Reseñas bibliográficas
Trinidad Nogales Basarrate (ed.), Ciudades romanas de Hispania II. Cities of Roman Hispania II, Hispania Antigua, Serie Arqueológica, 14, Roma-Bristol: L’Erma di Bretschneider, 2022, 451 págs., ISBN: 978-88-913-2767-3.
Siguiendo con su importante iniciativa, T. Nogales nos presenta un segundo volumen sobre ciudades romanas de Hispania, también en este caso con la aportación de los respectivos autores de las pertinentes novedades con respecto a lo que hasta ahora conocíamos. En él se recogen pequeñas monografías sobre treinta y una nuevas ciudades con diversa extensión y grado de urbanización y monumentalización.
La obra se inicia con un completo mapa realizado por el DAI en el que se reflejan los asentamientos ciudadanos de la Hispania romana, para pasar a continuación al análisis concreto de las distintas ciudades. Otra fortaleza de la obra es el amplio abstract que se ofrece al principio de la descripción de cada ciudad.
Como no podía ser de otra forma, los datos que proporcionan las distintas ciudades son diversos en función de si se trata de yacimientos exentos o de ciudades que han sido habitadas sin solución de continuidad, amén de haber realizado en las mismas actividades arqueológicas más o menos abundantes y sostenidas en el tiempo.
También se desprende de la lectura de las distintas contribuciones que cada vez se usan con mayor intensidad las prospecciones geofísicas y técnicas no invasivas (magnetometría, geoeléctricas, georrádar, etc.), lo que supone un avance para saber dónde excavar.
En las zonas ya conquistadas, tras el final de las guerras civiles se inicia un importante programa de fundaciones coloniales y municipales que permitirá la desmovilización de un importante contingente de tropas, así como el establecimiento del modelo urbano romano en territorios hasta el momento carentes del mismo.
La mayoría de los autores proponen para aquellas ciudades que no tienen estatuto jurídico superior en época de los flavios que este es el momento en que lo reciben, en ocasiones sin aportar pruebas fehacientes sobre ello.
El análisis de las ciudades comienza por la provincia Tarraconense, concretamente por el municipium Termes, del que se ocupa S. Martínez Caballero, que realizó su tesis doctoral tomando como base dicho yacimiento[1]. Tras un atinado análisis de la ciudad celtibérica y su proceso de formación pasa a examinar la ciudad ya en época romana y sus transformaciones a lo largo de este periodo, comenzando por la época tardorrepublicana y continuando por la época de máximo esplendor, desde Augusto a los Antoninos, resaltando sobre todo la majestuosidad del foro flavio del que ofrece una elegante reconstrucción, siendo precisamente en esta época cuando Termes recibió el estatuto jurídico de municipio. No se olvida tampoco de reflejar gráficamente el conjunto rupestre del sur, con sus viviendas semirrupestres. El material gráfico que presenta es muy significativo y la reconstrucción ideal de la ciudad romana nos da idea de la amplitud e importancia que esta tuvo.
M. Orfila comienza su contribución planteándose por qué fue creada la colonia de Pollentia e indudablemente tuvo mucho que ver su estratégica ubicación geográfica perfectamente reflejada en la fig. 2. La autora realiza un análisis de la estructura urbana de la ciudad con unos mapas muy ilustrativos, entre ellos un plano general y la fig. 5 con las ruinas del amplio foro que da idea de la importancia de la vida política de esta ciudad. No se olvida de analizar el programa figurativo de la ciudad, ni las actividades comercial y artesanal documentadas por las numerosas tabernae identificadas, guardando también un espacio para los complejos domésticos y varias necrópolis.
Del municipio de Saguntum se encarga C. Aranegui; situado también en un lugar estratégico en la confluencia de la Vía Augusta con la ruta que comunica el sur de Teruel con el Mediterráneo, en relación con las rutas marítimo-terrestres del norte del Sucronensis Sinus, que tiene una gran influencia sobre todo en el transcurso de la segunda Guerra Púnica. La autora realiza un atinado análisis de la historia del Saguntum romano integrando perfectamente los restos de la suntuosidad de este municipio a través de una serie de dibujos que reconstruyen el foro, el antiguo templo o el conjunto foro-teatro[2].
Desde el Museo de Badalona. Clara Forn y Pepita Padrós se ocupan de describir el Municipium civium Romanorum Baetulo (Plinio). Destacan cómo la filiación romana se refleja en su urbanismo fundacional y en la tipología de sus edificios públicos y privados ofreciendo una nueva hipótesis sobre el perímetro urbano y su distribución interna, en la que incorporan las últimas actuaciones arqueológicas destacando la propia ubicación del foro y la identificación de varios tramos de muralla. Realizan un análisis extenso de los edificios públicos y privados donde descubren un gran impulso edilicio en el siglo ii. No se olvidan de las áreas suburbanas: zonas artesanales/productivas con fotografías de hornos y de una cella vinaria y las tres necrópolis identificadas hasta el momento.
