Los nuevos Bilbao del Ensanche
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Resumen
A finales del Siglo XVIII, Bilbao había agotado, prácticamente, su suelo para edificar. El plan del Síndico personero Loredo o la propuesta -afortunadamente no llevada a cabo- de Ignacio de Albiz son datos suficientes para entender que el Bilbao que se enfrenta al siglo XIX necesitaba extenderse más allá de los límites de su exiguo término. Superada la pugna con el Señorío, que había propuesto la creación del Puerto de la Paz en el territorio de la Anteiglesia de Abando, Bilbao proyectó realizar su extensión sobre la citada Anteiglesia.
En 1861 Bilbao encargará al ingeniero Amado Lázaro, la redacción de un Plan de Ensanche, cuyo contenido, guarda una importante relación formal y conceptual con el plan de ensanche elaborado por Ildefonso Cerdá para Barcelona. La ambiciosa dimensión del Proyecto pudo ser, entre otras, la causa fundamental, del fracaso del mismo, que, obviamente, contó con la oposición de las Anteiglesias afectadas.
Después la definitiva solución vendría dada por el Plan de 1876 de P. Alzola, Achúcarro y Hoffmeyer. Influyeron en este Plan los aspectos que habrían determinado la inviabilidad del Proyecto de Amado Lázaro y se concibió un Ensanche de la Villa más reducido. Esta circunstancia, aparentemente negativa, redundó, a la larga en la organización de un conjunto arquitectónico homogéneo de gran calidad. También es cierto que estas menores dimensiones exigieron que a finales del Siglo XIX se viera la necesidad de proceder a una Ampliación del Ensanche. Primero fue la propuesta de Enrique Epalzay, después de un concurso, la definitiva de Federico Ugalde la que completó el área del Ensanche y su Ampliación que, al poco tiempo, había adquirido la dimensión del previsto 40 años antes por Amado Lázaro.