizando una expedición, junto a J. Gardner Wilkinson, en 1823. Tras un intento de explotación en torno a 1890, las canteras fueron puntualmente reabiertas en la década de los treinta del siglo xx, siendo esta labor abandonada en 1953. La última concesión para la explotación del porfido de Gebel Dokhan se otorgó al escultor S. Cox entre 1993 y 1996 (Malgouyres 2003, 14).
[7] A modo de ejemplo podemos citar piezas de porfido rosso atribuidas por R. Delbrueck al siglo i-ii d.C. y que D. del Bufalo asigna a talleres del siglo xvii (Delbrueck 1932; Del Bufalo 2018). La dificultad de datación de objetos elaborados en porfido no son exclusivos de los recipientes como ha demostrado el estudio de H. Cuvigny y G. Vagenheim sobre la estela del gymnasiarca Bâton considerada hasta entonces como ejemplar de época ptolemaica y considerado por estas investigadoras como un «falso» elaborado a finales del siglo xvi (Cuvigny & Vagenheim 2005).
[8] Se trata de una pieza completa de 5 cm de altura.
[9] La pieza, cuyo n.º de inventario es 862.3.3, tiene una altura de 37,5 cm siendo su longitud 37 cm. En su interior se halló una esmeralda montada en un anillo de oro, un entalle de ónice, una moneda de plata de Trajano y otra de bronce de Lucio Vero. Cf. Delbrueck 1932, 200-201, Taf. 94, Abb. 104; Del Bufalo 2018, 137, V5.
[10] Malgouyres 2003, 54-56 n.º 9; Perna 2019, 318-320.
[11] Se trata de la urna de la Dumbarton Oaks Collection de Washington (Perna 2014, núm. 41.5) de contexto desconocido aunque posiblemente de Roma (Perna 2014, núm. 50); la representada en el dibujo núm. 913 del album ‘Paper Museum’ de Cassiano del Pozzo (1588-1657), con fecha 1682-1683, que una de nosotros (S. Perna) identifica con la urna encontrada en Civita Castellana, cerca de Roma, en 1682 y que según los registros contenía cenizas y estaba enterrada en una cámara funeraria subterránea ricamente amueblada que se encontró intacta. La cuarta urna de porfido rosso es la hallada en el siglo xviii en Roma, en la Vigna Caracciolo (anteriormente Piccolomini) en la Via Tiburtina, dentro de una cista de travertino y contenía cenizas y un anillo de oro con cornalina grabada que representa una quimera (Perna 2014, núm. 11).
[12] La pieza, cuyo n.º de inventario es 77273 y 4636, tiene un diámetro de 5,3 cm y su altura es de apenas 1 cm. Cf. Delbrueck 1932, 207-208, Abb. 111; Del Bufalo 2018, 137 V22.
[13] Para los ejemplares conservados en Kabul, véase Tissot 2006.
[14] En este caso se hallan en el Museo Arqueológico de Afganistán en Kabul. El vaso (n.º inventario MK04.1.65) tiene una altura de 25,38 cm, su diámetro es 11,8 cm y su grosor 0,3 cm. El cuenco (n.º inventario MK04.1.67) tiene una altura de 4,5 cm, su diámetro es de 18,5 cm y el grosor 0,45 cm. Presenta un ómphalo central en el interior.
[15] Gnoli 1988, 128; Hiebert & Cambon 2011, 201 n.os 103-104; Del Bufalo 2018, 140 V23 y V24; Morris 2021, 281-282.
[16] El ejemplar de Cremona tiene un diámetro de ca 45 cm y una orla vertical en el borde de 4,5 cm de altura. El grosor de la pieza oscila entre 0,4 cm en la base y 0,85 cm en el borde (Slavazzi 2007, 149). La pieza ha sido vinculada por F. Slavazzi con el tesoro de la Domus Aurea neroniana de donde Otón la habría llevado a Cremona como tesoro de campaña, donde terminaría siendo destruida durante el saqueo de la ciudad por las tropas de Vespasiano en el 69 d.C. (Slavazzi 2021, 86). D. Del Bufalo, por su parte, recoge como inéditos 3 fragmentos procedentes de las excavaciones en Piazza Marconi de Cremona y que él data en los siglos ii-iii d.C. (Del Bufalo 2018, 218 F38).
