Babilonia y el Águila

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Publicado 07-11-2017
Pilar Carrera

Resumen

Abundan los discursos que hablando de la decadencia de las ciudades hablan de la inautenticidad, de mascarada, y, en el fondo, de traición con grande o menor nostalgia, con diferentes grados de causticidad o ironía. Casi siempre en relación con la memoria individual o histórica a la que sirven de anclaje.

La memoria de la ciudad –suponiendo que pueda pretenderse tal memoria–, no es sólo la de aquél que ha sido niño en ella, y que en consecuencia reclame el episteme, el conocimiento, respecto de aquellos otros protagonistas de la doxa en la ciudad. De haber, hay más que una memoria de la ciudad. Hay más que aquélla de diacronía más o menos estricta, aquélla que nos permite decir yo soy de aquí. El Autóctono es el hombre de la memoria, del recuerdo que se quiere auténtico, que es pertenencia y se posee, pero hay más Hombres de la ciudad y de la memoria. Está el Turista, para el que la ciudad se resume en lo nuevo. Para el que la ciudad es necesariamente una acción excéntrica. Está el Foráneo y en él la ciudad es desarraigo, un momento de debilidad del recuerdo. Es un lugar sin hábito ni trayectos. ¿Qué era la ciudad, lugar de umbrales de rememoración (de la memoria histórica) de la que hablaba Walter Benjamin? Desde luego no era meramente paisaje.

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Sección
Artículos