Efectos de la sátira política a través de programas de infoentretenimiento televisivo en España.
¿Es humor solo para reír o hay algo más en juego?

Effects of Political Satire in Infotainment Televisión Programs in Spain. Is Humor Only for Laughing, or is there Something else at Stake?

Carmelo Moreno*

Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU)

Palabras clave

Sátira
Humor étnico
Vascos
Catalanes Apreciación de humor

Resumen: El objetivo de este trabajo es analizar de forma comparada los discursos y los argumentos ofrecidos por una muestra de ciudadanos españoles, de distintas regiones de país, para calibrar el efecto de dos sketches de sátira política extraídos de la programación televisiva en España. Los sketches fueron elegidos por su diferente estilo de humor —humor satírico más horaciano vs. juvenaliano— y por su contenido centrado en parodiar distintos grupos étnicos y políticos, como son, por un lado, los nacionalismos vasco y catalán, y, por otro lado, los colectivos de inmigrantes y los homosexuales. De forma específica, el trabajo analiza si existen semejanzas y diferencias en la apreciación de estos sketches, si existen diferencias territoriales en dicha apreciación y cuáles son las razones que los ciudadanos dan para justificar su disfrute (o su malestar) con este tipo de sketches satíricos. Las conclusiones apuntan que las personas con un mayor grado de disfrute (y también las personas con un mayor de malestar) hacia este tipo de sketches satíricos, independientemente de los contenidos, focalizan su atención en las cuestiones formales del sketch, mientras que las personas con un grado de disfrute intermedio combinan más todos los elementos formales y sustantivos a la hora de su valoración.

Keywords

Satire
Ethnic humor Basques
Catalans Humor appreciation

Abstract: This work makes a comparative analysis of the discourses and arguments provided by a sample of Spanish citizens from different regions of the country in order to calibrate the effect of two satirical sketches taken from the television schedule in Spain. The sketches were chosen because of their different styles of humor —a more Horatian satirical humor vs. a Juvenalian humor— and because of their content, focused on parodying different ethnic and political groups, such as Basque and Catalan nationalism on the one hand, and immigrant and homosexual collectives on the other. Specifically, the article analyzes whether there are similarities and differences in the appreciation of these sketches, whether there are geographical differences in this appreciation, and what reasons are given by citizens to justify their enjoyment (or discomfort) with this type of satirical sketches. The conclusions note that people with a higher degree of enjoyment (and also people with a higher degree of discomfort) facing this type of satirical sketches, irrespective of their content, focus their attention on the formal questions of the sketch, while people with an intermediate degree of enjoyment are more likely to combine all the formal and substantive elements in making an evaluation.

* Correspondencia a / Correspondence to: Carmelo Moreno. UPV/EHU. Departamento de Ciencias Políticas y de la Administración. Barrio Sarriena, s/n (48940 Leioa) – carmelo.moreno@ehu.eus – http://orcid.org/0000-0003-4002-3787.

Cómo citar / How to cite: Moreno, Carmelo (2022). «Efectos de la sátira política a través de programas de infoentretenimiento televisivo en España. ¿Es humor solo para reír o hay algo más en juego?». Papeles del CEIC, vol. 2022/2, papel 272, 1-22. (http://doi.org/10.1387/pceic.22763).

Fecha de recepción: abril, 2021 / Fecha aceptación: octubre, 2021.

ISSN 1695-6494 / © 2022 UPV/EHU

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1. Introducción

La sátira es un género humorístico bajo sospecha de contener elementos espurios. Muchos autores cuestionan que la sátira sea definida por el uso del humor porque no está claro que su objetivo último y más valioso sea la búsqueda de comicidad; al contrario, cuestionan hasta qué punto la relación entre sátira y humor es más instrumental que sustantiva porque utiliza el humor para otros fines superiores como la denuncia social, la crítica subversiva, la búsqueda de la verdad oculta o cierta concienciación pública (Jenkins, 1994, 2001). Las críticas de Peter Berger (1997) sobre la sátira de Karl Krauss en la Europa de principios de siglo xx o los apuntes de Stephen Kercher (2006) sobre la sátira en Estados Unidos durante los años 60 del siglo pasado serían ejemplos de esta visión menos complaciente hacia este género. Lo cierto es que en las últimas décadas la sátira está teniendo un auge, especialmente mediante programas de televisión dirigidos por humoristas, con audiencias masivas y gran reconocimiento social (Baym y Jones, 2013; Provenza y Dion, 2010). No es fácil saber si esta «era dorada» de la sátira supone un cambio respecto a otras manifestaciones satíricas anteriores o, como diría Daniel Bell (1976), es una consecuencia cómicamente no deseada de las contradicciones culturales del capitalismo. Lo que sabemos es que seguimos sin tener una definición precisa sobre la naturaleza y el valor social de la sátira (Condren, 2012).

El objetivo de este trabajo no es entrar en una discusión sobre la naturaleza de la sátira. Al contrario, se trata de ofrecer un análisis práctico de un estudio de caso, basado en observar opiniones y reacciones que producen ciertos programas televisivos de sátira política en un país étnicamente diverso como España para, a partir de este caso, validar algunas conclusiones sobre la funcionalidad de la sátira televisiva en las sociedades modernas. Para ello, la estructura de este trabajo tiene tres partes. En la primera, se analizan algunos conceptos y dimensiones teóricas sobre el fenómeno de la sátira televisiva moderna. En la segunda, se describen las preguntas de investigación, el trabajo de campo realizado y la metodología empleada para codificar la información e interpretar los datos. En la tercera parte, se presentan los principales resultados y las conclusiones que apuntan a la compleja interpretación social de la sátira en sociedades modernas como la española.

2. Dimensiones teóricas en el estudio de la sátira

El fenómeno de la sátira televisiva moderna ha sido abordado desde tres dimensiones teóricas complementarias. La primera se refiere a la evolución histórica de la sátira desde su aparición en la Antigüedad clásica hasta el momento presente, observando sus elementos constantes y sus discontinuidades. La segunda tiene que ver con los tipos de sátira según sus contenidos y sus estrategias cómicas, una tipología que básicamente contrapone lo que se conoce como sátira horaciana frente al modelo de la sátira juvenaliana. La tercera hace referencia a las percepciones sociales de la sátira según quien sea el objeto de la burla satírica y el receptor de la misma.

Respecto de la primera dimensión, que compara la sátira clásica y moderna, hay que destacar las notables diferencias entre ambas. La razón principal, como señalan varios autores, estaría en el proceso de secularización y emancipación práctica que las sociedades han ido adquiriendo sobre los posibles efectos prácticos del humor en general y la sátira en particular (Elliot, 1960; Kuipers, 2001; Ziv, 1988). Sabemos que, en la Antigüedad, una sátira podía generar no solo una fuerte ridiculización social sobre la persona objeto de la misma sino incluso podía tener cierta fuerza ritual similar a un dictum religioso; es decir, además de su comicidad, la sátira podía tener efectos reales en la vida de las personas. En las sociedades modernas, sin embargo, la sátira ha ido perdiendo su poder coercitivo a la hora de imponer disciplina en las opiniones y los comportamientos, tanto a nivel individual como colectivo. Actualmente, su fuerza estaría enfocada básicamente en los aspectos estéticos y artísticos, esto es, en hacer reír al mayor número de personas posible. Sin embargo, aún persiste la idea de que en el uso de la sátira hay algo más en juego que la simple comicidad. Tal vez ese algo más no tenga que ver con cuestiones emocionales o disciplinarias, al estilo hobbesiano o bergsoniano, sino con cuestiones de carácter cognitivo. El valor de los argumentos críticos hechos de forma satírica serviría para denunciar la hipocresía cínica y la falsedad cotidiana de la vida pública. Su fuerza disciplinaria se movería por tanto en un plano más simbólico, aunque mantendría cierta capacidad para incidir en la opinión pública. La sátira, al poner en evidencia que tras las «verdades objetivas» del poder político existen intereses concretos, prácticas discutibles y ocultaciones, no solo hace reír sino que supone una reflexión contestataria y corrosiva frente al orden preexistente. No es casualidad que uno de los programas satíricos de mayor éxito en la televisión de Estados Unidos en las últimas décadas, The Colbert Report, naciera el 17 de octubre de 2005 en medio de una crisis de credibilidad de su clase política a propósito de la guerra de Iraq, ni que su humorista estrella, Stephen Colbert, haya sido uno de los activistas políticos de mayor repercusión en los últimos años, como fue su participación en la famosa «Marcha por la Cordura» en octubre de 20101.