[17] Estas piezas, de apenas 10 cm de diámetro, aparecieron junto a otras de ágata, sardónice y granito egipcio, y fueron vinculadas inicialmente por C. Gasparri al tesoro imperial y fechables en los siglos ii y iii d.C. Una de ellas presenta decoración en el borde (Gasparri 1979, 8, nota 29, figs. 5 y 7.6; Gasparri 1999, 173, cat. 1-3, fig. 1 (1-5) y I (1-2)). Recientemente este autor ha propuesto la datación de estos recipientes a inicios-mediados del siglo i d.C. (Gasparri 2013, 174 núm. 1,2,3 fig. 1.1, tav. I.1, fig. 1.2, tav. I.2, fig. 1.3). A estos ejemplares cabe sumar el plato subastado en Venecia en 2004 de 34 cm de diámetro y 4 mm de grosor (Slavazzi 2007, 151-152).
[18] Las características macroscópicas del porfido y los detalles formales y técnicos de los dos fragmentos, permiten afirmar que pertenecieron a dos platos de fondo plano con molduras en el interior. El fragmento de mayores dimensiones (5 × 3,7 cm) presenta un grosor de entre 0,3 y 0,4 cm y en su superficie superior una moldura circular en caveto que debió recorrer el fondo de la pieza y cuyo diámetro es de 25 cm, menor al diámetro estimado de la pieza. El segundo fragmento (3,5 × 2,8 cm) tiene un grosor que oscila entre 0,1 y 0,4 cm y en la superficie superior presenta una moldura de caveto suave, gola y fino listel que recorrió el fondo de la pieza con un diámetro de 20 cm, inferior al estimado para el plato. En ambos casos se han identificado marcas del torno empleado en la confección de los platos (Slavazzi 2010).
[19] Agradecemos al Profesor Javier Andreu Pintado, director de las excavaciones de Los Bañales, la noticia e información de este hallazgo y los datos proporcionados sobre la pieza.
[20] Uribe et al. 2012, 246-253; Uribe 2015, 340-343.
[21] La bibliografía generada por la investigación de los últimos años en el yacimiento es muy amplia; sobre la larga ocupación atestiguada en el sector de edificio palacial, véase principalmente García-Entero et alii 2014, 2017a, 2017b y 2017c.
[22] Sobre la arquitectura del edificio, véase García-Entero & Vidal 2007; sobre la decoración marmórea véase, además, García-Entero & Vidal 2008 y 2012 y García-Entero, Aranda & Vidal 2021.
[23] Véase nota anterior. Sobre los elementos moldurados en marmor, véase García-Entero 2020.
[24] Nos ocupamos, ahora, del análisis de los recipientes elaborados en porfido rosso dejando para otra ocasión el estudio de los ejemplares elaborados en mármol blanco.
[25] AAVV 2001, 163 n.º 6 y n.º 5 respectivamente; Rodà 2001, 114.
[26] El material arqueológico recuperado durante esas campañas aporta información sobre el año, el edificio y la cuadrícula en los que fue hallado, datos a los que cabe sumar, en ocasiones, información relativa a la profundidad de los hallazgos (a través de menciones al nivel, capa, picada, etc.), su vinculación a ciertas estancias, catas y estructuras (muro medieval, cabecera, tumbas, esquinas, columnas, etc.) y alusiones a diversas cuestiones (cenizas, tejas, derrumbes, regularización de niveles y perfiles, etc.) que, ante la falta de metodología, hacen imposible conocer los contextos en los que dichas piezas estaban depositadas.
