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Bergua, José Ángel. Postpolítica. Elogio del gentío. Madrid: Biblioteca Nueva, 2015, 256 pp.
Papeles del CEIC. International Journal on Collective Identity Research, núm. 2, pp. 1-5, 2017
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea

Revisión Crítica

La tradición sociológica ha utilizado conceptos como los de comunidad, tribus, multitud —entre un vastísimo surtido— para apelar a las distintas formas de lo social que queda fuera del orden instituido pero que conforma el humus de lo social. El cuestionamiento de este interrogante ocupó la obra de muchos científicos sociales (algunos de los más descatados: Maffesoli (1990), Duvignaud (1990), Esposito (2003), Hardt y Negri (2004)), y que ahora Bergua, en la obra que nos convoca, rescata para este libro. La presente obra nos ofrece el concepto de gentes —acuñado ya en trabajos anteriores (Bergua, 2007a y 2007b)— con el que propone realizar una reflexión sobre las limitaciones teórico-analíticas de las Ciencias Sociales y la politología. El debate en este libro se abre a través de lo político, que fue el centro neurálgico y matriz de lo social (p. 12) y con el que ella era pensada desde la vasta red de experticias que construyen discurso sobre la misma (políticos, científicos, opinadores, etc.). Pero esto responde solo a un lado del universo constituido por lo político, aquel que clama al orden instituido de lo social. Enmarca a lo social en las coordenadas de la Sociedad; la Politización de todo aquello que las instituciones hacen con las gentes para la conformación de un Orden. Sin embargo, este trabajo de aglutinamiento que señala el autor es incompleto; no todo entra en la centrifugadora productiva del Orden Instituido. J. Á. Bergua entiende que hay formas de despolitización concretadas como realidades emergentes que ponen en marcha las gentes y que suponen un exceso de socius que el orden sólo puede interpretar y gestionar desde la falta o vacío. Ese es el lugar del “no ser” que las sociologías clásicas denominaron como lo anómico de lo social. No obstante, nos encontramos ante una dificultad analítica que de cuenta de estos lugares sin provocar los mismos efectos de re-presentación por las Ciencias Sociales que convierten en instituido las hibridaciones de lo instituyente: no olvidemos de que si la sociología tiene vocación de algo es de perpetuadora del orden establecido.

Situados en este arranque del debate, el libro se divide en dos grandes apartados: el primero cuestiona el régimen diurno que atiende a esas carencias que las linternas de la Política utilizan para hablar-gestionar las zonas más sombrías de lo social; el segundo, reflexiona sobre el régimen nocturno que trata de situarse a través de herramientas más cercanas a lo chamánico, mágico y ocultista en esos planos de la lobreguez de lo social instituyente que contiene lo político.

En este primer apartado, Bergua nos sitúa ante las paradojas de un concepto —principalmente— occidental como el de Democracia.. En su devenir etimológico, la palabra Democracia encierra dos elementos de lo político que entran en contradicción, el Demos y el Kratos: uno alude a la capacidad de la gente para construir lo social, el otro, por el contrario, apuntala aquello que responde al Orden instituido. El Demos tiene una relación con conceptos como lo popular, lo comunitario, el gentío que se atañen a diversas combinaciones del estar-juntos o el estar-con, es decir, el humus de lo social. El autor, siguiendo a Alain Badiou, nos muestra la perversa y paradójica relación entre el Kratos y el Demos y observa cómo el primero se sirve del segundo para instituir el Orden a través de la Representación. Esta acción de representación que elabora principalmente el Estado en relación con la gente es lo que permite normalizar e incluir la presencia, esto es, lo social instituyente bajo la atenta mirada y tutela que éste comporta. El Estado, por tanto, “es una excrecencia porque ha pasado de no estar en lo social a pretender dominarlo absolutamente” (p. 45) a través de la normalización. Es el control de la salud, la moralidad, la sexualidad, del movimiento y circulación de las gentes. En este sentido, lo social se ve absorbido y gobernado por el atractor Estado. Pero el Demos presenta formas de presencia impredecibles, inaccesibles por el logos e intratables por la política representacional del Estado. Y ello genera víctimas. Víctimas de los dispositivos de institucionalización del Orden social que son los “otros” convertidos en cadáveres y carroña de la autoinstitución de la Modernidad. En otro de sus trabajos (2003), Bergua retrata el metafórico cadáver de una de las muchas víctimas que la modernidad ha ido dejando a su paso: los habitantes de los pueblos. Si la historia de la civilización se cuenta a través de la ciudad y sus ciudadanos —o urbanitas—, los pueblos y sus gentes se abandonan en la indefinición y a la posterior desaparición que la expulsión simbólica acarrea. Al igual que sucede con otros cadáveres y víctimas de la paradoja de la Democracia, los pueblos entendidos como un lazo comunitario no muere sino que lo hace la concepción que el asesino tiene de él. En consecuencia, ello “nos obliga a asumir que hay otras naturalezas relacionadas con otros modos de ser de lo social” (p. 75).