En su influyente ensayo Crítica de la razón cínica, Peter Sloterdijk (1983) advertía que era previsible que las sociedades modernas recuperaran, con aires renovados, la figura de Diógenes Laercio, «ese hippy protobohemio» de la Antigüedad que respondía satíricamente con quinismo perverso contra el cinismo mentiroso instalado en la vida política (ibídem: 251). Para este autor, sin embargo, era importante tener cierta cautela a la hora de valorar el carácter subversivo de esta figura: aunque la sátira defiende un concepto de verdad frente a las mentiras oficiales del poder político y de la sociedad, no está claro que esa verdad —basada en la ironía, el sarcasmo, la burla o el discurso crítico— contribuya a modificar ningún orden ni altere la participación política. Las evidencias ofrecen dudas al respecto (Shifman, Coleman y Ward, 2007). El quínico no sería más que la otra cara de la moneda del cínico, una persona «que no es tonta, más de una vez se da cuenta de la nada a la que todo conduce, y su aparato anímico es lo suficientemente elástico como para incorporar la duda permanente a su propio mecanismo como factor de supervivencia» (Sloterdijk, 1983: 40-41). La verdad promovida por la sátira quínica suele ser una verdad cómica que adquiere su sentido práctico en el propio mundo humorístico que la crea. Es más perversa que subversiva. ¿Cuál es el impacto real que un programa como The Colbert Report pudo tener en la opinión pública de Estados Unidos a la hora de generar mayores niveles de información política o ser capaz de cambiar actitudes y opiniones políticas? Según varios estudios, su impacto real fue importante (Baumgartner, 2013; Baym 2007, 2010; Lamarre, Landreville y Beam, 2009; Landreville, Holbert y Lamarre, 2010; Young, 2004). Pero, como ha explicado el propio Stephen Colbert de manera irónica, su gran aportación al Reino de la verdad satírica fue la creación de un tipo de verdad que él denominó truthiness2 (Rogak, 2011): una verdad que no puede tener efectos prácticos porque consiste únicamente en «hablar, no de la verdad como tal, sino que algo que se parece a la verdad, la verdad que queremos que exista y que queremos que se convierte en verdad porque la sentimos como tal» (Sternbergh, 2006). Colbert asume que su discurso satírico no es «veraz», solamente intenta explicar que la truthiness —entendida como el discurso que suena como si fuera verdadero aunque carece de cualquier validez empírica— es el discurso típico de aquellos que ocupan posiciones de poder y que conviene desenmascarar satíricamente. Para Colbert, la sátira es una herramienta para ridiculizar la truthiness, pero su fuerza tiene sentido básicamente en el mundo de la comicidad (Raskin 1998). Es atractiva porque es divertida, no porque su principal contribución sea eliminar los niveles de hipocresía y de mentira en la vida real. Como señalan acertadamente Lamarre, Landreville y Beam, «la sátira política podría no afectar a la gente en el sentido que históricamente ha sido entendido» y «es bastante posible que este tipo de entretenimiento político sea procesado de forma sesgada y reinterpretado para ayudar a reforzar puntos de vista políticos» (2009: 226). Es decir, que funcione como una caja de resonancia de posiciones políticas previas.

La segunda dimensión teórica en el estudio de la sátira tiene que ver con la distinción entre los dos grandes tipos ideales de sátira existentes, la sátira horaciana y la sátira juvenaliana (Holbert et al., 2011), en honor a los autores latinos en quienes se inspiran, Horacio (65-8 aC) y Juvenal (60-128 dC). La sátira horaciana es conocida por su carácter benigno, gentil y suave; es amable, centrada en temas abstractos y generalistas, como la crítica a los valores sociales, los vicios públicos, las actitudes ante la vida o los compromisos cívicos; es una sátira que se realiza de forma indirecta, supuestamente para sortear los problemas de la censura o para dotar de cierta sofisticación al tratamiento cómico de los temas; asimismo, introduce tanto elementos de crítica como de autocrítica. Frente a esta, la sátira juvenaliana es conocida por su forma más bien abrasiva, despreciativa y agresiva; es ofensiva, centrada en temas concretos y más específicos como la crítica a determinadas figuras políticas, a ciertos actos salvajes o personas mezquinas fácilmente reconocibles; es una sátira que se realiza de forma directa, supuestamente para polarizar opiniones o, simplemente, para mostrar una crítica social acerada; por ello, introduce muchos más elementos de crítica que de autocrítica. Históricamente, esta distinción entre ambos tipos de sátira ha tenido su importancia, especialmente en un país como España: efectivamente, hubo épocas donde la existencia de censura impidió la libre circulación de un tipo de sátira más directa (González Ballesteros, 1981) mientras que, por el contrario, hubo otras épocas en las que la existencia de cierta polarización social impidió el desarrollo de un tipo de sátira más sofisticada (Bauer, 2010). En la actualidad, la distinción entre la sátira horaciana y juvenaliana es importante pero no tanto por sus posibilidades de realización como por sus capacidades de atracción. El hecho de que estos dos tipos de sátira puedan tener una apreciación distinta sería un buen indicativo del tipo de efectos que la sátira ofrece en un país como España.

Finalmente, hay una tercera dimensión teórica que tiene que ver con el papel que tienen los creadores de la sátira y aquellos que son el blanco de la burla satírica. En las últimas décadas, los estudios empíricos sobre el papel de los medios de comunicación de masas han debatido sobre cuál es el impacto que estos tienen a la hora de fijar agendas sociales, consolidar estereotipos y establecer los marcos de lo que es risible socialmente, de lo que puede ser objeto de sátira y de cómo puede realizarse dicha sátira (Baym, 2005; Lewis et al., 2008; Scheufele, 1999; Xenos y Becker, 2009; Young, 2012). En ciertas épocas, algunos autores plantearon la tesis sobre el enorme poder de los medios de comunicación para generar una enorme direccionalidad y cómo esto podía afectar a la apreciación del humor, especialmente por los contenidos satíricos referidos a los grupos sociales más vulnerables (Dundes, 1987; Ford, 2000; Holmes, 2000; Lewis, 1997; Zillmann y Cantor, 1972; Zillmann, 1983). Actualmente, por el contrario, son mayoría los autores que plantean dudas sobre el poder que los medios de comunicación tienen a la hora de condicionar la apreciación del humor dado que el sistema de los medios de comunicación en sociedades democráticas es muy plural y los programas televisivos de entretenimiento, como ocurre con los programas de sátira política, no tienen altos niveles de fidelidad partidista (Arpan et al., 2011; Ford y Ferguson, 2004; Landreville, Holbert y Lamarre, 2010; Norris, 2000; Young, 2004). Esta situación es todavía menos clara en el caso de que las prácticas satíricas sean transnacionales, se realicen a través de Internet y de una forma más o menos anónima (Kuipers, 2011). Por otro lado, como es sabido, en muchas ocasiones no existe una diferencia clara entre el productor y el blanco de las críticas satíricas: el humor de carácter autocrítico, que tanta importancia tiene en numerosos estudios de humor (Davies, 1991, 1998, 2002) demostraría que la sátira, como cualquier otro género humorístico, tiene básicamente una finalidad lúdica. De hecho, en ocasiones el carácter autodespreciativo de la sátira puede ser incluso motivo de satisfacción entre los propios miembros de los grupos sociales que lo practican (Ferguson y Ford, 2008: 297). En definitiva, a diferencia del modo serio de comunicación, basado en el modo de comunicación lineal, el modo humorístico permite que afloren múltiples estrategias discursivas a la hora de su apreciación, su justificación y su disfrute (Mulkay, 1988; Raskin, 1985).