Con relativa frecuencia un yacimiento arqueológico se identifica con el nombre de un arqueólogo. Es, sin duda, el caso del municipio de Bilbilis o Bilbilis Augusta, a la que concedió Augusto este estatuto, siendo un factor fundamental en la estructuración romana del valle medio del Ebro, y el Dr. Martín Bueno. Este yacimiento plantea una anfibología muy clara, por un lado tiene la virtualidad de no haber sido habitado sin solución de continuidad, como se vio también en el caso de Termes, pero, por otro, a lo largo del tiempo ha sufrido grandes expolios de su material constructivo. El autor hace una descripción de los elementos fundamentales del municipio con una reconstrucción virtual del teatro y una fotografía de su estado actual. Es interesante el análisis de la necesidad del acueducto cuando la ciudad se desarrolla y la referencia a los distintos barrios de la misma, barrios residenciales mixtos con zonas de actividades económicas en algunas viviendas.
De Gerunda, ciudad de derecho latino, se ocupa D. Vivó Codina, analizando su época de fundación al lado de un establecimiento ibérico en el transcurso de las guerras sertorianas por el vencedor, Pompeyo, en la reestructuración del territorio y con un importante desarrollo por estar en la vía Hercúlea (luego Augusta), de gran importancia tras la fundación de Narbo en 118 a.C.
El elemento romano mejor conocido son las murallas construidas en dos épocas distintas, la primera de la fase fundacional y la segunda de la época tetrárquica.
Debido a la orografía de la ciudad, el foro, único elemento urbanístico conocido de la ciudad romana, se situó en un extremo de la misma y con una doble terraza.
El que la ciudad romana esté bajo la ciudad actual no permite un conocimiento amplio de la misma, pero de su entorno se conocen una serie de villas suburbanas. En la Gerunda tardoantigua destacan sus murallas y el hallazgo de ocho sarcófagos fechables en el primer tercio del siglo iv, que dan idea de la existencia de una o varias familias con un potencial económico importante.
Del capítulo dedicado al municipio de derecho latino de Labitolosa se ocupan los investigadores que, en sucesivas etapas, han dirigido y/o participado en las distintas campañas de excavaciones desde 1991: M. A. Magallón, P. Sillières, J. A. Asensio, C. Rico, M. Navarro y M. Fincker. Sobre la primera ocupación de época indígena (ibera) se implantó la nueva ciudad en época de Augusto, aunque hasta mediados del siglo i no se asiste a la primera gran monumentalización con los edificios del foro: la primitiva curia y el Gran Edificio y Edificio Este, y las termas en aterrazamientos para adaptar su urbanismo al relieve, todo ello entre los años 50-60. Se analizan y se ofrecen figuras de la curia y el templum ordinis, así como las Termas II edificadas en los años 80-90. Se refieren también a la arquitectura doméstica, al territorium y al final de Labitolosa, que comienza su declive en el siglo iii, aunque posteriormente recupera su importancia en el periodo andalusí dada su situación estratégica[3].
Para los autores del capítulo dedicado al municipium Emporiae, M. Santos, J. Tremoleda, P. Castanyer y E. Hernández, la situación estratégica del enclave explica que los romanos lo utilizaran primero como lugar de desembarco y posteriormente como enclave ciudadano. Es con Augusto cuando se crea una ciudad ex novo, pero no ex nihilo, y en época altoimperial, sobre todo en el siglo ii y iii, cuando se desarrollará una urbanística con todos los edificios relacionados con la vida pública de la misma, esencialmente el foro. Aparte del foro, destacan las termas públicas, el anfiteatro, construido fuera de las murallas, y una palestra de la que quedan pocos restos; aunque debió tener un teatro, no se han hallado aún restos de su existencia. Tuvo grandes domus romanas en la zona oriental de la ciudad, junto a pobladas insulae. Las necrópolis estaban en el área periurbana al sur y oeste de la ciudad romana, aunque siguen usando las necrópolis de la ciudad griega.
Sobre Legio VII Gemina A. Morillo Cerdán y V. García Marcos realizan un análisis con un planteamiento netamente arqueológico a partir de las actuaciones recientes y llegan a una serie de interesantes conclusiones. La primera evidencia es que bajo el campamento de la legio VII Gemina se encuentran restos de dos recintos militares de la legio VI Victrix de época augustea (León I) y tiberiana (León II), este con un contorno rectangular idéntico al de la legio VII (León III).
