Reseñas bibliográficas

Trinidad Nogales Basarrate (ed.), Ciudades romanas de Hispania. Cities of Roman Hispania, Hispania Antigua. Serie Arqueológica, 13, Roma-Bristol: L’Erma di Bretschneider, 2021, 484 págs., ISBN: 978-88-913-2341-5.

No podemos por menos que comenzar alabando la idea de la editora de este volumen, la Dra. Trinidad Nogales Basarrate, Directora del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, fundamentalmente por dos razones. La primera de ellas es que las monografías publicadas sobre algunas ciudades romanas de Hispania, también en la editorial L’Erma di Bretschneider, se han quedado ya un poco anticuadas, pues desde la fecha de su publicación (las de las tres capitales de las provincias hispanas son de 2004) hasta el momento en que se han redactado las contribuciones que forman esta excelente obra se han seguido realizando numerosas actuaciones arqueológicas que han dado lugar a nuevos hallazgos y nuevas interpretaciones recogidas en estas apretadas síntesis que componen la obra. La segunda creo que tiene un valor mayor, si cabe, pues se recogen trabajos de un importantísimo número de ciudades, aparte de las ciudades del poder (capitales de provincia, capitales de conventus o aquellas que ya tenían su monografía, como es el caso de Empuries)[1], aportando los distintos autores, en apretadas síntesis, todas aquellas novedades significativas que se han producido en los últimos decenios.

Después de la presentación, el volumen se abre con un trabajo de Lucrecia Ungaro, Directora emérita de los Mercados de Trajano en Roma, «Roma e Augusta Emerita: la presenza dello stato romano nei complessi forensi», donde ya se evidencia una de las principales virtudes de esta publicación, la realización de un amplio y detallado «abstract» que recoge los aspectos fundamentales del trabajo con reflejo incluso, en varios casos, de los distintos apartados del estudio; todos los trabajos se inician con este referido resumen en inglés. Esto permite un conocimiento a un número mayor de investigadores del contenido de cada colaboración, a la par que descubrir su interés. El fondo de la colaboración de la Dra. Ungaro es la comparación que se realiza entre la Urbs y los monumentos que se construyen en Augusta Emerita, especialmente lo referido a los foros. Si Augusto convirtió la ciudad de Roma en una ciudad de mármol blanco procedente de Luni, en Augusta Emerita también se construye todo el programa figurativo con mármol, en este caso local, de Borba-Estremoz. Pero sin olvidar las infraestructuras: el puente sobre el Guadiana, los acueductos, la muralla, los edificios de espectáculos, primero el teatro, luego el anfiteatro y el circo, aparte de los dos foros, el provincial y el colonial, así como los primeros edificios del culto imperial y un análisis específico del templum Pacis. En definitiva, una imitatio Urbis en la capital de la provincia más occidental del Imperio.

Siguen a continuación en este primer volumen colaboraciones de autores que, directa o indirectamente, han participado en actuaciones llevadas a cabo en las ciudades objeto de su trabajo organizadas por provincias: Hispania Lusitania, Hispania Baetica e Hispania Tarraconensis.

También con carácter general resalta en esta obra un importante número de ilustraciones en la mayoría de los trabajos con reconstrucciones utilizando las modernas tecnologías infográficas, lo cual hace más visible los contenidos.

La primera ciudad que se analiza es la propia capital de la Lusitania, Augusta Emerita, en una, como bien dice la autora, T. Nogales, síntesis actualizada usando los nuevos datos histórico-arqueológicos de los últimos años de investigación, sin olvidar que es un yacimiento vivo que proporciona permanentes cambios.

El trabajo está perfectamente estructurado en los siguientes apartados: localización y fundación, estructura urbana y planimetría, con dos importantes ilustraciones, el plano de la ciudad y una reconstrucción en 3D sobre este plano. Por cierto, estas reconstrucciones son utilizadas por doquier en los distintos trabajos para conocimiento y disfrute de los lectores. Sigue con los elementos de la fachada fluvial, el puente, los diques, la muralla, obras de infraestructura y algo tan visible como los edificios de espectáculos o tan importante como los foros, sin olvidar el mitreo o las viviendas, para terminar con una referencia a Augusta Emerita como un modelo en Lusitania, al igual que había sido Roma para la propia Augusta Emerita.

La siguiente ciudad analizada es Capera. La autora, A. M. Bejarano, después de una pequeña ubicación geográfico-histórica, inicia su contribución analizando el núcleo urbano, la ciudad, para seguir con el abastecimiento de agua que, para ella, sería fundamentalmente a partir de pozos situados en los peristilos de las viviendas o en las propias termas. Como toda ciudad que se precie Capera tiene su foro y sus termas. No se olvida tampoco la autora del análisis de las áreas domésticas y la zona extramuros con las vías, las necrópolis y el anfiteatro. El trabajo se completa con un interesante apartado sobre Capera en la historia desde su momento de esplendor hasta su declive que se culmina en el siglo iv, las referencias al yacimiento a lo largo de la historia y la enumeración de las distintas campañas de excavaciones en el último tercio del siglo xx.

Toca ahora el turno a Metellinum que, como todas las ciudades antiguas sobre las que se ha seguido habitando plantea problemas de conocimiento de la misma, aparte de la reutilización de los materiales de construcciones romanas para construir edificios en épocas posteriores, a pesar de lo cual los autores del trabajo, S. Guerra, H. Collado, R. C. Fernández, J. R. Bello, S. Pérez, C. Guerrero, R. Yedro y A. Monge, avanzan ubicaciones nuevas o confirman ubicaciones ya ofrecidas anteriormente. Lo que sí dejan muy claro desde el principio es que se van a referir a las novedades que con relación al conocimiento de la ciudad romana se han producido en el siglo xxi a lo largo de distintas actuaciones arqueológicas y así lo reflejan para los templos, el teatro, que según los autores fue construido en época de Augusto, el foro que sitúan al oeste de la iglesia de Santiago a partir del análisis de estructuras de aterrazamiento allí localizadas, así como las infraestructuras relacionadas con el agua, concretamente tres cisternas, y la constatación de que, por el momento, en los restos del puente destruido aguas abajo no hay ningún elemento que pueda llevar a considerarlo romano.