Desde un punto de vista práctico, estas tres dimensiones teóricas en el análisis de la sátira han sido útiles para guiar los propósitos prácticos de este trabajo. Para llevarlo a cabo, se han comparado las reacciones de varios ciudadanos en España hacia dos sketches de humor. El planteamiento central era averiguar hasta qué punto estos dos sketches tenían una valoración distinta en función de tres dimensiones. En primer lugar, ver si los ciudadanos apreciaban un mayor grado de comicidad o un mayor grado de intencionalidad satírico-política en el sketch. En segundo lugar, ver si el humor utilizado se aproximaba más a un modelo de sátira horaciana o juvenaliana, cuál de los dos gustaba más y por qué. Finalmente, en tercer lugar, ver hacia quiénes iba dirigida la sátira y cuál era la reacción ante estos estímulos humorís­ticos.

3. Nota metodológica

El objetivo de nuestra investigación consistió en analizar opiniones sobre dos vídeos de sátira política extraídos de dos late-night shows, El Intermedio y Los Clones3. Ambos sketches corresponden a dos televisiones privadas de España (La Sexta e Intereconomía TV), con índices de audiencia diferentes (masivas en el caso del primero, minoritarias en el caso del segundo) y con un contenido satírico diferente. Por otro lado, los sketches fueron elegidos porque, en principio, representaban tipos de espectadores contrapuestos ideológicamente: en el caso de El Intermedio, espectadores más de izquierdas y más moderados sobre la cuestión nacionalista; en el caso de Los Clones, espectadores más conservadores y menos complacientes hacia los discursos de los nacionalismos regionales (Valhondo, 2011).

De cara a la elaboración del trabajo de campo se organizaron diez grupos de discusión (Bore, 2012) que se realizaron en nueve ciudades españolas4. Para la elección de los diez grupos se tuvo en cuenta la importancia de la variable territorial (comunidades del Norte, del Centro y del Sur: 3-4-2) y la existencia de programas de humor satírico en las televisiones de estas regiones (5 regiones donde sí existen este tipo de programas frente a 4 regiones que carecen de ello). Se realizó un grupo de control diferente del resto, formado por emigrantes españoles en una de las comunidades autónomas del estudio (Cataluña) frente al resto de grupos, más homogéneos étnicamente. Asimismo, quedaron excluidas de la muestra las personas por debajo de 25 años y por encima de 55, hubo representación paritaria por sexos, y se excluyeron también a personas con nivel educativo bajo para evitar una dispersión que contaminara el posible efecto de la variable principal del estudio, la variable territorial.

Los grupos se organizaron mediante un guion estructurado con temas y apoyado en dos cuestionarios, que los participantes rellenaban mientras veían los sketches. Entre los temas abordados en los grupos de discusión había cuestiones sobre el grado de conocimiento de cada vídeo, el nivel de apreciación, opinión sobre la sofisticación y la agresividad, el nivel de intencionalidad política y una explicación de las razones por las que estos vídeos podían gustar a nivel individual, autonómico e incluso a nivel del conjunto de España. La información de los cuestionarios fue codificada en una base de datos (BD1) en la que la unidad de análisis era cada uno de los participantes en el total de los grupos (un total de 80 unidades5). La información de las transcripciones de los grupos fue codificada en una segunda base de datos (BD2), teniendo como unidad de análisis cada una de las intervenciones en los 80 participantes en los diez grupos (un total de 8.600 unidades). En esta segunda base de datos las variables utilizadas han sido: apreciación del humor (positivo/neutro/negativo6); sentido del humor con que se orientó cada intervención (sátira horaciana/juvenaliana/mixta7), así como dos variables sobre menciones políticas y étnicas (sí/no) (grupo étnico mencionado). La codificación de estas variables se realizó manualmente por tres personas8, de forma independiente, para garantizar la fiabilidad de la base de datos.

4. Hipótesis del estudio

La primera hipótesis de la que partimos en este trabajo es que la apreciación de los dos sketches de sátira política propuestos en nuestra investigación sería mayor o menor dependiendo del tipo de sátira (Horaciana vs. Juvenaliana) que fuera más prevalente en el sketch (H1). La idea que defendemos aquí es que la gente en España, de alguna manera, aprecia socialmente la sátira horaciana más que la sátira juvenaliana porque es más sofisticada y su perspectiva es menos agresiva. Por el contrario, la sátira juvenaliana, centrada en una crítica mucho más concreta y focalizada en una determinada persona o situación, es menos apreciada o, en todo caso, solamente es apreciada por grupos concretos de personas, socialmente más homogéneos, en función del tema propuesto.

La segunda hipótesis plantea que la apreciación de los dos sketches de sátira política propuestos depende en gran medida del origen territorial de los participantes (H2). Como es sabido, España está formada por grupos étnicos distintos. A los efectos de este trabajo, hemos dividido el país en tres áreas geográficas. Por un lado, se seleccionaron tres regiones del norte de España (Galicia, País Vasco y Cataluña), donde hay programas de humor satírico en sus respectivas regiones, son el blanco de los sketches satíricos propuestos y asimismo son regiones similares por tener una fuerte identidad y cierta tensión con la identidad nacional española. Por otro lado, se eligieron dos regiones del sur (Andalucía e Islas Canarias), donde existe también una fuerte identidad propia, compatible con la identidad nacional española, y también tienen programas de humor satírico aunque, en este caso, no eran el blanco de la crítica en los dos sketches propuestos. Finalmente, se eligieron cuatro regiones del centro (Aragón, Castilla y León, Madrid y Valencia), donde existe una fuerte identidad nacional española y, salvo en el caso de Aragón, carecen de programas de humor satírico en sus televisiones regionales. Creemos que estos tres grupos de regiones pueden apreciar la sátira de forma distinta en función de su identidad y de la existencia o no de humor satírico en sus respectivas televisiones regionales.