El campamento de la legio VII tiene un modelo canónico legionario, unas murallas y un acueducto al norte de la ciudad. En el centro del recinto se situarían el cuartel general (principia) y unas grandes termas, y en el perímetro del campamento se instaló un vicus militar anejo. Las áreas funerarias se desconocen por haber sido desmanteladas para construir la muralla bajoimperial en la que se reutilizó un gran número de epígrafes procedentes de estos cementerios[4].
A unos 2,5 km al sureste se estableció un asentamiento civil (Ad Legionem) concomitante con el levantamiento de la fortaleza de la legio VII, aunque hay materiales que permiten hablar de un pequeño núcleo poblacional de época de Claudio.
Del municipium de Pompelo, probablemente de tal estatuto jurídico tras la concesión del Latium por Vespasiano a toda Hispania, se ocupan J. L. Ramírez Sádaba y M. García-Barberena Unzu, planteando una exposición con dos recorridos, uno histórico y otro arqueológico. Quizás hubiera sido conveniente la imbricación de ambos. Debajo de la Pompelo de Pompeyo existía un núcleo anterior que fue convertido en una ciudad organizada al modo romano en época tardorrepublicana y con Augusto y los Julio-Claudios. Su importancia viene dada por su situación estratégica, pues por Pompelo pasaba el entramado viario que unía el Mediterráneo (Tarraco) con el Cantábrico (Oiasso). Desde su fundación se manifiesta entre sus habitantes una clara integración social a partir del análisis de sus gentilicios (Pompeius, Cornelius, Caecilius, etc.), integración que se da también en las creencias, aunque en el ager se conservan divinidades autóctonas, pero con devotos en proceso de integración (nomen latino y cognomen indígena). En el Bajo Imperio la ciudad sigue boyante y las calzadas tienen un mantenimiento, como demuestran los miliarios.
La municipalización supuso una importante remodelación urbanística con la dinastía flavia: foro, termas, etc., reflejada en las distintas figuras de García-Barberena. En época tardoantigua se construye la muralla que reduce el perímetro urbano.
R. Rubio Rivera, en su análisis de Ercavica (Cañaveruelas, Cuenca), oppidum de Latini veteres, que obtuvo el estatuto de municipium con Augusto, demuestra su amplio conocimiento del yacimiento por sus diversas campañas arqueológicas. Lugar privilegiado estratégicamente, muy bien situado entre la cabecera del Tajo y el valle del Ebro, se trata de una ciudad romana utilizada junto con otras para organizar, articular y romanizar el interior de Hispania.
Su trazado ortogonal está adaptado a la topografía que permite situar al foro en una posición descollante, una especie de arx.
Hay en la ciudad una doble monumentalización, una en época augustea y una segunda probablemente en época julio-claudia en que se añadieron al foro cuatro estancias adosadas, sede de las instituciones municipales.
La época tardorromana es un momento de paulatino desmantelamiento y abandono.
De Colonia Clunia Sulpicia se ocupan los responsables de las excavaciones desde 1995, continuando la labor iniciada por P. de Palol, M. Á. de la Iglesia Santamaría y F. Tuset Bertrand.
Tras una breve introducción histórica pasan a analizar los elementos más significativos de la misma comenzando por la cueva Román con un «Santuario Priápico» destacado por su valor simbólico y social[5]. En el foro, tras sus nuevos descubrimientos, proponen un tamaño mayor y más adecuado a su naturaleza de capital de conventus, y todos sus elementos. También se conocen las dobles termas públicas, situadas en el mismo ámbito, y el teatro cuyo graderío está en parte excavado en la ladera del Cerro.
Es una ciudad construida como capital de conventus para una población mucho mayor que la que habitaba en la ciudad y que acudía a ella en determinadas ocasiones. Pero, a partir del siglo ii, la ciudad realiza un proceso de transformación para adaptarse a vivir con sus posibilidades y sirviendo a sus intereses.
Los planos y alzados dan gran valor a su trabajo.
La exposición que realizan J. García Sánchez y J. M. Costa-García sobre la ciudad de Segisamo, localizada en parte bajo el casco urbano de Sasamón, es producto de sus actuaciones arqueológicas tanto no invasivas (fotografía satelital, ortofotografía aérea, fotogrametría con dron RGB o prospecciones geofísicas), como sondeos puntuales.
Con la llegada de Roma se abandona el poblado del Cerro del Castarreño (Olmillos de Sasamón) y se funda Segisamo, dentro de un proceso de reestructuración del poblamiento llevado a cabo por los romanos también en otros puntos del norte peninsular.
Se han detectado las termas públicas y por prospecciones geofísicas estructuras relacionadas con los edificios administrativos, religiosos, públicos y algunas domus. Segisamo es un nudo de comunicaciones entre Aquitania y el noroeste peninsular y entre la costa cantábrica y Clunia Sulpicia.
