Opinión y publicidad en el tradicionalismo español durante la era isabelina

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Publicado 22-02-2012
Juan Olabarría Agra

Resumen

Desde finales del siglo XVIII había empezado a propagarse en España el moderno concepto de opinión pública, entendida como la potestad que la sociedad tiene para juzgar públicamente los asuntos de gobierno sometiéndolos a crítica racional. Para combatir el nuevo concepto, el tradicionalismo español seguirá una doble estrategia: por un lado, impugna la idea de opinión pública, y, por otro, trata de sustituirla por una alternativa nacionalista y populista («la verdadera opinión pública»). La razón, preconizada por los liberales como instrumento al servicio de la opinión, sólo conduciría según este discurso al error y a la desunión entre los españoles; debe ceder ante la religión, que es, en mayor grado que la monarquía, el principal lazo de unión espiritual entre los españoles. Pero, además, la «verdadera opinión pública» está depositada en el «verdadero pueblo español» (Balmes), pueblo católico, castizo y misoneísta, conservador de la tradición y de la esencia nacional, hostil al liberalismo e incluso radicalmente ajeno a la política, pueblo pasivo, pero siempre obediente a las instrucciones de su clero. Se fue formando así el mito nacionalista de una «verdadera España», tradicional, absolutista y católica, frente a la anti-España ilustrada, extranjerizante y liberal.

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Sección
II. Opinión Pública