Finalmente, la tercera hipótesis plantea que la apreciación de los dos sketches de sátira política provoca estrategias discursivas distintas y focaliza la atención de forma diferente en función de los temas propuestos, la cohesión interna del grupo de discusión, su grado de disfrute y el tipo de relación con el blanco de la sátira (H3). El humor realizado en los dos sketches satiriza distintos grupos étnicos, sociales y políticos (grupos étnicos del país, como vascos o catalanes, pero también grupos sociales como los inmigrantes latinoamericanos o los homosexuales); asimismo, satiriza distintas situaciones narrativas (cuestiones como la utilización del terrorismo, pero también cuestiones más específicas como la personalidad de determinados políticos). Esta pluralidad de elementos en cada sketch permite a los participantes en los grupos de discusión organizar sus preferencias y también encontrar los mecanismos para justificar por qué un sketch le gusta y por qué no le gusta, por qué acepta la crítica y por qué no la acepta. Mediante un análisis del contenido de estas conversaciones, se pueden observar diferencias entre los distintos grupos de discusión.

5. Resultados

La primera aproximación para conocer la apreciación de los dos sketches satíricos está resumida en la tabla 1, que refleja cinco niveles de información: conocimiento del programa de televisión del cada sketch; valoración personal de los sketches; apreciación de los participantes sobre si haría gracia este sketch en su comunidad autónoma; grado de intencionalidad política del sketch y, finalmente, opinión sobre las posibles diferencias de apreciación entre los «nacionalistas regionales» y los «nacionalistas españoles».

El grado de conocimiento entre ambos sketches ofrece una diferencia muy relevante: muy favorable en el caso del sketch de El Intermedio (84% de los participantes conocían el programa) frente al de Los Clones (23%). La evaluación de ambos también fue diferente: en general, el primer sketch gustó más (valoración de 4,18 puntos sobre 7) que el segundo (2,96 puntos). Respecto a la percepción de intencionalidad política, aunque en ambos casos la percepción fue bastante alta, también hubo diferencias: menor en el primer sketch (1,71 puntos sobre 3) que en el segundo sketch (2,62 puntos). Finalmente, también hubo una diferencia significativa a la hora de evaluar las posibilidades de que ambos sketches gustasen en las distintas regiones de España: en el caso del sketch de El Intermedio, los participantes reforzaron su valoración positiva afirmando que este sketch, seguramente, gustaría más en su región que en el resto del país, aunque sin grandes diferencias (+,13); por su parte, en el caso del sketch de Los Clones, los participantes también reforzaron su valoración negativa afirmando que este sketch gustaría en su región mucho menos que en el resto del país (–,39). Es decir, los participantes proyectaron su valoración positiva y negativa al conjunto de ciudadanos de sus respectivas regiones. El único elemento de valoración común entre ambos sketches surgió cuando se les preguntó si creían que estos sketches gustarían menos a los «nacionalistas regionales» que al resto de españoles: en ambos casos, la respuesta fue afirmativa y contundente (+,61 y +,70). En todos los grupos existía cierta sospecha de que los «nacionalistas regionales» no disfrutarían tanto con estos sketches como el resto de los ciudadanos. Sin embargo, tanto en el grupo del País Vasco como en Cataluña, estos dos sketches fueron valorados por encima de la media general. Como luego veremos, esto indica que las estrategias discursivas en estos dos grupos siguieron pautas específicas diferentes a las sospechas del resto de grupos.

Tabla 1

Apreciación de ambos sketches, El Intermedio (EI) y Los Clones (LC),
según distintos grupos de discusión a nivel regional

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Conocimiento (rango de 0 a 1); Valoración (rango de 0 a 7); Gusta en tu región más que en el resto del país (rango de –1 a 1); Intencionalidad política (rango de 0 a 3); Regionalistas disfrutan menos (rango de –1 a 1). Fuente: elaboración propia a partir de cuestionarios (BD1).

Si atendemos a los datos se podría decir que la valoración de los sketches correlaciona positivamente con conocimiento del programa (a mayor conocimiento, mejor valoración) y negativamente con el grado de percepción de intencionalidad política (a mayor intencionalidad en la sátira política, peor valoración). En cierto modo, esto es así… pero solamente para la primera afirmación, no para la segunda. Como señalan algunas investigaciones, la apreciación positiva del humor está influida notablemente por el grado de conocimiento de las incongruencias cómicas puestas en juego, dado que este conocimiento previo reduce enormemente el grado de esfuerzo cognitivo y facilita la predisposición a la hilaridad (Attardo y Raskin, 1991; Forabosco 1992). Sin embargo, en el segundo caso la cosa no está tan clara. Tal como muestran los datos de la tabla 1, en el sketch de El Intermedio y en el de Los Clones hubo grupos de discusión que disfrutaron de los sketches aunque su percepción de intencionalidad política era dispar. Hay muchos ejemplos de esto último: los grupos de Andalucía (SEV), País Vasco (BIO) o las Islas Canarias (LZR) disfrutaron muchísimo con el sketch de El Intermedio a pesar de ver alta intencionalidad política. Por su parte, el grupo de personas nacidas en Andalucía (SEV) y, tal vez de forma sorprendente, el grupo de personas de Cataluña (BCN1) también disfrutó muchísimo con el sketch de Los Clones a pesar de ver también una altísima intencionalidad política. Los datos del País Vasco y Cataluña son relevantes porque el contenido de ambos sketches hacía referencia a sus respectivas regiones, lo cual venía en cierto modo a ratificar la capacidad de ambos grupos para disfrutar con un sketch satírico que, en gran parte, les utilizaba como blanco del humor político. Sobre esta cuestión volveremos más adelante porque es un tema importante que habría que explicar con un poco más de detalle.

Tabla 2

Humor satírico de los sketches (El Intermedio y Los Clones),
según distintos grupos de discusión a nivel regional

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Fuente: elaboración propia a partir de las intervenciones en los grupos (BD2).

Entrando en los argumentos empleados en los distintos grupos de discusión, la tabla 2 ofrece información sobre las evaluaciones (positivas, neutras o negativas) y sobre el tipo de humor (sátira horaciana, juvenaliana o mixta) que los participantes detectaron en los dos sketches. En ambos casos, más de la mitad de los argumentos empleados en las discusiones fueron para resaltar los contenidos de sátira juvenaliana (55,5% en el caso de El Intermedio; 56,2% en el caso de Los Clones), con la gran diferencia de que la mayoría de los argumentos de sátira juvenaliana de El Intermedio fueron positivos (27,2%), mientras que en el caso de Los Clones fueron negativos (39,8%); es decir, la sátira del primero fue más gozosa que la crítica del segundo, en términos generales. Además, un porcentaje nada despreciable de los argumentos fue para destacar los aspectos horacianos de la sátira de los sketches (38,3% en El Intermedio; 36,7% en Los Clones), siendo además en ambos casos muchos más los argumentos positivos de puro disfrute (25,9% en el primer sketch; 20,6% en el segundo) que los argumentos negativos.

La comparación entre los distintos grupos de discusión es interesante para observar las opiniones en aquellas regiones que fueron los blancos de estas sátiras (el grupo de los vascos en el primer sketch y el de los catalanes en el segundo), a diferencia del resto de las regiones, que eran simples espectadoras y, por tanto, tenían una mayor distancia respecto de la sátira —un requisito, el de la distancia, que suele aducirse como facilitador de comicidad (Bergson, 1900; Oring, 2003; Sherman, 1988)—. En el caso del grupo de discusión en el País Vasco (BIO), los comentarios del sketch de El Intermedio fueron más enfocadas a resaltar los elementos juvenalianos de la sátira (55,5%) y los elementos críticos positivos (42,3%) superaron a los negativos (32,4%), pero el nivel de hilaridad estrictamente lúdico basado en la sátira horaciana fue menor que en los demás grupos (11,3% frente al 38,3% del conjunto de España). En el grupo de discusión de los nacidos en Cataluña (BCN1), más cercano al blanco del humor del sketch de Los Clones, las intervenciones fueron muy contrapuestas e incluso polarizadas. Una pequeña mayoría de las intervenciones ensalzaron las cuestiones estrictamente horacianas de la sátira del sketch, disfrutando por encima de la media de todos los demás grupos de discusión (el 40,0% de argumentos fueron positivos, resaltando la comicidad pura del sketch, frente al solo un 20,6% de la media española). Sin embargo, los argumentos satíricos juvenalianos negativos fueron significativos (38,2%), similar a la media de los demás grupos (39,8%).