El mismo problema de ocupación sin solución de continuidad nos encontramos en Salmantica. M. Salinas afirma que no se ha avanzado en la datación del puente, que tradicionalmente se ha atribuido a Trajano, aunque, en excavaciones recientes en el Trilingüe se ha podido establecer una estratigrafía desde el siglo iii a.C. hasta el siglo v, o reconocer restos de la muralla romana del siglo iv. Pero, sin duda, lo más sobresaliente de los últimos hallazgos es el togado de la calle Libreros. Por restos de tegulae y terra sigillata de una zona muy cercana al lugar en que ha aparecido el togado se puede ubicar la pieza en la primera mitad del siglo i, lo que se compadece con el análisis estilístico de la toga. Creemos adecuada la relación que hace el autor de la estatua del togado y el pedestal de mármol dedicado a Caracalla y descubierto en 1984, hallados ambos en una zona cercana con la posibilidad de la existencia de un espacio público, tal vez un pequeño foro con la correspondiente curia, en cuyo contexto se expondrían las imágenes y las dedicatorias imperiales.

El autor del trabajo sobre Colonia Norba Caesarina, J. A. Estévez, lo plantea como una síntesis histórico-arqueológica que se estructura en dos apartados, la fundación y el urbanismo de la colonia. En cuanto al primero es interesante la discusión de la época de creación de la colonia a partir del apelativo Caesarina, que puede situarla en época de César o en época de Augusto, si se pone el término en relación con el hijo adoptivo y heredero de Octaviano. Por lo que se refiere al segundo apartado, se contempla el urbanismo de la colonia a partir de un puzzle en el que no se conocen aún las piezas suficientes para completarlo. Se recogen los planos de las piezas de este puzzle comenzando por el que muestra la ubicación del foro realizado por Cerrillo y Nogales en 2010, así como los de excavaciones llevadas a cabo en distintos momentos de este siglo.

El trabajo sobre Felicitas Iulia Olisipo realizado por C. Fabião rompe, de algún modo, el esquema que se había repetido en los trabajos anteriores, pues tiene un planteamiento historiográfico recorriendo los distintos momentos en que se han ido conociendo los restos arqueológicos a medida que la ciudad que se asienta sobre la antigua urbe romana ha desarrollado su historia. Hay un momento clave que es la reconstrucción de la ciudad de Lisboa después del terremoto de 1755, cuando se descubren las ruinas de algunos de los edificios más notables de Olisipo, aunque no se conservan por la urgente necesidad de diseñar una nueva ciudad. Antes del terremoto se había descubierto un edificio (templo) dedicado a la Magna Mater y, tras el terremoto, aparte de gran número de inscripciones se descubrió un criptopórtico de un complejo termal público del que se encontraron en el siglo xx nuevas áreas. También se halló un teatro en 1798 del que se conserva un diseño del arquitecto italiano Francesco Fabri. Otro momento importante para los descubrimientos fue la construcción del Metropolitano con varios vestigios romanos significativos: una necrópolis, la identificación del circo, la relocalización del teatro, la identificación de un tramo de la muralla tardía o las primeras cetariae de Olisipo. Es muy esperanzador para intentar superar la descoor­di­na­ción que supone la realización de actuaciones en la llamada arqueología de intervención la Cámara Municipal de Lisboa ha creado un proyecto común (municipios del área metropolitana, la Universidad y varias empresas), Lisboa romana-Felicitas Iulia Olisipo en el que el autor del trabajo deposita grandes esperanzas.

Tras una introducción historiográfica básicamente sobre las actuaciones arqueológicas y las publicaciones luso-francesas del siglo pasado en Conimbriga, V. H. Correia se centra en la actividad económica en el periodo imperial y en la dispersión urbana de esta actividad económica. En el primer apartado analiza sucesivamente la transformación de los productos agrícolas a través de la referencia a las ánforas y los dolia, la industrialización de los talleres artesanos con referencia a las lucernas, los vidrios y la toréutica, para terminar con los programas técnicos de la edilicia analizando los materiales cerámicos de construcción y la ingeniería hidráulica. Termina el trabajo con la ubicación en dos nítidos planos (siglos i-iiiiv-vi) de la dispersión urbana de la actividad económica y la conclusión de que una pequeña ciudad provincial fue capaz de concentrar en su espacio urbano una notable variedad de actividades económicas de alto desarrollo tecnológico.

La actual ciudad de Coimbra, la romana Aeminium, fue habitada desde comienzos del I milenio a.C. P. C. Carvalho, R. Costeira da Silva y S. Lacerda inician su texto con un recorrido histórico-geográfico con tres magníficas ilustraciones para pasar a analizar los restos romanos, entre los que sobresale el criptopórtico del foro de época de Claudio y del que ofrecen fotografías de sus galerías y una reconstrucción en 3D del forum. Plantean la posibilidad de que en la zona alta, junto al foro, hubiese un anfiteatro y quizás un teatro por la curvatura de algunas calles actuales. Aún no se han hallado las termas públicas, como tampoco se ha identificado el acueducto romano que abastecería de agua a la ciudad. Piensan que el de S. Sebastião del siglo xvi debe tener su origen en un acueducto romano. La muralla romana sirvió de base a la muralla medieval de Coimbra y los lugares de enterramiento se encontraban extramuros. Dan cuenta, además, en una lámina de cabezas de estatuas en mármol que se han encontrado en el foro (Livia, Agripina, Vespasiano y Trajano).