[27] DO2012/16/211, DO2012/16/212 (seis fragmentos de la misma pieza) y DO2012/16/2013.
[28] Peacock & Maxfield 2001; Del Bufalo 2018, 264-265.
[29] DO2012/16/212 = CA96/P47/F2/VI/29; CA95/Q47/B2/III/1, 2 y 3; CA99/S46/III/10/MuroMedieval y CA01/R46/HabJuntoMuroMausoleo.
[30] Se trata de las piezas CA96/T48-U48/Sup/3/3 y CA01/O50/ExtAbsW/JuntoMuroMedieval/III/1.
[31] Se trata de tres pequeños fragmentos conservados en el Parque Arqueológico de Carranque (Toledo) y cuyos n.os de inventario son: CA00/O50/II/EsquinaNW/Cabecera5; CA95/P47/CataExt1/I/2 y CA01/O50ExtAngW/Cabecerajuntoamuro.
[32] Se trata del fragmento CA98/R48/IVd/15=DO2012/16/213 conservado en el Museo de Santa Cruz de Toledo.
[33] AAVV 2001, 163 n.º 6; Rodà 2001, 114.
[34] Se trata de la pieza CA98/R47/1=DO2012/16/211 depositada en el Museo de Santa Cruz de Toledo. Este fragmento aparece en el catálogo de piezas de la exposición que tuvo lugar en 2001-2002 (AAVV 2001, 166 n.º 6; Rodà 2001, 114).
[35] Se trata de la pieza CA89/O51/RegularizaciónNivelSuperficie/1 conservadas en el Parque Arqueológico de Carranque (Toledo).
[36] Se trata de las piezas CA00/O50/ExtCabeceraOcc/II/10, CA98/R48/III/2/Col. 7 y CA95/Cata A1/I/2 conservadas en el Parque Arqueológico de Carranque (Toledo).
[37] CA98/R48/III/2/Col. 7 y CA95/Cata A1/I/2.
[38] Se trata de un pequeño fragmento de galbo de un recipiente con grosor entre 0,5 y 0,9 cm y que presenta líneas de sierra en ambas superficies (CA95/Q45/E2A/II/8), y dos fragmentos (CA88/P49/Sup/2 y CA01/P46/PerfilW/II/JuntoMuromedieval/7) con superficies moldeadas muy pulidas cuyo estado de fragmentación impide hacer ninguna otra valoración, si bien no podemos descartar que formaran parte de un mueble o una escultura. Todos ellos se hallan conservados en el Parque Arqueológico de Carranque (Toledo).
[39] CA98/Q48/NW/III/Muro medieval/49, la pieza se conserva en el Parque Arqueológico de Carranque (Toledo).
[40] Delbrueck 1932, 169-192, Taf. 81-88; Ambrogi 2005; Del Bufalo 2018, 174-176, 217-219, 221, 254.
[41] Delbrueck 1932, 169-192, Taf. 81-88; Violante 2002; Ambrogi 2005.
[42] Los ejemplares de labra documentados en Hispania han sido analizados por Á. Morillo y J. Salido (2011).
[43] Porfido rosso, porfido nero, porfido verde, granito verde della sedia di San Lorenzo, granito bianco e nero, granito de Asuán, granito verde a Erbeta, pavonazzetto, breccia corallina, marmor luculleum, marmor iassense, verde antico, serpentino, breccia di Sparta, rosso antico, marmor pario marmor tasio, portasanta, bigio morato, fior di pesco, cippollino, breccia di Skyros, giallo antico y giallo antico brecciato.
[44] Sobre los marmora de Carranque, véase la bibliografía citada en la nota 15. Los análisis arqueométricos (petrografía, microscopía óptica de luz polarizada, catodoluminiscencia y espectrometría de masas de relaciones isotópicas estables de δ13C y δ18O) han sido realizados en la Unidad de Estudios Arqueométricos del ICAC.
[45] Una primera valoración de estas magníficas piezas en Baquedano & Caballero 2001.