Es decir, en ambos grupos constatamos que hubo dos tipos de estrategias discursivas algo diferentes entre sí y muy diferentes del resto de los grupos: en el grupo de discusión en Bilbao, sobrevalorando positivamente los aspectos críticos de sátira juvenaliana; en el grupo de discusión de los nativos de Barcelona, sobrevalorando positivamente los aspectos de sátira horaciana. De hecho, estas afirmaciones positivas en vascos y catalanes fueron mayores que en el resto de los grupos de discusión, lo que demuestra que la sátira de ambos sketches fue interpretada, como afirma Norrick (1993), mediante una estrategia conversacional tendente a minimizar los elementos negativos en juego y sobrevalorando aquellos elementos que podían ser apreciados positivamente. No obstante, en los dos grupos también se alzaron significativas voces críticas sobre los aspectos negativos de este tipo de sátiras. En suma, los argumentos en estos dos grupos se polarizaron mucho más que en el resto de los grupos.

La comparación entre los participantes en función del origen territorial es una de las variables fundamentales de este estudio, en la medida que las regiones fueron elegidas por tener ciertas particularidades étnicas y un estilo humorístico distinto. En la tabla 3 se comparan tres zonas territoriales de España: los grupos periféricos del norte de España (BIO, ACÑ y BCN), los grupos del sur de España (SEV y LZN) y los grupos que hemos denominado centrales (MAD, VLL, ZAR y VLN). Si analizamos los argumentos que dieron para mostrar su apreciación de los sketches y los agrupamos según el origen territorial de los grupos, como muestra la tabla 3, podemos observar cuáles son las razones reales de las diferencias entre la apreciación regional del humor en España, cuyas diferencias se muestran estadísticamente significativas.

En el caso del sketch de El Intermedio se observa que los grupos de la periferia elogiaron tanto su crítica positiva (40,3% de los argumentos en los grupos periféricos del sur y 33,0% de los grupos periféricos del Norte) como su carácter de pura comicidad (25,4% y 25,3%, respectivamente). Incluso los grupos periféricos del norte aprecian la sátira en sus aspectos mixtos (10,3%). Sin embargo, los grupos centrales disfrutaron menos con la comicidad pura del sketch (solamente 15,5% de argumentos positivos) y sus comentarios satíricos fueron negativos (30,7%).

En el caso de Los Clones, sin embargo, los resultados se invierten. Así, los grupos de la periferia, tanto del norte como del sur de España, consideran que este tipo de humor que usa sátira horaciana puede ser divertido (19,4% en los grupos periféricos del sur y 27,5% en los grupos periféricos del norte) pero su nivel de sátira juvenaliana es muy negativamente apreciada. Sin embargo, los grupos centrales señalan que, aunque este tipo de humor de sátira horaciana puede ser muy aburrido (27,4% de sus intervenciones), pero elogian la sátira juvenaliana de este sketch (22,6% de sus intervenciones) en mayor medida que los participantes de las regiones periféricas, especialmente al estar centrada en la figura de un histórico líder independentista de Cataluña. Este dato es relevador porque es el único momento en el que los participantes de las regiones que hemos llamado centrales superan a los participantes de todas las regiones periféricas en la apreciación positiva de los sketches.

Tabla 3

Humor satírico de los sketches (El Intermedio y Los Clones),
según el origen territorial de los participantes

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Fuente: elaboración propia a partir de las intervenciones en los grupos (BD2).

Siguiendo esta línea, la tabla 4 es interesante porque precisa la información anterior mediante el análisis de los temas que fueron mencionados en los grupos de discusión para tratar cada uno de los sketches. Aquí las estrategias de deliberación vuelven a ser dispares y dan pistas sobre el porqué de su distinta valoración. En el caso de El Intermedio, tal como explicamos en la nota 3, los temas que podían ser objeto de comentario eran básicamente cuatro: el carácter particular de los vascos, la referencia a los inmigrantes latinoamericanos en la vida pública española, la alusión al terrorismo de ETA y, finalmente, la opinión de la sociedad española ante la inmigración y el terrorismo. Como muestra la tabla 4, el tema más comentado en todos los grupos fue la sátira realizada sobre los inmigrantes: básicamente, la mayoría de comentarios giraron en torno a la risa cómica que producía ver el intento «ridículo» de unos latinoamericanos haciéndose pasar por falsos terroristas y amenazando a la población española con «acciones intimidatorias» si el gobierno español no era sensible a sus «absurdas» demandas (53,8% del total de los comentarios). La mayoría de estos comentarios fueron positivos, tanto los que hacían referencia a los juegos de palabras y a la interpretación de los actores, esto es, a la comicidad horaciana del sketch (13,2%), como los que hacían referencia a la crítica satírica juvenaliana, especialmente hacia los inmigrantes (16,7%). No obstante, estas burlas juvenalianas a los inmigrantes también fueron criticadas negativamente en bastantes intervenciones (17,3%). Por su parte, las menciones a los vascos (10,8%) fueron menos relevantes y en todas ellas la valoración fue mayormente positiva, centradas en el carácter exagerado de los vascos. Respecto del asunto del terrorismo de ETA, las intervenciones fueron también abundantes (23,3%) pero más dispersas: un porcentaje de intervenciones (9,3%) valoraron de forma negativa la crítica satírica juvenaliana al terrorista, sobre todo por los posibles riesgos de frivolizar el tema, pero un número importante de intervenciones (4,7%) consideraron que reírse de ETA, resaltando su comportamiento ridículo, era divertido, y un porcentaje aún mayor (5,4%) afirmaron que la sátira juvenaliana era sana y positiva.

Tabla 4

Menciones étnicas en los sketches (El Intermedio y Los Clones),
tipo de humor y valoración de los sketches (%)

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Fuente: elaboración propia a partir de las intervenciones en los grupos (BD2).

En el caso de Los Clones, a diferencia del anterior, el tema más comentado en todos los grupos de discusión fue precisamente el elemento más juvenaliano del sketch, esto es, la aparición en la sátira del histórico líder nacionalista catalán Josep Lluis Carod-Rovira y sus reivindicaciones independentistas, simulando de forma cómica cómo su partido solicitaba una reforma de la Constitución para que Cataluña pudiera «salir de ese armario» llamado España de forma «alegre» y «festiva», obteniendo notables beneficios económicos y emocionales (44,5% de las intervenciones). En segundo lugar, aparecían las menciones más genéricas al carácter particular de los catalanes (26,7%) y finalmente, en tercer lugar, las alusiones cómicas al tema de la homosexualidad (12,6%). Es interesante que la mayor parte de los comentarios relativos al líder político fueron mayormente de crítica negativa por usar el humor satírico juvenaliano para referirse a este personaje y a su discurso político (22,9%), aunque un número también considerable de intervenciones consideraron que estas críticas hacia dicho político eran una sátira juvenaliana positiva (6,4%). A diferencia del líder político, las alusiones cómicas al carácter estereotipado de los catalanes, como su astucia económica o su tacañería, fueron comentadas de forma mucho más equilibrada, destacando que los tópicos estaban bien trabajados como sátira horaciana (7,3% de las intervenciones), aunque las críticas de estilo juvenaliano hacia lo catalán merecieron también un nivel de comentarios negativos (9,4%). Finalmente, la utilización cómica de la homosexualidad recibió en el conjunto de los grupos una atención menor (12,6% de intervenciones), y en la gran mayoría de casos se consideró que la analogía de las reivindicaciones del colectivo homosexual y las demandas políticas de Cataluña eran una sátira juvenaliana negativa y muy poco humorística (9,5%).