M. da C. Lopes comienza refiriéndose a las excavaciones en el foro realizadas en Pax Iulia desde 2010 y ofrece un plano con la localización del área del foro dentro de la planta general de la capital del conventus Pacensis. Tras ubicar topográficamente la ciudad romana, pasa a realizar un recorrido historiográfico sobre la identificación del aglomerado prerromano desechando la identificación con Conistorgis y dando noticia de la existencia de 25 m de una muralla del siglo iv a.C. y de abundantes restos anteriores a la ciudad romana. Posteriormente se refiere a los hallazgos realizados recientemente pertenecientes a la ciudad de época republicana, analiza en profundidad el programa augusteo de estructuración de la ciudad para terminar con la referencia al templo del culto imperial y el complejo forense de época de Tiberio, dejando abiertas nuevas líneas de investigación a partir de las actuaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en la actualidad.

En el trabajo sobre Liberalitas Iulia Ebora A. Carneiro pone de manifiesto la dificultad, a la que ya nos hemos referido anteriormente, de descubrir la ciudad romana debajo de la ciudad que, hasta nuestros días, se ha ido construyendo sobre ella, mayormente porque las actuaciones arqueológicas, salvo las más recientes en el balneario de los Paços municipales, no han sido planificadas A pesar de ello, se atreve a analizar los espacios públicos (el foro con sus significativos y visibles restos del templo, un posible teatro que se refleja en la propuesta gráfica para la reconstrucción de la ciudad romana y unas termas, denominadas «de Sertorio» en el lado opuesto de la ciudad). No se olvida de la arquitectura privada o las necrópolis. Excavaciones recientes han puesto de manifiesto que el acueducto del siglo xvi tiene una base de época romana.

Es en el año 1935 cuando un hallazgo epigráfico que recoge el término civitas Ammaiensis (IRCP 615) permitió a Leite de Vasconcelhos establecer definitivamente que Ammaia debía situarse en S. Salvador de Aramenha. Pero solo a partir de 1954 ha sido objeto de excavaciones y recientemente (2009-2013) prospecciones geofísicas. Como pone en evidencia A. Guerra, las investigaciones más recientes van trazando nuevas contribuciones para una ciudad de estructura perfectamente ortogonal como era de esperar en una fundación augustea. Las excelentes figuras que aporta el trabajo están relacionadas con el foro y el templo. También se conoce el complejo termal y la novedad más reciente es la excavación del anfiteatro extramuros, como se ve en el plano general de la ciudad. No se olvida el autor de hacer mención a los avances realizados en la epigrafía en lo que se refiere a nuevos hallazgos y nuevas interpretaciones.

En el caso de Italica, y ya nos introducimos en la Baetica, la contribución se enfoca como una síntesis desde un punto de vista historiográfico, pues, como dice A. Jiménez, es uno de los primeros yacimientos investigados. El yacimiento tiene dos zonas bien delimitadas, la que se encuentra bajo la población actual de Santiponce, con los problemas que esto plantea para las actuaciones arqueológicas, y la zona norte, que no ha sido habitada posteriormente y que se corresponde con la ampliación llevada a cabo en época de Adriano.

A partir de los años 70 del siglo xx se produce un aumento cuantitativo de las actuaciones arqueológicas y las publicaciones sobre Italica, pero no es hasta el año 2006 cuando la dirección del Conjunto Arqueológico de Itálica asume la faceta técnica de las intervenciones urbanas. En los últimos tiempos son muy relevantes las investigaciones en el teatro y su entorno.

El origen de la ciudad sigue siendo la cuestión más tratada y sujeta a debate y arqueológicamente no hay datos directos para defender un asentamiento castrense.

Hasta la primera mitad del siglo i a.C., en que se produce una renovación en edificios domésticos y públicos, no se manifiestan en el registro los primeros cambios en el poblamiento previo. La estrecha relación de las elites de la ciudad con el círculo íntimo de Augusto explica el desarrollo urbanístico plasmado en el teatro y otros edificios públicos como la aedes Augusti y un templo, pero el esplendor de la ciudad en el siglo ii, probablemente iniciado ya con Trajano, aunque se sabe de la implicación directa de Adriano en la planificación, diseño y financiación de un proyecto arquitectónico que afectó a la totalidad de la ciudad, ensombrece cualquier evidencia previa. En la parte final se ofrece una interesante ilustración-reconstrucción de esta ciudad adrianea.

Según refleja C. Márquez en su trabajo sobre Colonia Patria Corduba la mayor parte de los edificios de la Córdoba romana se han descubierto en las tres últimas décadas. A pesar de la continuidad del poblamiento hasta hoy, se ha podido reconstruir una planta del periodo altoimperial con el recinto sacro, el foro colonial, teatro, templo del culto imperial, anfiteatro, otro templo y el circo, estos tres últimos fuera de la muralla, que es el elemento urbano del que se tienen más datos y mayor fiabilidad en su trazado.

Hay un número importante de evidencias de los principales complejos, el más sobresaliente de los cuales sigue siendo el foro de la colonia. En el trabajo se refleja la dinámica reconstructiva de la época augustea y julio-claudia emulando la imagen de la Urbs: teatro, templo del culto imperial, anfiteatro, etc., utilizando mármoles de canteras itálicas y griegas, culminando así su más brillante etapa de construcción del periodo romano.