Desde el año 2009 J. Andreu Pintado viene dirigiendo actuaciones arqueológicas en el yacimiento de los Bañales de Uncastillo (Zaragoza), probable emplazamiento, según el autor, de la Tarraga de Plinio, y, a partir de ellas, deduce que la primera monumentalización de la ciudad debió coincidir con el tercer viaje de Augusto a Hispania. Esta monumentalización se mantiene en los decenios posteriores a Augusto, época también de notable desarrollo de las comunidades del entorno.
Con la concesión del Latium parece que se levantan unas magníficas termas junto al foro y las elites locales se implican en la monumentalización de la ciudad erigiendo en época de Domiciano en el pórtico occidental del foro un espacio de culto con finalidad votivo-representativa y en época de Trajano otro recinto votivo con divinidades romanas y locales, dando al foro una dimensión religiosa que, en principio, no tenía. En este foro destaca un importante conjunto de pedestales.
Esta ciudad, como otras, al recibir el estatuto de municipium tuvo dificultades para gestionarse y no vivió más allá del siglo iii.
A partir de aquí comienzan las descripciones de las ciudades de la Bética con la civitas de Malaca con respecto a la cual resalta su autor, P. Rodríguez Oliva, el mantenimiento de elementos púnicos en la ciudad romano-republicana. Unas termas de época republicana en la vertiente norte de la Alcazaba fueron arrasadas para construir el teatro. También aquí, por la continuidad del poblamiento, es muy difícil descubrir la realidad de época romana.
Por la importancia del puerto malacitano, sus relaciones y conexión marítima con el norte de África parecen constantes a lo largo de toda la época imperial. Por este puerto salieron hacia Roma cantidades de garum y salsamenta obtenidos en las piletas de cuyos restos hay aproximadamente setenta en la ladera sur de la colina de la Alcazaba.
Es probable que el foro de la ciudad imperial estuviera en la zona donde se construyó en el siglo xviii el edificio de la Aduana (hoy Museo de Málaga), restos del cual se han encontrado aprovechados en puertas de la fortaleza musulmana (fustes, capiteles, etc.). En este entorno se han localizado tres edificios termales de época altoimperial.
Junto a importantes restos epigráficos de los siglos i-iii —entre ellos dos tablas de leyes municipales de época de Domiciano de Malaca y Salpensa— se han hallado un ninfeo y restos de necrópolis que alcanzan hasta el siglo v-vi.
D. Bernal-Casasola realiza el análisis de Gades, capital en época romana del conventus Gaditanus. Como en otras ciudades, hay una ingente cantidad de hallazgos frente a una parquedad de publicaciones. La paleotopografía e insularidad son claves para la compresión de Gades, entendido como parte de un sistema portuario integrado, la bahía de Cádiz, con salinas, un centenar de figlinae, el santuario oracular de Hercules Gaditanus y obras de infraestructura necesarias como el acueducto. La comprensión del Gades romano solo es posible desde su insularidad con un poblamiento centrado en tres islas.
Parece que el ager gaditano fue objeto de una centuriación en época augustea y en las parcelas destacan las figlinae de ánforas salazoneras. Este ager sería atravesado por el acueducto con un trazado de 80 km y por la Via Augusta.
Se ha podido hacer una propuesta del trazado urbano de Gades, donde se identifica el anfiteatro fosilizado y, sin duda, el Theatrum Balbi con mármoles importados de los principales centros productores del imperio. En el siglo iii se inicia su amortización.
Se han descubierto también importantes estructuras portuarias con un posible puerto interior y otro exterior. Como dice el autor, se ha avanzado mucho, pero quedan muchas incógnitas por resolver.
El municipium Flavium Muniguense, Munigua, ha sido objeto de actuaciones arqueológicas desde 1956 por parte del DAI Madrid, y de los resultados hace una síntesis Th. G. Schattner.
Se trata de una ciudad abandonada en la Antigüedad tardía por los terremotos entre finales del siglo ii y el siglo iii y por la disminución de las posibilidades de seguir explotando las minas de cobre y hierro con la tecnología de extracción disponible. Lo que se ha conservado es el paisaje urbano de los siglos i y ii con edificios públicos diversos: varios templos y un ninfeo, el foro, el pórtico de los Picos y las termas. El dinero para estos edificios procede de la misma ciudad fruto de la extracción y fundición de metales.
El recinto amurallado, inacabado, se construyó por fases desde época flavia hasta época severa; ya en el siglo iii la muralla en la parte norte estaba siendo amortizada.
Los elementos relacionados con actividades productivas, los oficios, los servicios, etc., están más presentes que en una gran ciudad[6].