Tabla 5

Menciones étnicas en los sketches (El Intermedio y Los Clones),
tipo de humor y valoración de los sketches (%).
Comparación de las dinámicas de los grupos de discusión vasco y catalán

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Fuente: elaboración propia a partir de las intervenciones en los grupos (BD2).

Además de todo lo anterior, una última comparación interesante en el análisis de los temas mencionados en los grupos de discusión fue ver de forma aislada cuáles fueron las estrategias de deliberación y valoración por parte de los dos grupos étnicos que fueron el blanco de cada una de las sátiras, es decir, de vascos (en el caso de El Intermedio) y de catalanes (en el caso de Los Clones). En la tabla 5 observamos dicha comparación y la información es útil porque muestra cómo un grupo étnico puede reaccionar de forma distinta ante una sátira que le interpela. En el grupo de discusión que se hizo en el País Vasco, lo que destaca en la discusión del sketch de El Intermedio es que la atención se centró mayormente en la cuestión de los inmigrantes latinoamericanos (65,2%), como hicieron el resto de los grupos, así como también las alusiones a los vascos y su carácter étnico estereotipado —su orgullo, su carácter indómito (12,1%)—. Sin embargo, destaca que no se aludiera en ningún momento a la cuestión terrorista, a diferencia de lo que ocurrió en el resto de los grupos, donde este tema sí apareció con bastante intensidad (23,3%). Como se ha visto en otro estudio, no es fácil en el País Vasco hacer comentarios cómicos ni disfrutar con el humor que hable sobre cuestiones de terrorismo, sobre todo entre personas que no se conocen (Moreno, 2012). En estos casos, es normal que las personas desarrollen una estrategia de prolepsis y creen una especie de malla protectora para evitar ser acusados de no tener sentido del humor ante algo que está concebido de forma humorística (Lockyer y Pickering, 2001). No es casualidad que, al mismo tiempo que este grupo eludió comentar la cuestión del terrorismo (su estupidez cómica, sus actuaciones ridículas), fue también uno de los grupos que más elogió la sátira del sketch de El Intermedio. Es posible que la incomodidad que producía la sátira en algunos episodios produjo una sobrevaloración de dicha sátira gracias a un cambio de enfoque en las preferencias temáticas que merecían ser comentadas. De hecho, esa misma estrategia elusiva permitió en el grupo del País Vasco que la sátira de El Intermedio, en términos horacianos, fuera apreciada positivamente.

En el caso del grupo de discusión que se hizo con las personas nacidas en Cataluña (BCN1), lo primero que destaca en su discusión del sketch que les afectaba directamente, el de Los Clones, es que la estrategia discursiva fue totalmente opuesta a la del grupo del País Vasco. Esta estrategia estuvo basada no tanto en la elusión de los temas sino en una estrategia de saturación cómica: nada menos que el 90,2% de sus intervenciones hicieron referencia a los catalanes y al dirigente político nacionalista Carod-Rovira, frente al ya elevado 71,2% del resto de los grupos. Es cierto que en el grupo de discusión de los catalanes la atención cómica se centró en analizar y disfrutar de forma positiva con los aspectos que tenían que ver con la identidad étnica de los catalanes tratada en el sketch (53,7%) más que con la cuestión del líder político nacionalista (36,6%), cuando en el resto de los grupos la relación fue inversa. Pero lo importante es que la presencia de ambos temas en la discusión entre los catalanes fue muy alta, ensalzando de manera positiva las virtudes cómicas que incorporaba dicha sátira, sobre todo desde el punto de vista formal —los gags, la puesta en escena— así como por el carácter autocrítico. Aunque, obviamente, hubo también comentarios críticos hacia este tipo de sátira, la tabla 5 muestra que la mayoría de intervenciones fueron positivas. Este resultado puede parecer sorprendente si se tiene en cuenta que el sketch de Los Clones pertenece a un programa de televisión de una cadena cuya línea editorial no es muy favorable hacia la identidad nacional catalana. Lejos de interpretar este disfrute como un ejercicio de masoquismo, el análisis de los comentarios durante la discusión aborta rápidamente esta sensación y pide una interpretación más compleja hacia la sátira. Como dijo uno de los participantes:

¡Ojalá todos los programas de esta cadena hablaran así de nosotros los catalanes, cómicamente, nos íbamos a reír mucho! El problema es que el resto de los programas también hablan de nosotros… pero en serio. Y el contenido de estos programas es muy desagradable...

Es posible pensar que la incomodidad que producía en este grupo el tratamiento de ciertos temas vistos desde el «modo serio de comunicación» se transformó en una sobrevaloración de la sátira, no tanto por las preferencias temáticas sino por el convencimiento de que el «modo humorístico de comunicación» (Mulkay, 1988; Raskin, 1985) es un universo autónomo que tiene sus propias reglas, su propia verdad cómica. Como dijo otro participante:

Visto así, sí, claro que sí… hasta las exageraciones de [esta sátira] son graciosas.

Una última cuestión planteada en este estudio fue saber si el análisis de los argumentos dados por los participantes para justificar su satisfacción cómica con estos sketches podía ser útil para decirnos algo sobre la naturaleza de la sátira en una sociedad moderna y democrática como la española. Es decir, queríamos saber si la satisfacción con el sketch podía ser explicada en función del estilo del humor (horaciano, juvenaliano o mixto). Para ello tenemos la tabla 6, en la que comparamos por separado los participantes que dieron valoraciones muy altas, medias y muy bajas en cada uno de los sketches con los argumentos empleados por esos mismos participantes para explicar sus valoraciones. Los resultados son estadísticamente significativos (Chi² El Intermedio = 182,513**; Los Clones = 111,082**), lo que demostraría que las personas con distintos niveles de disfrute utilizaron, además, distintas razones en su argumentación.

Tabla 6

Tipo de humor de los sketches según nivel de disfrute de los sketches

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06b-272%20tabla%20Moreno%20Papeles%20CEIC%202-2022.png 

Fuente: elaboración propia a partir de las intervenciones en los grupos (BD2).

