Invalid Date in HISTORIA CONTEMPORÁNEA
GALPIN, Lyndsay, Male Suicide and Masculinity in 19th-century Britain: Stories of Self-Destruction, Bloomsbury, Londres, 2022, 194 pp.
DOI: 10.1387/hc.25071
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GALPIN, Lyndsay, Male Suicide and Masculinity in 19th-century Britain: Stories of Self-Destruction, Bloomsbury, Londres, 2022, 194 pp.
En pleno 2023, en una época en la que la llamada salud mental ha salido al debate político y público como nunca antes, parece mentira que aún se hable poco o nada del suicidio. Y sin embargo éste sigue presente, oculto de las estadísticas oficiales, las noticias y los tabloides. El tabú de la muerte, de la autodestrucción, como conceptualizara ya Sigmund Freud en 1912, sigue presente en pleno siglo xxi. La información disponible va centrada en evitar los suicidios, pero ese pánico social continúa latente en la sociedad de la información donde los problemas de cuidado, de soledad no deseada y de desarraigo proliferan en este mundo hiperconectado. Las crisis económicas, unidas a los problemas derivados de la socialización digital y el mundo líquido, de relaciones inestables y precarias, han hecho que estos hechos se cronifiquen, cuando no aumenten. A la postre, como dijo Émile Durkheim en el primer gran estudio sociológico sobre el tema (Le Suicide: Étude de sociologie, 1897), debemos quitar todo sesgo moralista al tema y analizarlo siempre vinculado con los desarrollos económicos y sociales.
El libro de Lyndsay Galpin es por muchas razones un trabajo necesario y particularmente valiente. En primer lugar, porque aborda una problemática profunda de la historia, como es la práctica del suicidio, persistente y siempre oculta debido a las connotaciones éticas que tenía y aún mantiene en la sociedad occidental. Lo que ya de por sí constituye todo un reto historiográfico por la escasez de fuentes para consultar, incluso aunque haga referencia al siglo xix, donde la información es mucho mayor y más accesible que en épocas anteriores. Y ello no sólo porque no se hablara entonces públicamente del tema, como sucede en la actualidad. Ni las personas que cometieron este delito social tipificado del suicidio, ni sus familiares que debían sobrevivir en la sociedad, querían que estos casos salieran a la luz por todo el prejuicio y escarnio social que traían consigo. Pero, además, el trabajo —fruto de su tesis doctoral, defendida en la Universidad de Londres— es particularmente innovador al vincular el hecho del suicidio con un elemento clave: la masculinidad. Durante el siglo xix se configuró el modelo de masculinidad hegemónica burguesa (vinculada con la ideología de la domesticidad) que, con variaciones, perduró durante el siglo xx y se combate en la actualidad. Con todo, como ha mostrado R. W. Connell, toda masculinidad hegemónica no es más que una fantasía, un modelo referencial pero irreal en tanto que es inaccesible para la mayoría y no es representativo de las experiencias vitales del común de hombres. Al final, lo que convive en la historia es una multiciplidad de modelos de masculinidad que pugnan por imponerse, a la vez que se retroalimentan entre sí y siempre en diálogo con las feminidades coetáneas. Analizando el suicidio, la autora nos muestra precisamente tanto la distancia entre el modelo hegemónico con las vivencias de los hombres como los distintos discursos sobre la masculinidad que convivieron en dicha época, con ecos también en el presente.
El trabajo analiza, así, las narrativas que rodearon al suicidio cometido por distintos hombres y cómo estas pueden hablarnos precisamente de las expectativas de la masculinidad durante el siglo xix, de lo que se esperaba entonces que fuera la virilidad y su expresión de género. Para ello la autora se basa en materiales publicados sobre la materia: desde novelas hasta textos médicos y artículos de la prensa especializada y generalista. Algunos son más o menos conocidos, por cuanto fueron tropos habituales de los libros, aunque generalmente más vinculados a las mujeres que los hombres. El mero caso de Madame Bovary puede servirnos de ejemplo nítido de a qué nos referimos cuando hablamos de suicidio en el siglo xix. Pero lo innovador del estudio está, significativamente, en la consulta archivística y en la integración del análisis de algunas declaraciones de testigos presentes en las investigaciones forenses desarrolladas por los procesos judiciales de suicidio. Con toda esta información Lyndsay Galpin va desgranando y examinando cuatro de las narrativas que, en su opinión, se vincularon con el suicidio durante el siglo xix: el amor y los celos; la pobreza y el paro; el fraude y la especulación y, finalmente, el deshonor y el trauma militar. Cuatro facetas de un fenómeno social muy complejo, insisto, por la dispersión y el ocultamiento deliberado de las fuentes, que nos hablan muy elocuentemente de los valores en torno a la muerte, a la masculinidad y a los roles de género en un momento fundamental de redefinición de todos estos.
De esta forma, los objetivos que persigue, y que logra solventemente problematizar y resolver, son variados. El trabajo muestra las interpretaciones construidas en torno a la vida de quienes se suicidaron y a sus motivaciones, mostrándolas como un complejo ejercicio de justificación de quienes tuvieron que salvar su honor una vez difunto. Así, por un lado, aborda las dimensiones emocionales, económicas y profesionales de aquellos hombres que optaron por quitarse la vida en el siglo xix. Pero a ello añade un considerable esfuerzo por analizar cómo el público se esforzó por dar sentido a estas tragedias. Lo innovador del libro, con todo, resulta de cruzar el hecho con los estudios de género. Así, Lyndsay Galpin muestra cómo todas estas interpretaciones estuvieron guiadas por las expectativas de comportamiento según el género, construyéndose para crear dotar de significado y comprensión del suicidio a sus familias, amigos y testigos. Ello nos adentra en las actitudes y los valores de este siglo xix tan rico en matices. Al final, el suicidio, como cualquier otro elemento histórico, está imbuido en el contexto social y cultural en que tiene lugar. Ello nos habla de ese tabú de la muerte, tan presente y tan ausente, a la vez, en la sociedad contemporánea.
David San Narciso
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