Tras una breve introducción, el autor del trabajo sobre Colonia Augusta Firma Astigi pasa a analizar distintos elementos constitutivos de la ciudad. En cuanto a la muralla no existen datos que confirmen su existencia, pero García-Dils propone que debería contener en su interior los espacios públicos y privados de la colonia que comportan una caracterización homogénea que permite definirlos como situados intra moenia, tal como refleja en la fig. 1. Analiza después el viario y la red de saneamiento, ambos vinculados, salvo en el caso del foro colonial y su canal perimetral. Todas las cloacae están cubiertas por viae; no se olvida de la red de abastecimiento de agua aportada en su mayor parte por pozos, así como los espacios y edificios públicos, especialmente el foro, algunos de cuyos elementos se han podido constatar en la excavación de la plaza de España de la que aporta una excelente vista aérea. Estos espacios forenses han proporcionado una rica y variada evidencia epigrá­fica. Igualmente se refiere a los edificios de espectáculos: anfiteatro bajo la actual plaza de toros y circo, cuyos elementos han sido identificados en fechas recientes. No se olvida de los espacios privados, ni de los funerarios. Se trata, pues, de un excelente estado de la cuestión del conocimiento de la colonia Augusta Firma.

El autor del trabajo sobre Colonia Romula Hispalis, S. Ordóñez, destaca, como en otros casos, la dificultad de conocer en su totalidad la ciudad romana por la ocupación continua del solar, lo fragmentario del registro arqueológico, la ausencia casi total de excavaciones en extensión y la falta de una política de planificación e integración de los datos en un modelo general que facilite una perspectiva de yacimiento único. A pesar de ello se atreve a ofrecer un plano de la colonia en época altoimperial con indicación de las principales áreas funcionales.

Constata el autor que poco puede añadirse a lo ya expuesto en la bibliografía que recoge al final del trabajo en cuanto a los grandes conjuntos edilicios urbanos, pero sí en lo referente al circuito murario, habiéndose descubierto muy recientemente un paramento de mediados del siglo iii a.C. que discurre al lado del río.

Se ha avanzado mucho en el conocimiento del urbanismo de la ciudad por distintas actuaciones geomorfológicas y estudios histórico-arqueológicos, desechándose la idea de un doble cauce del río, pues se trata de una única corriente desde el siglo i a.C. hasta el siglo xi. En este sentido tiene mucho interés la figura 3 en que se recogen los espacios de funcionalidad portuaria en los que ha habido recientemente nuevos descubrimientos destacando el proyecto ejecutado en el Patio de Banderas del Real Alcázar que ha permitido determinar la evolución urbanística del emporium de Hispalis, entre época republicana y mediados del siglo iii. Igualmente se ha avanzado en el conocimiento de la tardoantigüedad y la cristianización de los arrabales septentrional y meridional y recientes actuaciones han puesto de manifiesto la continuidad en su fase tardoantigua de la necrópolis meridional de Hispalis hasta el siglo vi.

La contribución realizada por J. M. Álvarez sobre el municipium de Regina comienza con una introducción sobre la ubicación y los recursos naturales, agrícolas y mineros fundamentalmente, y la continuidad del poblamiento incluso por los almohades que levantaron una poderosa alcazaba. Recoge los distintos estatutos jurídicos de que gozó esta ciudad: oppidum stipendiarium, municipium (en época Flavia), momento de máximo esplendor en que se produce la monumentalización del foro, esplendor que continuó con Trajano y sus inmediatos sucesores. Los datos proporcionados por la arqueología permiten vislumbrar un pujante mercado en la ciudad entre la época julio-claudia y los Antoninos.

Analiza el autor la estructura urbana en la que emerge la zona central de la ciudad con el foro con un importante complejo religioso en el que sobresale el templo de la Pietas Augusta. Precisamente en este complejo religioso del foro de Regina hace hincapié el autor. Se conserva también parte del teatro, cuya construcción se asigna a época flavia.

Las excavaciones más recientes hacen plantearse la posibilidad de la existencia de un macellum y un establecimiento termal.

J. L. de la Barrera, L. Berrocal-Rangel y R. Caso se ocupan de sintetizar los conocimientos sobre Nertobriga Concordia Iulia cuyo yacimiento está enclavado en el término de Fregenal de la Sierra, Badajoz. El solar ya estaba ocupado en época prerromana y se ha descubierto una posible muralla prerromana o somano-republicana.

En exploraciones llevadas a cabo en el siglo xix por aficionados y buscadores de tesoros, con el perjuicio subsiguiente al yacimiento, se sacaron a la luz unas imponentes termas y muchos objetos que, en gran parte pasaron a manos privadas, no volviéndose a actuar en el yacimiento, ahora por profesionales, hasta 1987 en que los autores de este trabajo realizaron sondeos que culminaron en campañas de excavación en extensión en 2010 y 2011, de los que editaron una monografía[2] que sirve de base a este trabajo.

Hacia el cambio de era Nertobriga fue objeto de una gran remodelación urbanística con la erección de dos templos y un aljibe, sin duda en el espacio del foro, y de ellos se ofrecen los alzados lateral y frontal.

P. Mateos Cruz sintetiza en la introducción de su contribución los hallazgos que sobre el urbanismo de Contributa Iulia Ugultunia se han producido bajo su dirección desde 2007. Da cuenta del programa de prospecciones geofísicas que se iniciaron en 2010 en toda la superficie que albergaba el yacimiento. A partir de estas actuaciones se ha podido reconstruir la planta arquitectónica de Contributa Iulia (fig. 2) en la que destacan la puerta occidental de acceso a la ciudad, flanqueada por dos torres y parte del lienzo de la muralla, un complejo arquitectónico de carácter artesanal y comercial junto a esta puerta, el área forense, cuya plaza, según el autor, tuvo dos momentos de uso, el de la construcción a principios de época augustea y la monumentalización en toda el área forense con uso de mármol en la segunda mitad del siglo i; en él se ha identificado un templo probablemente tetrástilo y próstilo. Finalmente el anfiteatro extramuros.