Obviamente, el primer resultado concreto que se observa en la tabla 6 es la amplia asociación entre el nivel de disfrute de los sketches y su valoración positiva (Chi² El Intermedio=160,919**; Los Clones=87,705**). Puede parecer redundante, pero conviene recordar que las personas a las que les gustó mucho cada uno de estos sketches satíricos fue porque detectaron en ellos aspectos positivos para su valoración, ya fuera porque el humor era formalmente atractivo, bien elaborado, bien interpretado y con un guion lleno de incongruencias cómicas, ya fuera porque su crítica estaba bien hecha, era pertinente y considerada como algo positivo. Sensu contrario, las personas a las que no les gustaron estos sketches destacaron sus aspectos negativos, tanto por considerar que la sátira era aburrida como por considerar que su contenido era ofensivo. Es importante resaltar que entre las personas con bajo nivel de disfrute fueron muy minoritarias las intervenciones que intentaron justificar la sátira con argumentos de cierta agresividad positiva, tratando de ser políticamente incorrectos o provocadores (9,7% en el caso de El Intermedio; 8,2% en el caso de Los Clones). Al contrario, entre las personas que no disfrutaron con la sátira el argumento más extendido fue: «si no te gusta la sátira, realmente no tiene sentido pensar que pueda tener algún efecto práctico positivo», dando así implícitamente por supuesto que la sátira tiene fundamentalmente una finalidad cómica. De hecho, la supuesta utilidad de la crítica positiva de los sketches en sentido juvenaliano fue mucho mayor entre las personas que sí los habían disfrutado (39,8% en el caso de El Intermedio; 19,9% en Los Clones). Para estos participantes, la utilidad de la sátira es una especie de mecanismo de refuerzo al propio disfrute, no una cualidad autónoma al margen del humor.

El segundo resultado concreto que se puede ver en la tabla 6 es la asociación directa que hubo entre el nivel de disfrute de cada sketch y el tipo de humor utilizado, que es significativo aunque con una intensidad menor que en el caso anterior (Chi² El Intermedio=18,614**; Los Clones=16,021**). Los datos, nuevamente, ofrecen una lectura muy interesante. Los participantes a los que les gustó mucho estos dos sketches se diferenciaron del resto porque elogiaron sobre todo el carácter formal de los sketches satíricos (en el caso de El Intermedio, 10,1 puntos de diferencia respecto de la media; en el caso de Los Clones, 17,8 puntos de diferencia). En el caso de las personas que menos disfrutaron, estos sketches no fueron de su agrado porque básicamente eran aburridos en términos de sátira horaciana (en el caso de El Intermedio, 14,0 puntos de diferencia respecto de la media; en el caso de Los Clones, 13,2 puntos) y también en términos de sátira juvenaliana (en el caso de El Intermedio, 18,0 puntos de diferencia respecto de la media; en el caso de Los Clones, 7,8 puntos).

Curiosamente, las personas que se colocaron en una posición intermedia en el disfrute de los sketches fueron quienes consideraron que los elementos satíricos horacianos eran, en términos relativos, menos importantes (en el caso de El Intermedio, solamente el 15,5%; en el caso de Los Clones, solamente el 24,1%) que los elementos juvenalianos (en el caso de El Intermedio, un 75,5%; en el caso de Los Clones, un 72,4%). En las personas cuyo nivel de disfrute estuvo en una posición intermedia, su evaluación del sketch se enfocó más a los aspectos juvenalianos (negativos en ambos casos) que a los aspectos horacianos de la sátira (más positivos en el caso de El Intermedio que en Los Clones). Este dato contrasta con las personas cuyo nivel de disfrute de la sátira es alta o nula: en estos casos las personas enfocan su atención tanto en los aspectos horacianos como en los juvenalianos de una manera más equilibrada. Es decir, quien disfruta mucho, disfruta con ambos aspectos; pero quien no disfruta nada, rechaza ambos aspectos también.

6. Conclusiones

La primera hipótesis de este estudio se preguntaba hasta qué punto un tipo de humor satírico de tipo horaciano podía ser más agradable para la opinión pública española que un tipo de humor satírico de tipo juvenaliano. Tras comparar los resultados de este estudio podemos afirmar que esta hipótesis queda parcialmente confirmada. Como muestran las tablas 1 y 2, el sketch de El Intermedio fue mejor valorado con bastante diferencia por todos los grupos de discusión, a pesar de que ambos sketches contenían una alta intencionalidad política y un similar nivel de elementos horacianos y juvenalianos. Además, analizando los temas que fueron objeto de la discusión en los grupos se observa que las estrategias satíricas juvenalianas son menos apreciadas que las estrategias horacianas. En el caso de Los Clones, el hecho de que la mayor parte de las intervenciones se centraron en comentar de forma negativa la parte más juvenaliana del sketch —esto es, las referencias al líder nacionalista catalán— mostraría cierto rechazo a valorar la sátira agresiva juvenaliana, especialmente entre personas que no se conocen, mientras que por el contrario habría mayor predisposición para valorar de forma positiva un tipo de sátira horaciana, costumbrista, que está menos orientada a la ridiculización de personas concretas.

Respecto a la segunda hipótesis, relativa a la distinta valoración que la sátira puede tener en España en función de la región, de quién sea el blanco y de quién sea el productor del humor, los resultados vinieron también a confirmar la existencia de notables diferencias entre las regiones de España, no solo en la valoración del humor sino también en el uso de estrategias discursivas diferentes para justificar el disfrute del humor satírico. En primer lugar, se ha observado que las regiones de la periferia, tanto en el norte como en el sur del país, apreciaron el humor de ambos sketches en mayor medida que las regiones que hemos denominado centrales. Una de las razones que podría explicarlo es que en todas las regiones periféricas de nuestro estudio existen exitosos programas de humor satírico en sus respectivas televisiones locales, mientras que en el caso de las regiones centrales eso no ocurre. Su mayor familiaridad con el humor satírico, basado en parodiar y ridiculizar sus rasgos étnicos, sociales y políticos, sin duda facilita la apreciación de este tipo de sketches. Este argumento es válido para las regiones que fueron el blanco de las dos sátiras de nuestro estudio, País Vasco y Cataluña, donde el elemento autocrítico jugaba un papel fundamental. En el caso de las regiones centrales, menos propensas a ser objeto de (auto)ridiculización, su disposición para disfrutar con este tipo de humor satírico es menor. De hecho, el único momento excepcional donde las regiones centrales mostraron mayor disfrute que las regiones periféricas, tal como se observa en la tabla 4, fue precisamente a la hora de elogiar la sátira juvenaliana positiva que contenía el sketch de Los Clones. Como era de esperar, las críticas satíricas hacia el nacionalismo catalán y hacia el líder independentista se disfrutaron más en las regiones centrales que en la mayoría de los grupos de discusión de la periferia. En este caso específico, podemos afirmar que el contenido satírico juvenaliano del sketch influyó en su apreciación positiva, debido a la identificación de los participantes de las regiones centrales con una posición social mayoritaria y más homogénea en sus respectivas comunidades.

Sin embargo, hay que decir que las estrategias utilizadas en los grupos de discusión que representan a las regiones que fueron objeto de la sátira, esto es, vascos y catalanes, mostraron también en ambos casos una alta predisposición positiva a disfrutar de dichos sketches. En ambos casos, no obstante, se utilizaron estrategias distintas para justificar su disfrute y para garantizar, también, una identidad colectiva más factible y fortalecida como grupo frente a la existencia de otros grupos y de la opinión de la sociedad en general (Simon y Klandermans, 2001). En el caso de los vascos, como hemos visto en la tabla 6, la estrategia discursiva consistió en centrarse en los contenidos menos polémicos del sketch y desviar la conversación respecto de cualquier tema amenazador que más les podía afectar para así valorarlo de forma positiva (Norrick, 1993). En el caso de los catalanes, la estrategia discursiva consistió en centrarse en las cuestiones formales asumiendo que el sketch era básicamente un ejercicio de humor cuya supuesta agresividad en los contenidos era más simbólica que material. En ambas estrategias el objetivo era demostrar que la sátira política en una sociedad democrática moderna debe ser considerada como una actividad que tiene como finalidad última el entretenimiento y que, por tanto, cualquier intento de conceder a la sátira una fuerza performativa es, en sí misma, una pretensión exageradamente ridícula. En este sentido, es muy interesante ver cómo en el caso del sketch de Los Clones, que sin duda tenía altas dosis de «agresividad» hacia el carácter y hacia la actividad política de los catalanes, fue recibido en el grupo de discusión de los nacidos en Cataluña (BCN1) con una mezcla de sorpresa, reflexividad e incluso disfrute. Este dato contrasta con la reacción del grupo de participantes que vivían en Cataluña pero no habían nacido allí (BCN2), quienes mostraron su estupor y su poca valoración de este sketch, como se ve en la tabla 1. Cabe pensar que en el sketch de Los Clones el «exceso» con el que se intentaba ridiculizar o «agredir» a un determinado blanco fue percibido como algo ridículo en sí mismo; de ahí el disfrute cómico de unos y la perplejidad de otros.