J. Beltrán Fortes, M. Heinzelmann, J. Lehmann, D. Romero y A. Schröder exponen las actuaciones previas, todas ellas parciales, dispersas y casi siempre de emergencia, o prospecciones superficiales, en Carissa Aurelia, antes de reiniciar ellos en diciembre de 2021 una actividad arqueológica con el desarrollo de una campaña de prospección geofísica mediante la aplicación de métodos de magnetometría, geoeléctricos y georrádar.
Se trata de un yacimiento entre Bornos y Espera, provincia de Cádiz, donde las fases de ocupación más importantes son la turdetana y, sobre todo, la romana. Quizás es con Augusto cuando recibe su promoción a municipium. Entre sus numerosos epígrafes destaca un fragmento de una copia del senatus consultum de Cneo Pisone patre.
Por lo incipiente de los trabajos solo se pueden plantear algunas hipótesis: existencia de una muralla, de un teatro (por restos de marmora ornamentales) o una importante zona pública al este de la «acrópolis», donde posiblemente estuvo el foro de época tardorrepublicana e imperial.
La Colonia Asido Caesarina se encuentra bajo la ciudad de Medina Sidonia y ocupa también un lugar estratégico, en particular el Cerro del Castillo, con gran visibilidad del espacio. Con la pacificación de Augusto hasta época tardía, el valor estratégico del castellum pasa a un segundo plano, según narran J. Montañés Caballero y M.ª L. Loza Azuaga. Como en otros muchos casos, el que gran parte del yacimiento esté bajo la ciudad moderna dificulta la comprensión del mismo.
Por los restos conocidos el urbanismo asidonense a fines del siglo i a.C. se caracterizaría por su monumentalidad y complejidad. A los pies del cerro se extendió la trama urbana ex novo con un urbanismo en terrazas. En el sector más llano y amplio de estas se situaría el foro colonial en el que habría varios edificios públicos, civiles y religiosos.
Por los restos de columnas y fustes proponen también los autores la posibilidad de un teatro cerca del foro aprovechando el desnivel. Igualmente se documentan tres necrópolis.
Resalta M.ª C. Frutos Campos la importancia de Ategua, Santa Cruz, Córdoba, en época protohistórica. No hay continuidad de poblamiento moderno.
Alineada con la causa pompeyana, fue conquistada por César en 45 a.C.
En 2018 una prospección geofísica y el inicio de actuaciones arqueológicas sistemáticas identifican 76 calles, entre ellas el cardo maximus y el decumanus maximus.
Se contabilizan hasta 59 manzanas. El foro se ha identificado en el cruce del cardo maximus y el decumanus maximus. Junto a él unas termas y un edificio comercial. También un posible teatro construido en el primer tercio del siglo i, aunque fue remodelado en el siglo ii y, sobre él, realizadas otras construcciones en el iii y otro complejo arquitectónico en el siglo iv-v. Extramuros se ha localizado una necrópolis.
La autora apunta, sin ofrecer datos en que basarse, la posibilidad de que sea un municipio flavio.
Hasta épocas recientes, la ciudad romana de Onoba Aestuaria había sido olvidada por priorizar lo tartésico, como ponen de manifiesto J. M. Campos Carrasco y J. Bermejo Meléndez. Emplazamiento bajo la actual ciudad de Huelva desde fines del II milenio hasta hoy, en un lugar estratégico abierto a las corrientes comerciales mediterráneas, al cinturón ibérico de piritas (plata, cobre o hierro) y cruce de caminos entre el mundo atlántico y el mediterráneo.
Colonia quizás desde época de Augusto se pueden identificar en la actualidad viviendas, termas, muralla, acueducto, 3 necrópolis (norte, sur y este al borde de las calzadas), cetáreas, sala de la procuratela y un faro.
En el ager onubense hay villae rústicas con figlinae de recipientes para transportar los productos de las villae y de las fábricas de salazones —las cetariae jalonan la costa onubense e incluso en la propia ciudad hay un importante centro de transformación de pescado—.
J. Bermejo Meléndez y J. M. Campos Carrasco describen Arucci, Aroche, Huelva, en el despoblado Los Llanos de la Belleza, fundación ex novo en un programa de colonización agraria en las últimas décadas del siglo i a.C.
En época julio-claudia se realiza la construcción de un complejo forense y un nuevo planteamiento urbano implementado durante la dinastía flavia con la ampliación de un complejo termal, un posible macellum, un campus y un acueducto. En el siglo iii se inicia un lento proceso de descomposición, aunque con una ocupación continuada y residual hasta el siglo iv-v.
Extramuros, en el norte hay un recinto con las características de un campus. En él se han descubierto una aedes y una schola, sede de un collegium iuvenum. Junto con el campus, en esta zona, hubo una necrópolis (siglos i-iii). En el sur hay otra necrópolis, el trazado del acueducto y diversas villae, en las que por análisis palinológicos se ha descubierto que se cultivaban cereales, olivo y encina.