Es digno de resaltar que la mayoría de estos descubrimientos se han producido mediante la aplicación combinada de una serie de métodos no destructivos.

Se concluye la referencia a ciudades de Hispania Baetica con el trabajo dedicado a Baelo Claudia realizado por D. Bernal-Casasola, quien comienza situando geohistóricamente a esta ciudad en el Círculo del Estrecho y analizando la singularidad del pequeño, pero importante municipio de Baelo Claudia debido a su excelente estado de conservación y a la intensidad de la investigación arqueológica que se ha llevado a cabo en este yacimiento, que no ha tenido una ocupación en época moderna. Después de indicar sus antecedentes fenicios y una herencia tardo-púnica en el oppidum denominado la Silla del Papa en la zona más alta, abandonado en época de Augusto, el a­utor define a Baelo Claudia como una ciudad vitruviana y ofrece dos excelentes vistas aéreas de la misma desde el sur y desde el norte, así como un plano de época imperial con los principales edificios/áreas arqueológicas: necrópolis, acueductos, teatro, templos mayores, plaza del foro, basílica, ma­cellum o cetarias entre los más significativos. Sin duda la zona pública de la ciudad es la mejor conocida por las excavaciones llevadas a cabo por la Casa de Velázquez desde 1966 durante tres décadas, con cuatro monumentos con su correspondiente monografía: el macellum de finales del siglo i, los tres templos interpretados como un capitolium, el importante templo de Isis y la espléndida basílica de tres naves erigida en época neroniana. Finalmente pone en valor la declaración de Conjunto Arqueológico, la existencia de un Museo monográfico en el que se está trabajando en la recuperación, digitalización y accesibilidad pública de la documentación, pública y privada, de las diversas generaciones de arqueólogos que han pasado por el yacimiento.

Se cierra esta monografía con los trabajos dedicados a la Hispania Tarraconensis comenzando por su capital Tarraco, cuyo análisis realiza J. Ruiz de Arbulo con un claro enfoque histórico-arqueológico, desde la zona del puerto en relación con la antigua Cese hasta la consolidación de la Tarraco romana bien fortificada en lo alto de la colina, coexistiendo ambas. La mu­ralla es el único testimonio arquitectónico conservado de este periodo. La que luego sería Colonia I­ulia Urbs Triumphalis Tarraco comenzó a monumentalizarse a fines del siglo ii a.C. con su plaza forense y, en etapas históricas posteriores, se realizaron las sucesivas construcciones de un teatro, un circo y un anfiteatro. También tuvo unas grandes termas públicas, un macellum y un campus, la palestra de formación física y militar para la juventud. Realiza posteriormente un recorrido por las actuaciones arqueológicas en los lugares más emblemáticos: el foro de la colonia, el teatro, así como por los monumentos del entorno de la ciudad (acueductos, tumbas, arcos, villas, canteras). Continúa con la dinastía flavia y su actuación en el foro provincial del que ofrece una reconstrucción con los edificios más importantes, y el circo, para fijarse más tarde en la dinastía antonina y la construcción del anfiteatro. Termina su recorrido por la ciudad tardoantigua, el conjunto paleocristiano de Centcelles y los restos de la basílica visigoda.

No muy lejos de Tarraco se encuentra la colonia de Barcino, a la que se refieren en su trabajo I. Rodá y M. J. Beltrán, quienes comienzan por situar el momento de su fundación como un asentamiento augusteo de nueva planta para continuar con el análisis del territorio de Barcino proporcionando una espléndida imagen de su centuriación, el análisis de las murallas y su sucesiva demolición a partir de 1854 debido al aumento de población de la ciudad de Barcelona. En los años 20 del siglo pasado con la apertura de la vía Layetana se derribaron edificios adosados a la muralla con lo que esta quedó al descubierto. Se ha podido reconstruir la forma urbis, pero hasta hoy no se han podido identificar edificios públicos para espectáculos, que, por la propia forma urbis, debían estar fuera de la muralla. Sí hay restos de acueducto que, según las autoras, eran dos. Se refieren también a las necrópolis para pasar a analizar la estructura urbana de Barcino, el forum y los edificios públicos de la ciudad, las domus del Alto Imperio y los talleres y ámbitos «industriales» con interesantes ilustraciones, para terminar con las reformas de las domus en el siglo iv y la cristianización de la ciudad romana.

También con un claro planteamiento histórico-arqueológico A. Ribera indica lo que va a ser su colaboración, como se refleja en el subtítulo de la misma, «Valentia de la República al Imperio». Analiza, por ello, la fundación de la primera ciudad (138-75 a.C.) con una, para él, clara motivación estratégica por estar a medio camino entre Tarraco y Carthago Nova. Muestra en un documentado plano la Valentia de época republicana, su urbanismo, las murallas, el foro, santuarios, termas y una necrópolis en la calle Quart. Termina con el final de la Valentia republicana cuando las tropas de Pompeyo vencen a las de Sertorio y destruyen la ciudad. Continúa después con el análisis de la época imperial (siglos i-iii) donde indica que el aspecto monumental llegó en la segunda mitad del siglo i reafirmado en época flavia. Aporta una interesante restitución infográfica del foro imperial y afirma que se conocen cuatro edificios de baños en relación con el viario principal. Se ha descubierto también el circo y son muy escasos los restos de arquitectura doméstica. En cuanto a las necrópolis, se siguieron utilizando las de época republicana, y se establecieron otras nuevas en época imperial.

El autor termina su colaboración con un apartado dedicado a la última ciudad romana y el triunfo de la ciudad cristiana.