Finalmente, la última hipótesis de este estudio trataba de preguntarse sobre las razones que los participantes podían dar para explicar qué es lo que afecta a su disfrute de la sátira. Los datos de esta investigación indican que las personas que más disfrutaron con ambos sketches disfrutaron tanto de los elementos horacianos como de los juvenalianos. Solamente de forma secundaria valoraron que la crítica y los contenidos fueran más o menos acertados. En el extremo contrario, los participantes que menos disfrutaron rechazaron igualmente tanto los elementos horacianos como juvenalianos de ambos sketches; a su juicio, las sátiras estaban formalmente mal hechas, eran aburridas y los juegos de palabras e imágenes no tenían gracia, no hacían reír. El contenido satírico no era tan importante en su valoración negativa como lo eran los aspectos formales. A diferencia de ambos extremos, las personas cuyas valoraciones fueron de tipo intermedio fueron las que alegaron un conjunto de razones más amplio. Para estos participantes, en estas sátiras había algo más que simple juego del humor, algo más que simple búsqueda de disfrute cómico y, por tanto, el contenido satírico era algo sobre lo que merecería la pena interesarse. Y aquí reside uno de los resultados interesantes en este estudio, lo que algunos autores han denominado la «ironía de la sátira» (La­marre, Landreville y Beam, 2009). Es gracioso que la manera que la sátira tiene para lograr efectos sustantivo-deliberativos en la opinión pública es que no sea cómicamente ni demasiado buena ni demasiado mala. Irónicamente la sátira, cuando genera efectos excesivamente cómicos, bien porque gusta mucho o porque no gusta nada, corre el riesgo de volatilizar su potencial crítico.

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1 La relación entre la sátira y el activismo político ha sido tradicionalmente muy estrecha en las sociedades modernas, aunque tal vez sea un fenómeno relativamente más novedoso la amplia implicación de los satiristas en la vida política y su participación directa en la agenda política concreta de un país, dada su amplia legitimidad como «creadores de opinión». En este sentido, la implicación de un humorista satírico como Beppe Grillo en la vida política italiana, liderando una formación política, el llamado Movimiento 5 Estrellas, que consiguió en las elecciones generales italianas de febrero de 2004 un 25.5 por ciento de los votos y un 17.5 de los escaños (108/617), es un acontecimiento excepcional que señala la fuerza que podrían llegar a tener ciertos satiristas en determinadas condiciones para ejercer la acción pública.

2 Truthiness es un ingenioso neologismo inventado por el propio Stephen Colbert en el episodio piloto de su programa The Colbert Report, en octubre de 2005. Mediante este término, Colbert quería caricaturizar la actitud que había tenido el presidente George W. Bush en su campaña informativa durante la guerra de Iraq, donde el presidente se llegó a plantear que la verdad es algo que surge de la pasión y de la emoción más que de la información, porque los hechos no importan y lo que importan son las percepciones de los hechos. En enero de 2006, la American Dialectic Society, encargada del estudio de la lengua inglesa en Estados Unidos, declaró que truthiness era la mayor contribución lingüística de ese año aunque reconoció que en realidad se trataba de una «stunt word», esto es, una palabra sin sentido y sin una definición posible.

3 Los enlaces de ambos sketches se pueden ver en Internet: en el caso de El Intermedio (http://www.youtube.com/watch?v=SNoyqvKEz4Myfeature=fvst); y en el caso de Los Clones (http://www.youtube.com/watch?v=idY6F9jG-NI). Última consulta: 05/10/2021

Los dos vídeos hacen mención a cuestiones tanto étnicas como políticas, relativas a ciertos rasgos característicos y reconocibles en la opinión pública española. El guion de El Intermedio estaba basado en un grupo de inmigrantes latinoamericanos que se hacían pasar por terroristas encapuchados y celebraban una rueda de prensa (con una «estética» un tanto ridícula similar a la que empleaban los terroristas vascos de ETA en el pasado) en la que «amenazaban» a la opinión pública española con llevar a cabo una serie de «acciones violentas» si no se atendían sus «demandas». Por su parte, el guion de Los Clones estaba basado en otra rueda de prensa, en este caso convocada el día 6 de diciembre, fiesta de la Constitución Española, por el líder político nacionalista independentista de Cataluña, Josep Lluis Carod-Rovira en la que animaba a los españoles a «salir del armario» de la legislación española, prometiendo en una Cataluña independiente de España «alegría» emocional y «felicidad» económica. En el primer caso, el sketch juega de manera solapada con varios contenidos: la identidad étnica de los vascos, el fenómeno del terrorismo y el papel de los inmigrantes en la sociedad española. En el segundo caso, el sketch juega con otros elementos: la identidad étnica de los catalanes, el fenómeno del independentismo político y el discurso de la homosexualidad.

4 Las ciudades de la muestra son: Bilbao=BIO (País Vasco); Sevilla=SEV (Andalucía); Madrid=MAD, la capital del España; Barcelona=BCN (Cataluña), Valencia=VLN; Zaragoza=ZAR (Aragón); Lanzarote=LZR (Islas Canarias); Valladolid=VLL (Castilla y León) y A Coruña=ACÑ (Galicia). En todas las ciudades se realizó un grupo de discusión, salvo en Barcelona, que se realizaron dos grupos de discusión: uno con personas nacidas en Cataluña (BCN1) y otro grupo con españoles que no habían nacido en Cataluña pero que llevaban muchos años viviendo en Cataluña, provenían de distintas comunidades en España (norte, centro y sur del país) y conocían perfectamente la lengua y cultura catalanas (BCN2).

5 Estos cuestionarios se realizaron de forma individual, sin posibilidad de influencia entre los participantes, y sus respuestas se rellenaban siempre después del visionado de cada sketch y antes de proceder a la evaluación y comentario colectivo de cada sketch.

6 La codificación «negativa» o «positiva» no está relacionada con lo que el investigador piensa sino con lo que los participantes dijeron sobre los sketches y sobre los temas que inspiraban sus intervenciones.

7 La codificación de esta variable se hizo de la siguiente manera: se codificó las categorías de «sátira horaciana» o de «sátira juvenaliana» cuando los participantes mencionaban de forma específica el blanco de los sketches como la principal característica de la práctica humorística, y se codificó como «sátira mixta» cuando los participantes enfocaban su atención en cuestiones de la forma y la estructura del sketch.

8 Quiero agradecer el trabajo de Begoña Freire e Iker Barrondo por su compromiso en todo el proceso de aprendizaje y en las discusiones fructíferas que hemos tenido durante meses para la codificación de las variables cualitativas y el diseño del trabajo.