Es una «small Town» dotada de todos los elementos del ordenamiento municipal urbano romano, una ciudad de servicios, que sirvió de control fiscal, administrativo y censal del territorio de la sierra occidental de Huelva.
L. Roldán Gómez y J. Blánquez Pérez describen la Colonia Libertinorum Carteia, el más importante enclave de la bahía de Algeciras por su ubicación estratégica controlando el Estrecho.
Las fuentes escritas atestiguan el origen fenicio-púnico de Carteia y se da una clara continuidad urbana púnica-romana, adquiriendo en el 171 a.C. el estatus de Colonia Libertinorum Carteia. La concesión del ius Latii habría supuesto la oportunidad de consolidar por parte de Roma el control militar de una importante base naval.
En época republicana ya había un templo y en época de Augusto se construyó un teatro. El foro se ubicaba en un lugar periférico adaptándose a la topografía. Hay también una basílica exenta de gran envergadura.
De época altoimperial son el acueducto, las infraestructuras hidráulicas y un edificio termal, así como fábricas de salazones, halladas unas intra moenia, de época augustea, y otras extra muros, siendo esta la actividad económica principal.
En la segunda mitad del siglo i a.C. obtiene el estatuto de municipium civium Romanorum, como puede deducirse de la aparición de IIIIviri en las monedas.
Las evidencias arqueológicas llevan su existencia al menos hasta el siglo vi.
J. L. Ruiz Cecilia se ocupa de Colonia Genetiva Iulia, Vrso, con estatuto de colonia romana con Julio César.
Se han realizado escasas excavaciones y la mayoría de arqueología preventiva y no ha habido ningún proyecto general de investigación, aunque la utilización de herramientas SIG ha dado algunos resultados. Aunque el foro no se puede situar en un lugar concreto, sí su entorno, en el que aparecieron los denominados bronces de Osuna.
No se han identificado edificios religiosos, a pesar de las referencias en la ley colonial, pero sí el teatro con un escaneado láser y una prospección geofísica (tomografía eléctrica y georrádar). Tras el teatro se abre una amplia plaza flanqueada por sendos pórticos. Para la existencia de un anfiteatro y un circo solo hay meras hipótesis.
Existe una necrópolis oriental con hipogeos tallados en el sustrato rocoso con uso hasta la antigüedad tardía y una hipotética necrópolis septentrional.
Por lo dicho, se puede afirmar que Vrso es un yacimiento cuyo potencial arqueológico está aún por explotar.
A continuación viene una muy interesante colaboración de J. Bermejo Meléndez y J. M. Campos Carrasco sobre la creación de una base de datos denominada Corpus Vrbium Baeticarum dentro del Proyecto CVB.
Tras un establecimiento de límites provinciales y conventuales y el registro de 192 ciudades, 45 del conventus Hispalensis, 63 del Astigitanus, 28 del Cordubensis, 49 del Gaditanus y 7 de adscripción incierta, las líneas de investigación abordadas son: el mundo prerromano, el estudio del paleopaisaje, las fuentes grecolatinas, literarias, epigráficas y numismáticas, arquitectura pública (ludi, forum, thermae entre otros), arquitectura doméstica, escultura, musivaria, mundo funerario, tardoantigüedad, así como el diagnóstico patrimonial de cada uno de los enclaves.
Un aspecto muy positivo de este proyecto es la constante implementación con nuevos datos (investigaciones en curso, hallazgos fortuitos o nuevas publicaciones).
Pasando ya a la provincia de Lusitania, J. P. Bernardos, C. Veigas y C. Candeias se ocupan de la civitas de Balsa, estación arqueológica da Luz. Desde 1866 en que Estacio da Veiga realizó excavaciones en las que recogió un importante expolio de elementos romanos refiriendo, además, cetáreas, necrópolis, edificios con mosaicos, termas, conductos de agua y epígrafes, hasta 2019 en que la Universidade do Algarve pone en marcha un proyecto científico prácticamente solo se han realizado mínimas intervenciones arqueológicas y estudios sobre el material ya conocido.
Se trata de una ciudad portuaria fuertemente relacionada con el comercio del Mediterráneo, pues está entre las rutas mediterráneas y atlánticas.
Su mayor desarrollo, como en tantas otras civitates hispanas, se registra a partir del siglo i y se acelera en época flavia, momento en que los autores sitúan la obtención del estatuto de municipium, y continúa en los primeros tercios del siglo ii. En el último tercio de este siglo hay una destrucción de edificaciones, con un resurgimiento en el siglo iii debido, sobre todo, a una vigorosa industria de preparados piscícolas por todo el litoral.