J. M. Noguera realiza una amplia introducción que se asemeja a una síntesis histórico-arqueológica de Cartagena desde la Quart Hadsth púnica hasta la Carthago Nova romana o la Carthago Spartaria bizantina gracias a las actuaciones arqueológicas en El Molinete, el Barrio Universitario, la Morería y el espectacular teatro romano, todas ellas básicamente en los tres últimos decenios, aunque la tradición historiográfica arranca del siglo xvi. Estas actuaciones han permitido comprender mejor, y el autor del trabajo lo conoce en primera persona, la configuración y el desarrollo del solar urbano y sus equipamientos desde fines del siglo i a.C. hasta el siglo vi-vii, en particular la implantación de la nueva retícula urbana augustea que caracterizó la urbe del Alto Imperio. Es muy adecuado el análisis que hace de El Molinete como paradigma para el conocimiento de la Cartagena antigua. Este cerro fue la acrópolis de la ciudad antigua con una ocupación púnica y una intensa urbanización en época romana republicana, altoimperial y tardorromana, así como en el periodo de dominio bizantino (siglos vivii). Se ha documentado en la cima una muralla con sucesivas fortificaciones y dos santuarios, uno púnico y otro romano republicano. En la parte baja de la ladera se ha descubierto un amplio barrio de la Carthago Nova altoimperial y varios edificios monumentales como las termas del Puerto, el edificio del Atrio, el santuario de Isis y el foro colonial, todo ello presentado con unas destacables ilustraciones de planos, infografías, or­togra­fías y fotografías, destacando el plano del santuario de Isis con fases desde el siglo i a.C. hasta el siglo iii.

La contribución realizada por A. Mostalac sobre la Colonia Caesar Augusta comienza con una referencia a la fundación, según los últimos análisis el 14 a.C., y después realiza una completa síntesis sobre los trabajos arqueológicos realizados desde el último cuarto del siglo xx. Ya en la primera parte de su contribución ofrece una excelente recreación de la Caesar Augusta de mediados del siglo ii. Deja bien claro que el cauce del Ebro condiciona la evolución de la colonia, lo cual se evidencia en la reconstrucción del foro en época tiberiana con un crecimiento de la cota en altura de más de cuatro metros por las inundaciones del río en esta época[3]. Su análisis incluye, aparte de los recintos forenses, los servicios de infraestructuras (básicamente el conocimiento a partir de 2013 del trazado de las cloacas de la colonia), el abastecimiento de agua potable con el descubrimiento de restos de un posible acueducto recoge también la hipótesis de que el puente fuera un puente-acueducto, la muralla y el saneamiento de zonas inundables. Resalta la grandiosidad del teatro planificado por Augusto, aunque realizado por Tiberio y culminado por Claudio. Poco se sabe del anfiteatro, aunque sí que fue construido a mediados del siglo i. Se refiere también a las termas y balnea, las domus y las esculturas encontradas, así como a las necrópolis. Termina con una referencia a la antigüedad tardía poniendo en relación las necrópolis cristianas con los enterramientos de los mártires.

Segobriga es un yacimiento romano sobre el que no ha habido un poblamiento en época moderna, lo que ha permitido realizar excavaciones en extensión desde la década de los años 50 del siglo xx y a R. Cebrián realizar una síntesis de los resultados de las mismas apoyada en una vista a­érea y en una restitución virtual que sitúa muy al comienzo de su contribución, donde resaltan el foro, el teatro y el anfiteatro. El primer proyecto urbano es de época cesariana cuando la ciudad (civitas stipendiaria) comenzó su despegue ligado al lapis specularis. Hacia el año 15 a.C., al obtener su promoción jurídica, se inició un programa de construcciones monumentales desarrollado a lo largo del periodo altoimperial como se recoge en la fig. 2: termas del teatro, plaza monumental, templo, foro, aula basilical, termas monumentales, casa del procurador minero y teatro y anfiteatro fuera del recinto murario. El programa de monumentalización fue continuo desde Augusto y la profunda remodelación urbana terminó en los primeros años del reinado de Vespasiano con la incorporación del anfiteatro. Segobriga tomó en su arquitectura monumental los modelos de Roma o el ámbito itálico en general, lo mismo que en la arquitectura residencial o en las necrópolis.

El texto se acompaña con unas excelentes ilustraciones.

E. Gamo, J. Fernández, S. Martín y D. Álvarez realizan una clara síntesis de la secuencia de actuaciones arqueológicas en Caraca, «una ciudad romana en la Carpetania» (con una ubicación estratégica dominando los vados del río Tajo y en la vía que unía Complutum y Carthago Nova) desde las primeras actuaciones en 1597 hasta el año 2016 en que se iniciaron actuaciones regulares. A partir de aquí muestran cómo el empleo de las nuevas tecnologías (prospección con georrádar y vuelo de dron) ha permitido hacer una interpretación de la zona arqueológica de la ciudad y reconstruir su trazado urbano (figs. 1 y 2). Con esta base se han realizado las campañas de excavaciones en 2018 (termas públicas) y 2019 (un tramo del acueducto).

El trabajo se completa con una propuesta de localización a partir de las fuentes clásicas y un análisis de la ciudad romana, continuación de un oppidum indígena, a partir de los resultados de las distintas campañas. Se contempla a Caraca en época altoimperial como una ciudad con las estructuras propias de esta época: foro, termas, acueducto, etc.

Por tener Caraca el periodo de mayor desarrollo entre las últimas décadas del siglo i y el siglo ii los autores proponen que sería en época flavia cuando recibiera una probable promoción jurídica.