Precisamente sobre estos otros modos de ser de lo social, aquellos inconmensurables por el Orden y agenciado por las gentes, es una de las preocupaciones que Bergua desarrolla en este libro. La Sociología clásica ha sido reproducida en las teorías sociales más contemporáneas por medio del tránsito nostálgico de los vectores institucionalizados. El debate abierto por el autor en este libro, trata de ofrecer otras fórmulas más imaginativas para cavilar sobre estas formas de socius que la ceguera de la ciencia moderna invisibiliza. Esto es lo que examina en la segunda parte de libro, el régimen nocturno de la política. Haciendo uso de lo imaginario para comprender que lo social instituyente que contienen las gentes, las multitudes y/o comunidades no son sino una caterva de mezclas, hibridaciones y ensamblajes que obligan a pensar desde parámetros más cercanos a fuerzas mágicas, chamánicas y esotéricas. Lo que define como Sociosofía trata cabalmente de ocuparse de lo oculto del socius. La Sociosofía piensa lo social como un Todo que se aleja de la paradoja que encierra el término de Democracia. En consecuencia, Bergua propone “una mirada sociosófica de corto alcance” (p. 180) que se proyecta sobre lo político, y más concretamente, sobre las zonas imprevisibles y distanciadas de la Sociedad que la Democracia ha alzado.

Si lo imaginario es una posición de arranque de su propuesta, el autor entiende que la idea de la creatividad es su piedra angular. Aunque nos señala la importancia de entender que la unión de Demos y Kratos ha hecho uso de la creatividad en términos políticos, al igual que lo hizo la economía, ésta va más allá puesto que hace parte de una mezcla, una hibridación. Muestra de ello es la mezcla que se establece entre trabajo y juego en los trabajadores creativos y que no puede ser desenchufada con tanta facilidad (p. 148) como apunta mediante el trabajo de Richard Florida. Y que, por otro lado, tan implícito se encuentra en los flujos pulsionales que esconde la economía contemporánea en sus dos polos: el consumo y la producción. Éstos se encuentran estrechamente relacionadas y debemos analizarlos más allá de sus actores concretos sino desde su combinación. Esta metáfora de los flujos pulsionales rescatada de la Teoría Pulsional, le sirve al autor para descubrir los entresijos de los límites del capitalismo y así observar lo social que lo desborda por medio de la creatividad.

Sin olvidar que su libro trabaja desde lo político, frente a la Democracia propone la demopoiesis, es decir, un espacio en donde lo social se nutre de lo creativo de las gentes y conduce hacia un lugar sin particiones, a un Todo en el que lo sagrado toma un papel relevante por su carácter inmanente a lo social. Parte de su propuesta de la demopoiesis viene dada porque Bergua entiende que este trabajo chamánico use el término del gentío compuesto de multiplicidades y fluidos que sólo la gente tiene capacidad de agenciar, y que no se hayen pervertidos por las instituciones. El trabajo de la Sociosofía debe conducirse hacia ese carácter sagrado de lo social que se encuentra en el corazón de la creatividad de las gentes. Bergua intuye que el excedente político de las gentes no es simplemente una apelación crítica a lo institucional, sino que es el germen de repensar el vínculo y el estar-juntos. Ese estar-con se nutre de una magia que la paradoja de la Democracia es incapaz de comprender y que el trabajo anamnésico de la Sociosofía debe atender. El sabio, como el chamán, deben permitir enunciar sin pervertir el carácter sagrado de la socialidad impulsada por las gentes. Lo sagrado siempre ha sido algo a insuflar desde el Orden Instituido que la fluidez de las gentes ha superado. Por lo tanto, el practicante de Sociosofía debe situarse desde lo borroso y turbio, y entender las gentes desde sus mezclas, hibridaciones y mestizajes que cultivan lo social de una efervescencia colectiva que apela al Todo como una multiplicidad de multiplicidades que trasciendan la dialéctica imperante de los binarismos.

Como indica el autor, el Movimiento 15-M da cuenta de ello a través del carácter afectivo y de la reciprocidad. Más allá de las exigencias políticas de los mismos, se encuentra una reactivación y reconfiguración de lo sagrado de lo social. El 15-M formó un acontecimiento político de carácter colectivo que auspiciaba un tipo de socialidad en la que los individuos desde el modo terapéutico de ese estar-juntos olvidaban sus miedos y problemas individuales. El 15-M es un ejemplo pero también lo son la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), la Plataforma de Afectados por las Preferentes a escala nacional o el Movimiento Occupy y la Primavera Árabe a escala internacional. En este sentido, el libro abre una proposición desafiante a las Ciencias Sociales para pensar desde otro prisma lo social instituyente y abastecer de principios con los que deslizarse por los fluidos políticos de la retirada del gentío de la Democracia y las transformaciones del socius que entraña.

Referencias

Bergua, J.A. (2007a). Lo social instituyente. Materiales para una sociología no clásica. Zaragoza: Prensas universitarias de Zaragoza.

Bergua, J.A. (2007b). La gente. Intersticios: Revista sociológica del pensamiento crítico, vol. 1, nº1, pp. 17-36.

Bergua, J.A. (2003). Los Pirineos en/y el conflicto del agua. Bilbao: Iralka.

Duvignaud, J. (1990). La solidaridad. México: Fondo de Cultura Económica.

Esposito, R. (2003). Communitas: origen y destino de la comunidad. Buenos Aires: Amorrortu.

Hardt, M. y Negri, T. (2004). Multitud: guerra y democracia en la era del Imperio. Madrid: Debate.



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