Por prospecciones no invasivas (georrádar, geomagnetismo y geotomografía) y excavaciones puntuales se ha localizado el foro en la colina de la Torre d’Aires, estando situado el puerto en la base de la colina. También dos necrópolis. La trama urbana se extiende hacia el este del foro con los principales edificios residenciales, unas termas y extramuros un posible circo. En la zona costera al este del puerto se identifican las cetáreas. También en este yacimiento hay mucha actividad arqueológica que realizar.
De Myrtilis se ocupa V. Lopes. Mértola supone la continuidad de poblamiento, lo que dificulta su conocimiento. El río Guadiana es la gran vía fluvial que unía la ciudad con el Atlántico y el Mediterráneo y existía una red viaria entre Myrtilis y los complejos mineros y las ricas tierras agrícolas. Por la denominación Iulia Myrtilis o Myrtilis Iulia de las monedas acuñadas en el siglo i a.C. el autor propone su municipalización en época de César.
Hay restos de cloacas, tiene muralla del periodo tardo-romano, situándose el foro en una plataforma artificial en el noroeste de la ciudad, zona en la que hay vestigios de una basílica, un posible templo y el criptopórtico.
Se han identificado tres necrópolis y en excavaciones entre 2017 y 2018 un posible templo asociado a un conjunto escultórico del siglo i (estatua masculina, incompleta, tipo thoracata, y tres femeninas). No estamos de acuerdo con la posibilidad que apunta el autor de que estuviera integrado en un conjunto monumental tipo forum.
V. Gil Mantas sintetiza los conocimientos sobre Imperatoria Salacia, una de las ciudades privilegiadas de Lusitania en el siglo i a.C., pero con un conocimiento del urbanismo salaciense a día de hoy muy limitado.
Hay una fuerte presencia fenicio-púnica (siglos vii-vi a.C.) con un santuario de época prerromana con divinidades orientales, que continúa en época romana, así como necrópolis de la época utilizadas también en época romana. Se trata del principal puerto comercial a occidente de Gades, a pesar de la competencia de Olisipo.
Sin aportar datos, el autor se inclina por la época claudia para la recepción de estatuto jurídico superior.
Es difícil hoy hacerse una idea clara del aspecto de la ciudad romana, pero se ha identificado el foro, excavado en parte, además del puerto fluvial. Hay testimonio de una cisterna y un acueducto, pero no termas, teatro o anfiteatro.
En el entorno existían varias villae e importantes hornos cerámicos produciendo en parte para la exportación.
De la caput civitatis Igaeditanorum, Igaedis, según los autores la actual Idanha-a-Velha (Idanha-a-Nova, Portugal), se ocupan P. C. Carvalho, A. Fernández, A. Redentor, C. Tente, J. Cristovâo, L. Fernandes, R. Costeira da Silva, S. Lacerda y T. Cordero. Se considera una fundación augustea después de la fundación de Emerita Augusta. En época de Augusto se construye el foro que es remonumentalizado en época de Domiciano. Del siglo i son un templo, una basílica, dos templetes a Venus y Marte, así como varias domus de época augustea y siglo i. Se conocen también dos necrópolis, las termas públicas y un acueducto, pero no el anfiteatro.
La epigrafía es variada en soportes y naturaleza —la conocida ofrenda de un reloj por parte del ciudadano emeritense Q. Tullius, la dedicatoria a Gaius Caesar y un conjunto significativo de bloques (89) con letras monumentales asociadas a edificios públicos— y de ella se deduce que la mayoría de los libres eran peregrini que conservan una antroponimia indígena, siendo los ciudadanos y sus libertos los que portan antroponimia mayoritariamente latina.
Para estos autores el estatuto privilegiado lo recibiría en época flavia o trajanea, sin aportar tampoco dato concluyente alguno.
El peso más relevante en la economía de la civitas fue el oro de aluvión y de las minas.
E. Gamo Pazos, J. J. Gordón Baeza, J. M. Murciano Calles, R. Sabio González y A. Villa González identifican Augustobriga con Talavera la Vieja.
Por la construcción del embalse de Valdecañas, restos de los templos de «Los Mercados» y de «La Cilla» fueron trasladados a un lugar más elevado y con la bajada del nivel de las aguas en el verano de 2021 se ha podido realizar una fotografía aérea que ha permitido recrear la trama urbana de la ciudad romana, que es ortogonal regular.
Por el topónimo parece que fue creada por Augusto y posteriormente promocionada jurídicamente ‘posiblemente’ en época flavia, también en este caso sin aportar datos.
Los dos templos salvados de las aguas se integraron en la plaza del foro porticada al menos en tres de sus frentes (sur, este y oeste) con columnas también en este caso de granito.
Parece que existe otra plaza y se distinguen unas termas públicas. Más dudosa es la identificación de posibles edificios de espectáculos, pero si se han identificado tres necrópolis y alguna villa.