Como bien expone M. D. Dopico, también en este caso el principal problema que encuentra el intento de reconstrucción del urbanismo de Lucus Augusti radica en la naturaleza de la arqueología urbana, a lo que hay que añadir la inexistencia de un programa que, de alguna forma, coordine las diversas intervenciones puntuales realizadas por distintos equipos. Un intento de superar esta situación lo constituyó la presentación en un Coloquio desarrollado en Lugo en 2018 de una propuesta de planta fundacional de la ciudad[4], donde se descubre que la ciudad inicial tenía una planta ortogonal habiendo identificado 6 kardines, al este del foro y 2 decumanus sobre la trayectoria ya establecida del kardo y decumanus maximus. La breve intervención en el claustro de la catedral en 2020 permitió rectificar el trazado de una de las cloacas que se adapta perfectamente al plano ortogonal. Por otras excavciones se puede deducir que al plano ortogonal se adaptan las grandes infraestructuras de esta época inicial del asentamiento ex novo, las cloacas y el acueducto, así como las termas. Igualmente se han evidenciado actividades económicas de la ciudad con el descubrimiento de 40 hornos, tanto altoimperiales como bajoimperiales.

Importante es también la información que sobre la administración proporciona la denominada domus del Mitreo[5] donde en la inscripción dedicada a Mitra se cita una statio Lucensis situada en la domus reorganizada.

Situación distinta a la de Lucus es la que existe en Bracara Augusta, otra de las capitales de conventus del noroeste, donde las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo en varios decenios lo han sido dentro de un Proyecto definido bajo la dirección de M. Martins, que realiza esta contribución junto a F. Magalhães. Por ello pueden ofrecer un interesante trabajo de síntesis. Tras una introducción, las autoras pasan a analizar el contexto fundacional (fundación civil ex novo) y la constatación de la existencia en los años 3/2 a.C. de un cuerpo cívico que se denomina como bracaraugustani.

Una parte importante del texto está dedicada al urbanismo y la arquitectura constatando que gran parte de la construcción pública se concentró en el primer periodo de ocupación de la ciudad con la construcción del foro administrativo y religioso. También a partir de época flavia se construyen algunos de los principales edificios públicos: un anfiteatro, un teatro parcialmente excavado y varios edificios termales de carácter público.

No se olvidan de referirse a las domus, único tipo de casa romana que se conoce en Braga, ni a las actividades económicas, y terminan su colaboración con una amplia referencia a la evolución de la ciudad en la antigüedad tardía con la erección en el siglo iii de una potente muralla siendo capital de la nueva provincia de Gallaecia y a la ocupación sueva con algunas alteraciones topográficas importantes.

S. Rascón y A. L. Sánchez plantean en primer lugar un marco geo-histórico de la ciudad de Complutum (Alcalá de Henares) en el que afirman que parece una ciudad que se ha trasladado en el espacio a lo largo de los siglos en función de las circunstancias ambientales más favorables. No se ha identificado un oppidum prerromano dominante en la zona, pero sí parece que en el Cerro del Viso estuvo el primer diseño urbano de Complutum con algunos edificios públicos reseñables, tal vez a finales de la época republicana. El asentamiento en la vega del Henares debe fecharse en época de Augusto, aunque la gran pavimentación generalizada se desarrolla en época de Claudio o Nerón. En el siglo iii alcanza una gran prosperidad (se ofrece una hipótesis de recreación de la ciudad en este siglo), aunque colapsa hacia el año 400. A pesar de que en la margen izquierda se evidencian unas termas públicas y un posible santuario dedicado a Hércules, es en la margen derecha donde se va a producir el desarrollo urbano principal. Aunque no se ha podido constatar la existencia de muralla; lo que se puede denominar espacio intramuros es una red hipodámica de manzanas, estando las más extensas (60×60 m) vinculadas a edificios públicos en el centro de la ciudad.

El sistema principal de abastecimiento de agua a la ciudad son pozos y se conoce una elaborada red de suministro de trazado ortogonal.

Tratan luego los edificios públicos, aunque el foro ha sido en gran parte destruido por el desarrollo de la Alcalá moderna. Presentan la reconstrucción de lo que se ha podido constatar: basílica, antiguas termas, cuadripórtico, plaza del foro, decumanus III y IV y termas sur. En cuanto a casas privadas, las mejor conocidas son las de tipo domus que se adaptan al parcelario de manzanas y se nos presenta la ortofoto y la propuesta de restitución de una manzana y una domus.

S. Martínez, V. Cabañero y J. M. Labrador ofrecen la interpretación de los resultados de las recientes excavaciones llevadas a cabo en Segovia y Confloenta (Duratón), dos ciudades de la provincia de Segovia pero con posibilidades distintas de actuación: Segovia ha sido habitada desde época prerro­mana hasta la actualidad y Confloenta, ciudad fundada ex novo, parece que fue abandonada en la antigüedad tardía.

En este análisis destaca la claridad de los planos. El del oppidum celtibérico de Segovia con tres momentos: siglo iv a.C. en el espolón en que está situado el Alcázar, hasta el del siglo ii a.C. ocupando la casi totalidad de la meseta; toda la meseta es ocupada por la ciudad romana, es decir, la zona intra muros de la muralla medieval con el posible foro en la parte más elevada de la misma según se refleja en la reconstrucción ideal de la ciudad (fig. 4), aunque también hallazgos en la plaza del Azoguejo a los pies del Acueducto hablan de un barrio exterior en zona baja con un taller cerámico y viviendas suburbanas.

En cuanto a Confloenta fue fundada ex novo tras la conquista por Didio del oppidum situado en el paraje de Somosierra de Sepúlveda. La promoción a municipio de derecho latino en época flavia trajo consigo la monumentalización de la ciudad: Termas Centrales excavadas en 1795 o actividad edilicia en el espacio foral, sin excavar, pero donde han aparecido en prospección mármoles hispanos y mediterráneos.

En este caso se ha podido trazar el plano ideal de la ciudad y es muy ilustrativa la reconstrucción en 3D de la ciudad. Actualmente, desde 2017, dirigida por S. Martínez se está llevando a cabo con gran aprovechamiento la excavación de las grandes Termas de Fortuna construidas entre fines de la época flavia y el primer cuarto del siglo ii, abastecidas por un acueducto.

La evolución urbanística de ambas ciudades en época tardía es muy desconocida.

La última ciudad tratada en esta monografía es Toletum por R. Rubio, quien da cuenta de las novedades en la investigación del paisaje urbano de una ciudad situada en un espacio con defensas naturales, que, además, contó con una muralla datada en época flavia como construcción de prestigio en el momento de recepción del estatuto de municipium, que es también el de monumentalización de la ciudad. El entramado urbano lo refleja en una propuesta de reconstrucción de los ejes ortogonales del mismo basándose en la orientación de los muros de filiación romana y de los tramos de cloaca documentados. Da cuenta del descubrimiento en los últimos años de un buen número de infraestructuras hidráulicas, conducciones de abastecimiento (se conocen desde hace tiempo diversos tramos del acueducto, aunque nada se sabe del trazado del specus en el subsuelo urbano, pero sí se han documentado recientemente varias cisternas) o evacuación de residuos.

Un apartado especial está dedicado a los espacios y edificios públicos intra moena: el área foral (moviéndose en el plano de la hipótesis sobre su ubicación hasta el presente) y las termas públicas datadas de época adrianea. Los edificios de espectáculos se situaron extramuros: circo y anfiteatro, aunque del teatro no se han preservado trazas. Termina su contribución con el análisis individualizado del circo, que es el vestigio romano mejor conservado de Toletum, y del anfiteatro situado en un lugar ideal al norte de la ciudad en las inmediaciones de las principales vías de acceso.

En definitiva, muchas novedades en los últimos años, pero aún más incógnitas por resolver.

El libro concluye con unas reflexiones de S. Panzram sobre el pasado, el presente y el futuro de la «arqueología urbana»[6]. Tras una introducción sobre el significado de tres de las ciudades más importantes de Hispania en época imperial (Gades, Tarraco y Augusta Emerita), su distinto significado, pero, en todo caso, reflejo del poder romano, y su distinta evolución, analiza en primer lugar la arqueología urbana para la formación de la identidad, para lo que se necesita no solo el descubrimiento de los restos de los entornos vitales de hace 2.000 años, sino también su restauración, musealización y recontextualización, es decir, integrarlos en el paisaje urbano actual considerando a la arqueología como parte de la memoria colectiva. Pone en evidencia la necesidad de interdisciplinariedad por las dimensiones de los hallazgos y por la búsqueda de continuidad desde época prerromana pasando por Roma y llegando hasta el siglo vii, lo que ella llama como (pos-)historia del Imperio Romano.

Sintetiza la investigación de las últimas cuatro décadas en cuatro líneas: la imitatio Romae —las colonias eran pequeñas imágenes de la ciudad de Roma (Aulo Gelio 16, 13, 9); la discusión sobre el fenómeno del culto imperial aún inacabada; la posibilidad de analizar la cristianización, además de la romanización, a partir de la «long Late Antiquity»[7] de la arqueología urbana, y la contextualización de restos (restauración y musealización) y una reconstrucción en 3D.

Mirando hacia adelante realiza una triple propuesta: integrar la interpretación de los textos (básicamente la epigrafía) con la arqueología superando la instrumentalización de los hallazgos arqueológicos para la creación de modelos, trabajar más intensamente en comparativas buscando sistemáticamente diferencias y similitudes rechazando explicaciones generalizantes y centrar la investigación menos en la «transición de las ciudades» y más en la «transición de las sociedades».

En cuanto a las propuestas para el futuro de la arqueología urbana indica que las nuevas investigaciones no deberían agotarse en hablar con más profundidad y detalle de un número cada vez mayor de historias de ciudades desde su fundación hasta el siglo vii y en crear modelos en 3D cada vez más cuidados, sino volver a dos principios básicos: basarse en la unidad del mundo mediterráneo desde Marco Aurelio a Mahoma, la «long Late Antiquity» de Brown, y estirar el arco, al menos, hasta la temprana Edad Media y trabajar de manera interdisciplinar.

Juan Santos Yanguas

Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
juan.santos@ehu.eus
http://orcid.org/0000-0002-0377-1041
DOI: https://doi.org/10.1387/veleia.24820

[1] M.ª D. Dopico Cainzos, J. Santos Yanguas, M. Villanueva Acuña (eds.), 2016, Las ciudades del poder en Hispania, Revista de Historiografía n.º 25, Madrid.

[2] L. Berrocal Rangel, J. L. de la Barrera Antón, R. Caso Amador, 2017, Nertobriga Concordia Iulia: de oppidum céltico a municipium romano: excavaciones sistemáticas 1987-2011, Alicante: Universidad de Alicante / Universitat d’Alacant, Servicio de Publicaciones.

[3] Es muy claro y evidente el plano que recoge las distintas etapas de lo que se conoce del foro: augusteo, tiberiano y siglos iv-v.

[4] M. Martins, F. Magalhães, N. Botica, «O urbanismo fundacional de Bracara Augusta y Lucus Augusti», en M.ª D. Dopico Cainzos y M. Villanueva Acuña (eds.), 2018, Sine iniuria in pace vivatur. A construcción do Imperio durante os xulio-claudios, Lugo, 345-373.

[5] C. Rodríguez Cao, 2021, La domus del mitreo. Un enclave singular en Lucus Augusti, Lugo.

[6] «Ciudades romanas de Hispania: una visión global».

[7] P. Brown, 1971, The World of Late Antiquity from Marcus Aurelius to Muhammad, London.