Faltan intervenciones arqueológicas amplias por lo que mucho de lo dicho por los autores es hipotético.
La ciudad de Ossonoba es tratada por C. Viegas, J. P. Bernardes y R. Roberto de Almeida. Localizada bajo la actual Faro mantuvo un papel central durante todo el periodo romano con respecto al Algarve. Su ubicación ha traído consigo que el conocimiento de su urbanismo sea muy limitado.
En el siglo xx frente a la catedral de Faro se descubrió parte del podium del templo del foro. La ciudad estaba ubicada en una ligera elevación desde el siglo iv a.C., ubicación que facilitaría el acceso al comercio marítimo y a recursos marinos (sal, moluscos y peces).
El inicio de la ciudad romana no se puede retrotraer más allá de finales del siglo ii a.C., habiendo acuñado moneda a mediados o finales del siglo i a.C.
Con Augusto pasa a la Lusitania y los autores proponen la posibilidad de que haya recibido el estatuto municipal, también en este caso sin aportar datos.
Al oeste de la península, a lo largo de la costa se situarían los sectores residencial y artesanal, destacando en este último caso las cetáreas.
Se identifican dos necrópolis, del siglo ii al iv, pero no se sabe dónde estaría el lugar de enterramiento en la época tardorrepublicana y siglo i.
Es a partir del siglo iii cuando Ossonoba funciona como verdadera capital del Algarve con un mayor desarrollo de la actividad productiva ligada a los preparados piscícolas visible también en la producción de ánforas en las villae de su entorno, actividades sobre todo en el periodo III y V/VI.
De Visaium, nombre romano de la actual Viseu, probablemente capital de la civitas de los Interamnienses, que aparece en la inscripción del puente de Alcántara, se ocupan P. C. Carvalho, P. Sobral de Carvalho y J. Perpétuo. Fundada por Augusto, ocupó un morro donde estaba instalado un poblado de la Edad del Hierro, en un punto estratégico de cruce de vías; de ahí su amplia malla urbana como gran ciudad en el contexto del norte de Lusitania.
A pesar de la continuidad del poblamiento, se han descubierto varios elementos de la ciudad romana. Lo primero el foro en excavaciones de 2001-2002 con elementos relacionados con la basílica asociados a contextos estratigráficos del periodo augusteo. En su propuesta de reconstrucción del foro habría un templo y frente a él estaría la basílica. El culto a Júpiter (o al emperador) ubicado en el templo principal del foro conviviría con elementos de religiosidad indígena.
A partir del análisis del trazado ‘fosilizado’ de una de las calles principales de la ciudad antigua lanzan la hipótesis de la existencia de un anfiteatro, anfiteatro que estaría alineado con el eje principal del foro.
Por lo visto hasta aquí no podemos menos que volver a recalcar la oportunidad e importancia de esta publicación sobre todo por la puesta al día de los conocimientos sobre 31 ciudades romanas de Hispania, aunque con aportaciones muy desiguales por la propia situación de las mismas (bajo la ciudad moderna o exentas) o por la existencia o no de proyectos de investigación sobre las mismas.
Juan Santos Yanguas
Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
juan.santos@ehu.eus
http://orcid.org/0000-0002-0377-1041
DOI: https://doi.org/10.1387/veleia.25836
[1] S. Martínez Caballero, 2017, El proceso de urbanización en la Protohistoria y la Antigüedad en la Meseta Central hispana. La ciudad celtibérica y romana de Termes (siglo vi a.C.-193 p. C.), Oxford: BAR International Series 2850.
[2] Un análisis más profundo en C. Aranegui Gascó 2004, Sagunto. Oppidum, emporio y municipio romano, Barcelona: Bellaterra.
[3] Para un análisis más detallado ver M.ª Á. Magallón & P. Sillières (éd.), 2013, Labitolosa (La Puebla de Castro, province de Huesca, Espagne). Une cité romaine de l’Hispanie citérieure (coll. «Mémoires», 33), Bordeaux: Ausonius.
[4] Véase como ejemplo M. Ranilla (coord.), L. Grau Lobo, Á. Palomino, E. Santamaría, J. Sánchez-Lafuente, L. Valdeón & G. Vallejo, 2016, Historia de una excavación horizontal. El hallazgo y la extracción de material lapidario en la muralla de León, León: Ed. Menoslibros.
[5] Una referencia al carácter de la cueva puede verse en S. M.ª Alfayé, 2026, «Expresiones religiosas en las ciudades del poder de la Hispania céltica: el caso de Clunia», Revista de Historiografía 25, 355-383.
[6] Ver Th. G. Schattner, 2019, Munigua: un recorrido por la arqueología del «municipium Flavium Muniguense», Sevilla: Universidad de Sevilla.